... son menos pena

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Tala

Cuando llegó a casa de Sam todos están allí, el hecho de que vivan tan cerca es algo que envidio, a pesar de que yo, a la carrera, apenas tardo en llegar. El olor a comida que sale a través de las ventanas, hace que mi estómago ruja, más que por hambre, por la añoranza de la comida de Emily.

―Espero que no hayáis empezado sin mí ―digo nada más atravesar el umbral.

―Jamás haríamos algo así ―responde Seth con sonrisa pícara.

―No ha sido nada fácil obligarlos a esperar ―me confirma Emily cuando se acerca a abrazarme.

―¿Podemos comer ya? ―pregunta Leah.

―Tú eres la única que tenía derecho a haber empezado ―le digo sentándome junto a mis hermanos alrededor de la mesa, no sin dar algún que otro empujón a Embry, Seth y Jared.

―¿Por qué ella sí? ―cuestiona Sammy.

―Licencia de embarazada, lobezno ―le contesto.

―Eso no es justo ―se queja.

―Me encanta teneros a todos aquí ―dice Sam y todos empezamos a comer como si fuese un día más en la manada.

Mientras paso un plato lleno de panecillos a Seth y recojo el plato de carne que me da Bella, observó a todos los chicos con un nudo en la garganta, rogando a nuestros antepasados que cuiden de ellos, que velen por su seguridad y para que todos vuelvan a casa a salvo.

―Tía ―me llama Sarah sacándome de mis ruegos―. He estado hablando con Alice, y...

―Sarah... ―la riñe su madre.

―No voy a decir nada que no pueda ―se excusa ella, me mira y añade―. La fr... Alice me ha hecho jurar que no te contaré nada.

―Entiendo ―le digo riendo ante su frustración.

―Solo quiero hacerle una preguntar, porque Alice tiene una opinión y yo otra respecto a un tema ―explica la niña.

―Vale ―termina aceptando Bella.

―¿Cuál es tu flor preferida? ―me pregunta.

―A ver, déjame que piense... ―sin poder evitarlo, mi mente viaja en el tiempo y el espacio, llevándome a mi hogar, a las cortas épocas del año en que los bosques florecían, y llego, incluso, a volver a oler aquel aroma tan característico―. Donde yo vivía antes de venir aquí, había plantas muy bonitas...

―Entonces, seguro que estamos equivocadas las dos ―me interrumpe Sarah, y Bella y yo nos reímos.

―De todas las que había ―continúo―, había dos que me gustaban mucho. Una se llama nomeolvides, son muy bonitas, son color... celeste cielo y tienen el centro amarillo. Y la otra se llama chirivía de vaca...

―Con ese nombre, no sé si serán bonitas ―interviene la niña.

―Te aseguro que sí, son blancas y pequeñas, nacen todas muy juntas de un mismo tallo creando un grupo de flores que parecen pequeñas nubes.

―Azul cielo, blanco nube. Tomo nota ―dice Sarah en tono solemne.

Por el rabillo del ojo, veo como Sam hace un gesto a Jake, quien mira a Bella y ella, en seguida, pregunta como si nada.

―Jake, ¿no has cogido la tarta?

―¿Tarta? ―pregunta Sammy interesado.

―Sí, tía Bella compró una tarta para que la tomásemos de postre ―responde Sam.

Promesa de una quileuteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora