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El Hospital Central estaba hecho todo un caos, había personas yendo y viniendo de todas partes. El saldo de bajas y de heridos que dejó la batalla final de la Guerra de Héroes y Villanos era impresionante, los heridos se contaban de a cientos y los muertos no eran pocos. Todos aquellos que participaron en la batalla final fueron trasladados de urgencias. Las heridas críticas abundaban por doquier. Los médicos estaban abrumados y se estaban viendo obligados a remitir a muchos pacientes que, por la contingencia, no tenían las condiciones más óptimas.

La prioridad de los profesionales de la salud era salvar a los más jóvenes. Había chicos de apenas 16 años con heridas terribles, así que a ellos junto con los heridos más graves se les concedieron las mejores habitaciones. Aun así, el hacinamiento obligó a que cada cuarto fuera ocupado por más de una persona. Bakugou despertó lentamente, los recuerdos en su cabeza estaban mezclados y borrosos. Al abrir bien los ojos, notó una presencia recostada a sus pies, en el final de la cama.

Al chico le tomó tiempo distinguir quien era ya que solo veía una cabellera blanca, pero al analizar a la mujer con detenimiento encontró que se trataba de Mirko. Esto sorprendió al joven, que empezaba a acomodar sus memorias. Pudo recordar claramente las interacciones que tuvo con la coneja de inicio a fin del combate. Ella se mantuvo todo el tiempo a su lado, apoyándolo en cada momento. Él sintió la necesidad de cuidarla.

No sabía si eran las prótesis que tenía la mujer las causantes de que sintiera que era su deber el protegerla; no era como si ella no pudiera valerse por sí misma, pero en medio de la pelea no podía evitar preocuparse por ella cada vez que tenía delante al monstruo que era Shigaraki. Lo mejor de todo es que esa actitud fue recíproca, puesto que ella también dio su máximo para mantenerlo a salvo e incluso estuvo dispuesta a retar a Shigaraki con tal de cuidarlo.

Este último pensamiento hizo que se pusiera un poco nervioso, e incluso un pequeño rubor, casi imperceptible, se apoderó de sus mejillas. Pero al verla allí no pudo evitar sonreír levemente. Supuso que la posición en la que ella estaba era incómoda, por lo que, a pesar del dolor que sentía en todo el cuerpo, se levantó un poco para poner una mano sobre el hombro de la mujer, sacudiéndola levemente. Ella despertó rápidamente al sentir el tacto del chico.

- ¡Despertaste! -Dijo la heroína, levantándose de manera efusiva y mirando a los ojos del chico. Él podría jurar que vio cierta alegría en su mirada.

- Sí... yo...

- Ah... yo... lo siento -Dudó la heroína-. No quiero incomodarte, solo quería estar segura de que no murieras, ya... ya me voy...

- Espera... -Pidió el muchacho, llamando la atención de la coneja- Yo... Gracias... Gracias por haber estado conmigo, de no ser por ti, no hubiera podido... -Trataba de sincerarse el chico, sin poder mirar a la mujer por la vergüenza. Pero fue interrumpido por un abrazo de Mirko.

- Gracias a ti, todos allí hubiéramos muerto si no hubieras estado, yo la primera. Te agradezco mucho, de verdad... -Decía la mujer, abrazando con fuerza el magullado cuerpo del rubio.

Este no respondió, solamente se aferró al cuerpo de la coneja. Le resultaba extraño y placentero a partes iguales el calor del cuerpo de la mujer. En medio del abrazo, el doctor que había atendido a Bakugou acompañado de los padres del rubio entraron en la habitación. Esto hizo que súbitamente el par se separara, ambos con un notable sonrojo a causa de la vergüenza.

- Disculpen la interrupción, pero es una alegría ver que despertaste. Justo me llegaron tus diagnósticos, Bakugou -Anunció el doctor.

- ¿Enserio...? -Soltó Bakugou, con algo de nervios.

La Primera Vez [Deku x Nejire]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora