34 - "TORTUGAS"

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👤 — DANIELA GARCÍA

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👤 — DANIELA GARCÍA.
📍 — GALÁPAGOS.
🗓️ — DÍA 48.

No sé cómo, pero para el día cuarenta y ocho, aún no le había cogido manía a los aviones.

Llegamos con tiempo al aeropuerto, y por una vez pensamos que todo nos iría bien. Sin duda, esa ilusión se desvaneció en cuanto nos dimos cuenta de que nuestro vuelo no aparecía en la pantalla. Tuvimos que ir a preguntarle a un trabajador, que nos mandó a comprar unas nuevas entradas y luego a pasar por una revisión de maletas, por si llevábamos alguna semilla o algo extraño.

El problema real llegó cuando, ya en la cola para entrar al avión, Adrián empezó a tocarse los bolsillos con desesperación.

—Tú, ¿y mi pasaporte y todo? —preguntó, cada vez más nervioso, palpándose todo el cuerpo y revisando su riñonera— No me rayéis.

—¿Dónde te lo has dejado? —le pregunté, sintiendo un nudo en el estómago.

—Aquí —dijo, aunque su voz temblaba— lo tenía aquí.

—¿Aquí dónde? —quiso saber Jopa, que comenzaba a preocuparse también.

—Tú, real, ¿dónde está? —insistió Adrián, con la mirada inquieta, su ansiedad creciendo a cada segundo.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Sabía que sin el pasaporte no podríamos volar, y la idea de tener que dejar a alguien atrás, sobre todo a Adrián, me dolía muchísimo. Miré cómo se ponía cada vez más inquieto, casi desesperado, mientras buscaba algo que temía haber perdido para siempre.

—Ve a mirar si te lo has dejado en la mesa cuando hemos ido a comer algo, bro —le sugirió Borja, intentando mantener la calma.

Sin pensarlo dos veces, Adrián comenzó a caminar rápidamente hacia la mesa donde habíamos desayunado. Lo observé mientras buscaba desesperadamente por el suelo, revisando la mesa, incluso hablando con una empleada. Mi estómago se retorcía de la ansiedad, casi como si fuera yo quien había perdido el pasaporte.

Entonces, de repente, vi cómo Borja movía el pasaporte de Adrián delante de mí, una sonrisa traviesa en su rostro.

—¿Lo teníais vosotros? ¡Qué cabrones!

































El alivio de saber que el pasaporte de Adrián estaba a salvo me dejó tan relajada que, apenas subimos al avión, el cansancio me golpeó con fuerza. No había dormido bien las últimas noches, y la tensión de la situación me había agotado más de lo que quería admitir.

Nos acomodamos en nuestros asientos, y sin darme cuenta, mi cabeza terminó apoyada en el hombro de Daniel, como si él fuera mi propio cojín personal. Al principio, intenté mantenerme despierta, escuchando la charla relajada de los chicos sobre los planes para cuando llegáramos a nuestro destino, pero mis párpados se hicieron cada vez más pesados.

LUNA ( yosoyplex )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora