Capítulo 5

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Lauren's POV

27 de Agosto de 1997

No debería sentirme así. No debería sentirme como si me hubiesen pegado un tiro en el pecho, pero así era. Odiaba a mi madre en aquellos momentos haciendo para cenar pollo paprika, la odiaba de verdad. Mi padre había vuelto de nuevo de sus viajes de negocios y mis hermanos y yo nos habíamos sentado a la mesa. Todo era silencio. No podía ni siquiera oler el plato sin que me viniese a la mente Camila, y es que me estaba matando.

-¿No comes? -Mi padre señaló el plato. -Estás muy delgada, Lauren.

-Tengo el estómago revuelto. -Respondí sin más, mientras mis hermanos me miraban mientras comían. Eran uno y dos años más pequeños que yo, pero aun así ninguno de los dos sabía lo que estaba pasando con mi vida. Sólo Camila y Keana.

Me levanté y dejé mi plato en la encimera de la cocina, subiendo a mi habitación. Era extraño cómo el cuarto estaba pintado de colores tan vivos, y sin embargo, yo estaba tan apagada por dentro, tanto, que parecía que me consumía día a día como una cerilla.

Me senté en la cama y me abracé a mis piernas, viendo el libro que me había regalado Camila, que sobresalía por el hueco del cajón. Lo saqué y observé la portada. Naranja, con una sirena dibujada en el centro, me hacía pensar en aquellos lugares donde quería viajar, y sin embargo no salía de Miami. Abrí la página con cuidado de no romperla y comencé a leer, distrayéndome así un poco de todo. La echaba de menos, incluso leyendo aquella pequeña historia sobre el pescador desterrado de su pueblo por una sirena, y que teme volver.

Me quedé leyendo aquél libro hasta las tantas de la madrugada, pero bajé al salón del calor que hacía. Encendí un cigarro en el jardín, y comencé a fumar mirando el cielo. Camila me decía siempre que, estemos donde estemos, siempre veremos la misma luna. Era nuestro punto de conexión, sabía que ella estaría conmigo, estuviese donde estuviese.

Llamaron con dos golpes a la puerta y fruncí el ceño, tirando el cigarrillo y me acerqué a la puerta para abrir. Tras esta, Camila estaba de pie, pero lo que vi me dejó sin aliento. Tenía sangre en la nariz, en el labio, el ojo lo tenía medio cerrado y se tambaleaba un poco.

-Camila.. -Dije con un hilo de voz, y ella me dio una libreta sonriendo débilmente.

-Esto es para ti. -Tras decir aquello, Camila se desvaneció hacia adelante y me dio tiempo a sostenerla. La cogí en brazos como pude, aunque era un peso muerto daba gracias a esas clases de softball a las que mi padre me apuntó hasta los 16 años. -Lo siento.. -Se disculpó en un susurro mientras la subía en brazos a la habitación. Cuando la tumbé, observé casi a punto de llorar a Camila.

-¿Quién coño te ha hecho esto? -Ella se encogió de hombros mirándome.

-No sabía que el metro era peligroso a esta hora.. -Besé su frente, quedándome abrazada a ella todo lo que podía y más.

-Perdóname. -Le supliqué, negando con la cabeza apoyada en su pecho. -Perdóname Camila.. Te echo de menos.. -Comencé a llorar, y sus manos a pesar de ser ella la afectada, me acariciaron el pelo.

-Y yo a ti, estoy sola todo el día. -Lo decía en un tono tan inocente e ingenuo, que iba a romper en llanto y a despertar a todo el mundo en mi casa.

Cogí el botiquín del baño y volví, comenzando a curarle las heridas de la cara una a una. Pasé un algodón por su nariz, para limpiar aquél destrozo que le habían hecho en la cara. Tras eso, se quedó dormida, y cogí la libreta que estaba algo arrugada, abriéndola, comenzando a leer.

"Lo sé, lo sé. No hablo mucho y quizás demasiado poco... Pero no me gusta que la gente sepa todo de mí. Aunque poca gente se ha interesado por mí alguna vez, sólo tú. No sé por qué al día siguiente de conocernos te preocupaste por saber dónde estabas, ni por darme tu número de teléfono. Tampoco sé por qué no dejas al idiota de tu novio, porque quizás serías más feliz sola que con él. En realidad, estar con cualquier persona sería mejor que estar con él. Eres demasiado buena para el infierno que estás viviendo, ¿sabes? No sé si lo entiendes. Tienes 17 años y él no te puede decir que le perteneces o... Que nadie más va a quererte. Yo te quiero, y lo hago mucho. Estoy escuchando Could It Be Another Change de The Samples, y me recuerda a ti. Nunca podrás querer a nadie de verdad si antes no te quieres a ti misma, y sí, sé que soy la menos indicada para hablar de eso pero... Acepto el hecho de que te quiero, y que quizás, sólo quizás, tú a mí también. Me encanta abrazarte, y que me acaricies el pelo porque me relaja mucho, eso es algo que sólo tú sabes. También sabes cuál es mi plato favorito, y que no soporto escuchar a gente pelearse a mi lado porque me pongo enferma. Me has cuidado cuando más lo necesitaba, y yo sólo era esa chica que se sentaba en un rincón de la cafetería. Odio ver que tus ojos son marrones porque sé que estás triste, cuando sonríes tus ojos no lo hacen, y deberían hacerlo. Cuando lloras, lo haces porque verdaderamente estás triste. Y tu mente es preciosa, podrías ser política o, no sé, a lo mejor podrías ser médico, maestra, algo que inspire a la gente aún más de lo que ya lo haces. Muchas veces cuando te miro, tienes los ojos rojos de llorar y los labios secos, y lo odio. Odio ver tus marcas y saber que no harás nada, porque tienes miedo pero no eres cobarde. Y te echo de menos, echo de menos que estés aquí conmigo y que me digas que soy preciosa, o me enseñes cosas que jamás había visto, escuchado o probado. Me gustaría que abrieses los ojos de una vez y te dieses cuenta de que no puedes seguir autodestruyéndote... Te quiero, Lauren."

girls like girlsWhere stories live. Discover now