Capítulo 19

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Lauren's POV

15 de noviembre de 1997

El cuerpo de Camila estaba de espaldas frente a mí, durmiendo sin que nada la molestase. Era temprano, las ocho de la mañana de un sábado pero yo no podía dejar de mirar a Camila. Las marcas de su espalda relucían bajo la luz débil y clara que entraba por la ventana, y aunque Camila se puso de nuevo un pantalón y su sujetador, la tenía allí delante, chocando su piel contra la mía. Retiré con los dedos suavemente el pelo que cubría su nuca, e incliné la cabeza para besar sus hombros de forma lenta, marcando cada cicatriz con mis labios, dejando besos suaves y delicados que intentaban curarla, cerrar heridas que no eran superficiales como aquellas quemaduras.

Camila se apartó de golpe al sentirme, agitada, y puse una mano en su brazo para tranquilizarla.

-Soy yo. –Dije simplemente, y Camila volvió a tumbarse, apretando mi mano que reposaba en su abdomen, y ella suspiró quedándose dormida de nuevo.

Me gustaba cada parte de ella, me gustaba su cuello, me gustaban sus hombros, me gustaba esa manera tan sutil de coger mi mano y enlazar sus dedos con los míos. Me gustaba cómo Camila me miraba sin decir nada, o cómo simplemente se mordía el labio un poco cuando le decía que era preciosa.

-Buenos días... -Murmuró ella girándose hacia mí, agachando la cabeza y tapándose hasta la barbilla evitando que la viese. Mientras, la pegué contra mí, dándole un beso en la frente que la hizo cerrar los ojos.

-¿Estás bien? –Fue mi primera pregunta, a la que ella asintió y mi mano se enredó en su pelo, dejando suaves caricias en este. -¿Cómo te sientes...?

-¿A qué te refieres? –Musitó Camila, y la miré un momento sin decir nada, haciéndola entender de aquella manera. –Me siento bien, gracias... -Agachó la cabeza completamente sonrojada, y solté una suave risa para terminar abrazándola contra mí. –Hueles a limón...

Su voz era más baja de lo normal, y me hacía sonreír a cada palabra que decía. Ella se merecía aquello, se merecía que la tratasen bien, con la mayor delicadeza del mundo.

-No sé qué hacer con lo de Luis, no quiero que se acerque a mí, quiero que vaya a la cárcel. –Pronuncié esas palabras mientras me ataba los zapatos, y Camila me miraba de brazos cruzados en mitad del desván.

-Podrías... Podrías denunciarle. –Se encogió de hombros y alcé la mirada hacia ella para escucharla. –Si lo denuncias habrá un juicio, y en el juicio pues... Se decidirá que castigo tendrá.

-¿Y si deciden que no es culpable? –Me puse de pie delante de ella.

-Tienes pruebas en su contra.

*

Tal y como Camila me había dicho, lo denuncié y el juicio, aunque algo tardío, llegó.

Mi madre estaba en el juzgado, pero no para apoyarme. Aunque, mi padre, mis hermanos, los padres de Camila, Camila y Keana estaban allí. También estaba Luis sentado en la mesa a la que yo me aproximaba, sentándome al lado del abogado que mi padre había contratado. Escondí las manos debajo de la mesa, y aquél hombre se giró hacia mí.

-Sólo cuéntales la verdad, Lauren. –Justo en ese momento la jueza pasaba por nuestro lado, y asentí sintiendo cómo la mirada de Luis se clavaba en mí. Lo odiaba. Odiaba aquello. Quería que se pudriese en la cárcel y eso iba a hacer.

Y cuando me llamaron para hablar, lo miré a él directamente, apretando la mandíbula.

-Entonces, señorita Jauregui, usted denunció a Luis por malos tratos. ¿Durante cuánto tiempo fue? –Preguntó la jueza, y tomé una bocanada de aire antes de hablar.

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