Capítulo 8

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Lauren's POV

15 de septiembre de 1997

Le gustaban los plátanos y siempre llevaba un lacito al final de su trenza. Le gustaba quedarse en silencio, escuchándote mientras tú hablabas. Le gustaba que le acariciaran el pelo en el momento que fuese. Le gustaba también escuchar música nueva, y adoraba leer por encima de todo. Sonreía y se acababa el mundo, porque nada más importaba. La miraba y sentía que si volviésemos atrás, pasaría por lo mismo que había sufrido con Luis sólo porque ni siquiera la mirase. Valía la pena por no verla sufrir, por no verla como yo estaba, porque tuviese una vida mejor. Y ella era tranquila, serena, tímida, introvertida pero a la vez se abría a ti en cuanto le dabas algo de cariño. Sus ojos no eran verdes como los míos, ni azules, ni de un color curioso. Eran comunes, ojos negros, pero la forma casi afilada que estos tenían, la manera en que lo formaban sus pestañas, hacían de sus ojos algo increíble, que te hacían sentir cosas sin siquiera decir nada.

-Me gustaría que dejases de mirarme tan fijamente.. -Susurró Camila, y salí del trance en el que había entrado al mirarla.

-¿Por qué? -Pregunté pasando la yema de los dedos por la palma de su mano, acariciándola de forma tan lenta y pausada que podía fundirme en ella.

-Intimidas. -Me dijo encogiéndose de hombros.

Estaba tumbada en la cama, como desde hacía una semana. Camila venía a verme todos los días, pero aún más cuando no había nadie en casa. Tenía el pelo recogido en una trenza a un lado, camiseta de tirantes blanca y unos pantalones cortos de tela vaquera. Las converse negras estaban gastadas, y la punta tenía algo de suciedad, lo normal.

-¿Quieres que te traiga algo de comer? -Preguntó bajando la mirada a nuestras manos, que yo no paraba de acariciar.

-¿Te has leído el libro que te regalé? -Hice la pregunta, pasando mi lengua por el labio inferior.

-No.. Tenía que terminarme uno y, entre el trabajo y el instituto.. Lo siento. -Cerró los ojos y los apretó, como si hubiese hecho algo malo.

-Eh, no importa. Léelo cuando puedas. -Puse una mano en su brazo para tranquilizarla.

-Vale.. ¿Quieres que te traiga algo de comer? -Repitió, y me encogí de hombros con una sonrisa.

-Como desees.

Camila decidió bajar a la cocina, y yo me quedé recostada en la cama. Me dolían bastante las costillas, y mi mano derecha estaba vendada. El moratón del ojo iba menguando, pero había adquirido un color verdoso mezclado con el morado de este, mala combinación. Le habíamos dicho a mis padres que cogí la moto de una amiga y tuve un pequeño accidente, nada grave, y que como la moto era de mi amiga cubría su seguro. Por suerte, coló.

Camila subió las escaleras con la bandeja en la mano, y la puso en la mesita de noche que había al lado de la cama. Traía un plato de pasta con un tipo de salsa que no conocía muy bien, pero que tenía bastante buena pinta.

-No hacía falta que hicieses todo eso. -Le dije observando cómo se inclinaba para coger el plato y me lo daba a mí junto con el tenedor.

-Necesitas comer.. -Sonrió un poco, nunca sonreía de forma completa, sonreía con muchísima timidez. Observé su cuello, sus marcas, cómo tras aquella camiseta estas intentaban esconderse pero se transparentaban por esta.

-Camila.. Tienes que decirme de qué son esas marcas. -Ella no levantó la cabeza de sus manos y se levantó de la Cama. -Camz, Camz. -La llamé tomando su brazo, aunque me dolió bastante al estirarme. -Por lo menos.. Déjame verlas. No puedo quedarme aquí sentada, viendo cómo cada día traes golpes nuevos.

girls like girlsWhere stories live. Discover now