Ever After High - One shots

Apple White

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Apple White

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En los majestuosos pasillos de Ever After High, donde los cuentos de hadas se entrelazaban con la realidad, Apple White caminaba con gracia y determinación. Su brillante cabellera dorada resplandecía con la luz del sol que atravesaba los vitrales encantados y su vestido, con sus encajes y detalles victorianos, ondeaba con cada paso firme que daba. Pero a pesar de su radiante presencia, su mente estaba ocupada por un pensamiento constante, un enigma que no podía resolver, T/N.

T/N, la hija del Espejo Mágico, era una figura envuelta en misterio. Nadie sabía exactamente de dónde provenía su conocimiento, ni cómo había llegado a Ever After High; pero su presencia imponía respeto. Su silueta era grácil y su mirada, profunda como el reflejo de un lago nocturno, parecía ver más allá de lo que cualquier otro pudiera percibir. Su piel tenía un matiz etéreo, casi perlado y su cabello caía en ondas de un color tan oscuro como las noches más profundas, con destellos plateados que recordaban a la superficie del mismo Espejo Mágico.

Apple, quien siempre había creído que su destino estaba escrito y que su corazón solo latiría por un príncipe, comenzó a dudar de ello la primera vez que sus ojos se encontraron con los de T/N. Había algo en ella que la hacía sentir diferente, como si el guion de su historia estuviera cambiando sin previo aviso y lo más inquietante era que, en lugar de temerlo, Apple lo ansiaba.

Una tarde, mientras caminaba por los jardines de la academia, Apple vio a T/N apoyada en una de las fuentes encantadas, observando el agua con una expresión pensativa. Apple, impulsada por una curiosidad que no lograba contener, se acercó con una sonrisa encantadora.

—Siempre pareces perdida en pensamientos profundos —Comentó Apple, inclinando la cabeza con dulzura.

T/N levantó la mirada y Apple sintió un escalofrío recorrer su espalda. Esa mirada, era como si la estuviera viendo realmente, no como la futura reina que todos esperaban que fuera, sino como la persona que era en su interior.

—Los reflejos guardan más secretos de los que las personas imaginan —Respondió T/N con su voz suave, pero cargada de sabiduría.

Apple se mordió el labio, sintiendo un repentino nerviosismo. Era extraño para ella sentirse así, ella, quien siempre tenía confianza en sí misma; pero con T/N todo era distinto. No era solo su presencia enigmática, sino la forma en que Apple se sentía cuando estaba cerca de ella, como si fuera más que la hija de Blancanieves, como si tuviera la libertad de elegir su propio camino.

—¿Y qué es lo que ves en mi reflejo? —Preguntó Apple, sin poder evitar la curiosidad.

T/N sonrió con un aire de complicidad y dio un paso hacia ella, reduciendo la distancia entre ambas.

—Veo una joven que ha sido criada para brillar; pero que teme lo que hay en la sombra —Susurró—Veo una princesa que se pregunta si el amor verdadero debe ser el que le han enseñado o el que su corazón realmente desea.

El corazón de Apple latió con fuerza. Por un momento, sintió que el mundo a su alrededor desaparecía y que solo existían ellas dos. Era como si T/N pudiera ver más allá de la imagen perfecta que todos tenían de ella, eso la aterraba y la emocionaba.

—No sé qué significa esto —Admitió Apple en voz baja.

—No tienes que saberlo aún —Respondió T/N, levantando su mano para apartar un mechón dorado del rostro de Apple—Solo tienes que permitirte sentirlo.

El roce fue efímero, pero Apple sintió como si su piel ardiera. No entendía cómo alguien podía provocar en ella sensaciones tan intensas con un simple gesto. Algo dentro de ella se quebraba y reconstruía al mismo tiempo, como si el destino que había creído inmutable estuviera reescribiéndose en ese instante.

Con el paso de los días, los encuentros entre Apple y T/N se volvieron más frecuentes, más íntimos. Se buscaban con la mirada en los pasillos, compartían conversaciones en susurros bajo la luz de la luna, y cada roce accidental se convertía en un anhelo contenido. Apple no podía ignorar lo que estaba sintiendo. T/N no era un príncipe encantado, ni el amor que le habían prometido en los cuentos; pero entonces ¿Por qué su corazón latía con tanta fuerza por ella?

En una de sus reuniones en la biblioteca, Apple y T/N pasaron horas hablando sobre sus sueños y miedos. Apple se sorprendió al descubrir que T/N también sentía la presión del destino, que incluso un reflejo podía cuestionar su propósito.

—A veces siento que solo existo para reflejar lo que los demás quieren ver —Confesó T/N, deslizando la yema de sus dedos sobre la cubierta de un libro antiguo.

Apple tomó su mano con suavidad, entrelazando sus dedos sin darse cuenta.

—No para mí —Susurró—Para mí eres mucho más que un reflejo.

El silencio entre ellas fue intenso, cargado de una emoción palpable. Apple sintió que su corazón iba a estallar cuando T/N, en un movimiento temeroso; pero decidido llevó la mano de Apple a sus labios y depositó un beso en el dorso.

...

La noche del gran baile real, Apple tomó una decisión. Con el corazón acelerado, la búsqueda frenética de una respuesta y el brillo de la incertidumbre en sus ojos, se dirigió al salón donde sabía que encontraría a T/N. Cuando la vio, de pie junto a uno de los grandes espejos del salón, supo que no había marcha atrás. Apple se acercó con paso decidido, ignorando las miradas de los demás. T/N la recibió con una sonrisa enigmática, como si hubiera sabido desde el principio que Apple llegaría a ella.

—He estado pensando en lo que dijiste... Sobre permitirme sentir —Dijo Apple, con un nudo en la garganta.

T/N no respondió de inmediato. En cambio, extendió su mano, invitándola a bailar. Apple la tomó sin dudar y juntas se deslizaron por la pista de baile. Con cada giro, con cada roce de sus manos, Apple sintió que finalmente estaba encontrando su propio reflejo en los ojos de T/N.

Al finalizar la melodía, ambas se quedaron quietas, mirándose fijamente. Apple sintió cómo la tensión entre ellas aumentaba y sin pensarlo más, cerró los ojos y se inclinó hacia T/N. Sus labios se encontraron en un beso suave pero lleno de emoción, sellando lo que ambas habían sabido desde hacía tiempo, que su destino lo escribirían juntas, sin importar lo que los cuentos dijeran.