Capítulo 04- Solo hay que esperar.

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-Hay que vengarnos-. Le dije a Max con una sonrisa malvada.

(...)

El timbre de salida sonó y no esperé mucho para recoger mis libros y ponerme de pie. Todos salieron de inmediato dejándome así de última. Miré la hora en mi celular y empecé a caminar en dirección a la puerta. Cuando de pronto Max llegó a mi lado con una corta sonrisa.

-July se tuvo que ir- informó.-Mañana es que pondremos la venganza en marcha. Hoy están entrenando-. Se rió.

-Está bien-. Sonreí.

-Si quieres te llevo a casa-. Me ofreció.

-Gracias, pero hoy quería llegar tarde, comer afuera-. Le sonreí.

-¿Te puedo acompañar?-. Me preguntó mientras caminamos a mi casillero.

-¡Claro que si!-. Le sonreí de lado dejando los libros en el lugar.

Terminé y salimos a la entrada. Para dirigirnos al estacionamiento. Se me había olvidado que el tiene auto.

Nos montamos y el salió del instituto.

-Que raro que Justin no está de novio con la popular. Por más que muchos crean que son historias repetidas, no lo es, en todos los institutos es lo mismo, dividido en clases sociales de alumnos, nerds, clase media, populares-. Se me ocurrió opinar.

-Es cierto, tampoco he visto a la chica popular aquí. A Justin con sus amigos del equipo, sí, ya que es Mariscal, y siempre el mariscal es el popular del instituto, y en ligas universitarias. Que instituto tan raro-. Se rió Max.- Aunque somos nuevos, July debe saber-. Suspiró.

Me reí.

-Entonces tu eras muy popular en el otro instituto. Eras el... MARISCAL-. Remarqué mi última palabra inspirada. Max rió y asintió con la cabeza, como con nostalgia. Me reí y lo empujé del hombro.- ¿A donde quieres ir?-. Pregunté.

-Si quieres vamos a comer, y luego caminamos un rato, después podemos pasar por starbucks por un café.- me respondió.

-Me gusta esa idea-. Respondí pensativa.-Aunque en esa caminaba debes tenerme paciencia- señalé mis muletas.

El negó divertido y tomó su celular para hacer una llamada mientras yo miro por la ventana.

(...)

7:48pm

Me reí metiendo helado en mi boca y ahogándome con este. Max me ayudó con unas palmadas en la espalda dejando su helado sobre la mesa.

-¿Qué te pasó?-. Se rió.

-Es que me da risa lo que dices-. No paraba de reírme.

-Es verdad-. Se defendió volviendo a su asiento.

Suspiré con una sonrisa y coloqué mi helado sobre la mesa. Tomé una servilleta y limpié mi boca, justo en frente de mi estaba un niño mirándome atento, miré a un lado incómoda.

-¿Hola?-. Le susurré. No hubo respuestas.

De inmediato apareció una señora hablando por celular, mientras toma la mano del niño para llevárselo sin decirnos nada. Y de cierta forma, sentía que había visto a la señora antes.

-Lucas, ¿cuántas veces te he dicho que no hables con extraños?-. Lo regañó al mismo tiempo que se lo lleva.-Lo sé Elizabeth-. Esta vez hablo con la persona en su celular.

Miré a Max y el me alzó sus cejas sin decir nada al respecto.

-Deberíamos ir a mi casa, para mostrarte el manchador de agua rojo, y... podemos pensar algo más. Tu pierna herida vale una venganza grande. Lo que pensaba era que como mañana no van a estar en los vestidores, solo nos encargamos de colocar nuestra venganza para el día siguiente-. Me explicó con una sonrisa malvada.

Mariscal de Campo. (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora