Capítulo 5: La Culpa

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Así que ese era Harry. Ese chico sentado ahora en el pórtico de su casa era él, ese que mentía, que miraba a los ojos a Liam cuando le decía que todo estaba bien, que había estado un poco mal por la escuela, pero que nada pasaba ("en serio, Li").

Ese que había engañado a su novio, aunque siempre creyó que sería incapaz de hacerlo. El que aún hoy fantaseaba con Louis, con su cuerpo, con su boca. Ese que aunque quería a Liam, aunque lo adoraba, y sabía que lo que había hecho estaba mal, y que debería decirle la verdad, se conformaba con abrazarlo y susurrarle al oído "yo también te extrañé".

Mierda. Ese era Harry.

Ese monstruo era Harry, y sin embargo Liam lo miraba aún como si fuera todavía ese chico un poco ingenuo que quería parecer más maduro haciendo comentarios sarcásticos. Sus ojos marrones de cachorrito le desnudaban el alma y aunque Harry sentía que cada mentira que había dicho se derrumbaba con su mirada, Liam seguía allí, intacto, inmune a la culpa y la vergüenza.

Harry sentía que podría estar gritándole todo lo que ocurrió en ese tiempo, todo lo que había ocurrido desde el cumpleaños de Zayn, y Liam aún le diría que lo amaba, y que le había hecho falta, y le besaría los labios con ternura haciendo de cuenta que no notaba como Harry evitaba devolverle el beso.

Y ese, pensó Harry, ese era Liam.

Después de que terminaron de hablar, y cuando el silencio empezó a volverse muy obvio, Liam invitó a Harry a tomar un café. Se pusieron de pie y se sacudieron los jeans, percudidos de tierra por llevar horas sentados en la entrada. Caminaron tomados de las manos, pero a una distancia prudente, como si sus cuerpos todavía no se adaptaran a esa vuelta a la rutina.

La mano de Liam, pensó Harry, era tibia, grande, firme. La propia, en cambio, se aflojaba cuando él dejaba de prestar atención, sus dedos se soltaban y era más como si Liam lo estuviera agarrando a que como si se tomaran de las manos. Era difícil porque o Harry se concentraba en la mano o se concentraba en la conversación, pero la mayor parte del tiempo se olvidaba de las dos cosas, y terminaba caminando en silencio, pensando en la horrible persona que era, en que había engañado a su novio, en que Louis besaba bien y en Louis. Simplemente en Louis.

Cuando recordaba en donde estaba, eso sí, y aunque era difícil volver a la conversación, decía un par de palabras, apretaba la mano de Liam en la suya y lo acariciaba torpemente con el pulgar, a modo de caricia y disculpa.

El abrazo de Liam llegó repentino, lo asustó un poco. Estaban en mitad de la vereda, Harry acababa de apretar su mano después de darse cuenta por décima vez que lo había soltado, y Liam lo tironeó hasta hundirlo en su abrazo. Habían pasado apenas algo así como un mes, quizá unas semanas más, pero Harry se sentía un poco más alto, como si ya no cupiera tan cómodamente en el cuello de su novio. Aún así era lindo, sentir su olor, cerrar sus ojos, sentir los dedos de Liam acariciando su espalda y su cuello mientras le murmuraba un centenar de preguntas y promesas.

—¿Estás bien, Haz? —preguntó por vigésima vez.

—Claro, Li —mintió Harry de nuevo.

Luego la caricia de sus labios en la mejilla, y los dedos navegando entre sus rulos, y Harry que realmente no quería mirarlo a los ojos pero Liam lo obligaba, alejándolo suavemente por los hombros, levantándole el rostro con un torpe mimo de frente con frente, y sonriendo así tan generoso como siempre.

—¿Seguro? —insistió—, sabes que te amo, que puedes decirme cualquier cosa.

Ugh. Otra vez le ardía la garganta y las lágrimas que se agolpaban en los ojos eran como agujas heladas.

—Claro que lo sé... —asintió. Corrió la cabeza, se soltó de sus brazos, y con un poco de torpeza volvió a tomar su mano.

—Entonces suéltalo. ¿Por qué no me dices que pasó? No soy —Liam suspiró, frustrado—. Sé que estás mintiendo, te conozco demasiado.

El club de los maricones | larry stylinson, ziam (lirry/ziall/nosh) |Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz