Capítulo 10: El Adiós

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¿Podemos hablar hoy?

Harry tipeó el mensaje y lo envió por pura costumbre, aunque ya conocía la respuesta. En diez o quince minutos llegaría un mensaje, seco pero no hostil: Liam le diría que no.

No podía evitar sentirse un poco mal por aprovecharse de ese modo de la amabilidad de Liam. Él, que lo conocía mejor que nadie, sabía que Li no podía sencillamente ignorar el mensaje, aunque quisiera hacerlo. Debería tenerlo un mínimo de respeto y darle su espacio, pero también sabía que si lo dejaba a su suerte entonces jamás volverían a hablar y él necesitaba aclarar las cosas. Por Louis.

Esperó casi media hora, dando vueltas en la cama. El sueño que había tenido, lleno de Louis por todos lados, no lo dejaba en paz, así que antes de que le ganaran los impulsos y se rindiera a enviarle un mensaje, decidió levantarse.

Louis no hablaba con él desde Leeds y Harry no podía culparlo al respecto. Se había comportado como un imbécil, había arruinado todo y después huyó, dejándolo solo. Estaba preocupado por él, por cómo habría reaccionado Zayn, su mejor amigo, y por cómo seguirían las cosas entre ellos, pero si Lou no quería hablarle al respecto, Harry no iba a obligarlo.

Estaba mirando una película con Gemma en el comedor, disfrutando de esos miércoles que se sentían como domingos cuando estaban de vacaciones, cuando el celular finalmente sonó.

Ok. Despues del almuerzo?

Te paso a buscar, respondió Harry.

x

Liam estaba cortando el césped cuando Harry llegó. Tenía puesta una remera holgada de los hombres equis y un pantalón de algodón bastante viejo. Estaba distraído, perdido en su propio mundo, y le llevó un momento darse cuenta de que Harry estaba allí, con las manos en los bolsillos, en la acera.

—Hey... —lo saludó Harry. Liam estaba tan sorprendido que los gestos de confusión se adueñaron de su rostro, ocultando el enojo.

—Hey... —le respondió. Apagó la máquina y lo observó un instante sin decir nada, sólo moviéndose para secarse el sudor de la frente—. ¿Quieres esperar adentro? Casi termino. Mi mamá quería verte.

Harry asintió y caminando con cierta incomodidad cruzó el caminito de baldosas hasta la puerta. Golpeó, pero Liam le hizo un gesto para que pase directamente. La mamá de Liam lustraba los muebles con un pañuelo en la cabeza. Al ver a Harry sonrió tan anchamente que lo contagió y poquito a poco, preguntas típicas mediante, él se fue soltando.

Cuando Liam terminó con el césped, Harry ya había encontrado una tarea en la que trabajar y lavaba la vajilla fina, porque al parecer los Payne tenían una cena importante esa noche. Algo que tenía que ver con el trabajo del papá de Li.

—¡Oh! No deberías... —dijo Liam, rascándose la cabeza. Harry negó apresuradamente mientras seguía con las copas.

—Yo terminaré aquí, ve a bañarte —le respondió.

Liam dejó la cocina poco después y cuando bajó las escaleras, con el pelo mojado y ropa más formal, Harry tomaba el té con su madre en el comedor. Hubo una conversación silenciosa entre ella y su hijo, de esas que se valen sólo de miradas. Después, Karen terminó de un sorbo su té y luego de una suave caricia en los rulos de Harry, se disculpó a la cocina.

Liam, de todas formas, insistió en conversar afuera. Karen tenía la manía de espiar ciertas conversaciones.

Se sentaron en la escalera del pórtico, admirando el césped verde y luminoso recién cortado.

—¿Le contaste? —preguntó Harry, para romper el silencio.

Liam negó suavemente con la cabeza, con la mirada perdida en algún lugar entre las líneas que separaban las baldosas. Sin mirarlo, respondió.

El club de los maricones | larry stylinson, ziam (lirry/ziall/nosh) |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora