Capítulo 37

6.5K 308 202
                                    

HOLA, MIS QUERIDOS LECTORES GUAPOS ;) PERDONAD QUE HAYA TARDADO MÁS DE LO PROMETIDO. LECCIÓN APRENDIDA: NO VOLVERÉ A PONER FECHA DE ACTUALIZACIÓN.

ÉSTE CAPÍTULO ES MUY TRANQUILITO, UN DESCANSO ANTES DE CHAFAR TODAS VUESTRAS ILUSIONES JAJAJA... OK, NO. ESPERO QUE OS GUSTE.

PD: LA FOTO EN LA DEL NUEVO MOBIL DE URIEL.


Capítulo 37

(Uriel)

Estaba muy confundido. Había pasado varios días tranquilos, con la sensación de estar flotando entre blandas nubes hechas de vapor, inmensamente feliz. Ni siquiera se le habían pasado por la cabeza las preguntas que se le deberían haber pasado. Sin embargo, ahora la realidad comenzaba a ganar fuerza en su consciencia y le aplastaba el cráneo a base de terrorífica incertidumbre.

Estaba saliendo con un chico. Un chico. Una persona de su mismo sexo. Sabía que era gay y que Luis le gustaba, pero no podía evitar el angustiarse por ello. Esa era su condenada naturaleza, reflexivo y pensativo hasta la enfermedad. Qué suerte.

El día estaba en brumas, apagado, con una carretera de negro asfalto forrando el cielo. Un cielo vestido de luto. Se respiraba la melancolía, una melancolía hermosa y poética casi palpable, harmoniosa y salvaje. A través de la ventana de su habitación se filtraba el fresquillo húmedo matinal característico del mediterráneo, meciéndole levemente el cabello enmarañado. A lo lejos, dónde las nubes tapaban a las montañas como una manta siniestra, los rayos de eléctrica luz resplandecían y se hacían notar tímidamente, incandescentes. Quizás alguno se habría caído del cielo al final del día, tal vez aterrizando sobre un pino carbonizado. Uriel sólo esperaba que no cayese ninguno cerca de su casa.

Era domingo, y su hermano Noel se había marchado esa misma noche, muy temprano. Había escuchado la puerta desde su cama, medio dormido. Pero sabía que no había sido un sueño. Entre semana solía acompañarlos a él y a su hermana al colegio, sin embargo, algunos fines de semana desaparecía de madrugada y volvía a media mañana. Días atrás, reuniendo todo su acopio y valor, le había preguntado la razón de ello. No sólo le dijo: "Es un cliente muy pesado, nada de lo que preocuparse". Uriel no lo creyó en lo absoluto. Noel era bueno enmascarando sus emociones, pero él era su hermano y lo conocía casi mejor que a sí mismo. Quizás mejor que a sí mismo.

Recordó aquel día de semanas atrás, as su hermano siendo penetrado en aquel baño, al hombre rubio llamado Elías arremetiendo detrás de él. Y lo gemidos de ambos... Ese fue el detonante que le hizo darse cuenta por completo de su verdadera sexualidad. No sabía si era un enfermo mental o un salido, pero le había gustado aquella escena en cierta manera. Se supone que tendría que haberle repugnado por el simple hecho de ser su hermano el que se encontraba en aquella situación y, sin embargo, no le asqueaba en lo absoluto. Uriel sospechaba que esos dos mantenían una relación extraña, además de ser la razón por la que su hermano desaparecía en diversas madrugadas. No lo podía asegurar, pero lo sospechaba fervientemente.

Uriel se removió en la silla, apoyando los codos en el escritorio y dejando de escribir. Su hermana debía de estar durmiendo todavía...

Oh, terrorífica incertidumbre. ¿Le gustaba realmente a Luis? Ahora no sabía que creer. Para empezar, el ojinegro jamás había dado muestras de que le atrajeran los hombres, al contrario que a él. Y para continuar, siempre formó parte del grupo de matones que le hacían la vida imposible en el colegio y, ahora, en la secundaria. En el fondo no importaba que Luis nunca le hubiese maltratado físicamente, nunca hizo nada para defenderlo apropiadamente. No es que le hiciese falta el ser defendido, pues él tenía claro que no permitiría que le pisoteasen a su antojo. Pero le hubiese gustado algo de consideración por su parte. En la escuela todo estaba igual, Luis iba con sus "amigos" y él con Dakota, como si ambos no tuviesen nada que ver el uno con el otro. Es más, cuando Carlos y Esteban se metían con él y Luis estaba presente, éste nunca hacía nada por echarle una mano, tan sólo se quedaba al margen y negando con la cabeza. Uriel no podía definir ese comportamiento de otra manera que no fuese como cobardía. Luis era un cobarde. Pero lo quería igualmente, aceptando esos defectos tan humanos y respetables. Él también era un cobarde en ciertos momentos, lo fue en muchas situaciones y lo sería más veces, aprendiendo con cada caída, con cada piedra en el camino.

MUERTE DE UN CHAPERO (homoerótica) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora