Escondía mi cabeza detrás de mi casillero, lo veía a través de las rejillas de su puerta.
Estábamos a escasos cuatro casilleros de distancia, una clase juntos y compartíamos autobús.
ÉL nunca me dirigió la mirada. YO siempre lo miraba.
Nuestras vistas chocaron a través de la seguridad de mi casillero, salté enseguida y dirigí mi mirada a los libros que guardaba en el. Oh no, me vio.
Escuché como su casillero se cerró con un golpe y acto seguido sus pasos junto con las risas de sus amigos resonaron detrás de mi. Volví a respirar.
Bien Ivania, todo como siempre. No nos descubrieron.
Golpee mi frente, debería dejar de hablar sola. El nunca se fijará en mi si sigo siendo la chica rara.