Mensaje 9

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De: Secretísima Virtual
Fecha: Lunes 8 de noviembre, 07:21 PM
Para: Xavier Wagner
Asunto: Nuestros ex

Hola, Xavier:
¿Por qué tendría que tener celos de Beatrice? Te guste o no, solo somos amigos virtuales. Vos tampoco deberías tener celos de Marcos, ni molestarte porque fui a la fiesta de quince de su hermana y no pude evitar charlar un rato largo con él. ¡Estaba tan caído el pobre! Pálido y dolorido, con la pierna estirada en una silla para que todos los chicos pudieran firmarle el yeso como recuerdo.
     Lo encontré cambiado, más maduro. ¿Te cuento parte de nuestra conversación?
    --Estoy muy arrepentido de la mala jugada que te hice cuando éramos novios. La otra chica era una caprichosa insoportable, y duramos apenas un mes. ¿Me perdonás?        
    --Sí, no soy para nada rencorosa.     
    --Entonces...                                           
    --Entonces podemos volver a ser amigos.
    --No me conformo con...
    --Mirá, eso es problema tuyo.
    --Podrías darme una segunda oportunidad. Todos tenemos derecho a...
    --Marcos, ¿dejamos este tema? ¿Amigos?
     Me fui antes de que me contestara o siguiera insistiendo.
     Como ves, XW, no soy tan estúpida como para caer dos veces en la misma trampa. Deberías creerme cuando te digo que eso se terminó. Aunque no pude dejar de hablarle porque se veía muy indefenso con su pierna enyesada, y me dio pena que después de nuestra charla estuviera triste y no hablara con nadie; desde la mesa de sus amigos, me dirigía miradas de carnero degollado que no contesté. En algo tenés razón: es un colgado y un histérico. Le gusta la chica que no puede tener y, si la consiguiera, en seguida estaría mirando a otra. Al despedirnos, me dijo al oído:
    --No te creas que no voy a insistir. Cuando se me pone algo en la cabeza...
     Me encogí de hombros como diciendo:
    --Problema tuyo.
     Y me fui.
     Marcos aparte, la fiesta estuvo muy divertida; pasaron rebuena música y varios temas de Fantasmas; bailamos, formamos rondas y comimos hasta reventar. Además de la comida, que era riquísima, los postres fueron mi perdición. Había mousses de dulce de leche, limón y frutilla, y seis tipos de tortas, entre ellas Rogel, que es mi favorita.
     ¡Ojalá estuviéramos ya en diciembre y faltara poco para mis quince! Estoy segura de que mi fiesta también va a ser sensacional. ¡Lástima que no vas a poder venir!
     De repente, a mi también me asaltan dudas: ¿así que pensás verla a Beatrice? ¿Le perdonaste que se hubiera quedado sin pilas antes que vos? Ahora que se viene a vivir a Buenos Aires, ¿no sentís un poco de nostalgia por irte a los Estados Unidos? Contame lo que pase cuando la veas y lo que sientas, igual que yo te cuento de Marcos. A los amigos virtuales también les gusta saber dónde están parados.
     La poesía número 20 de Neruda es la segunda que más me gusta del libro. Me alegro de que lo hayas leído; ningún otro chico que conozco se hubiera animado a hacerlo ni a confesarlo. Los versos que dicen:

   La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
    Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

me refuerzan en mi idea de no conocernos, XW. No quisiera que eso nos pasara a nosotros, como te pasó a vos con Beatrice y a mí con Marcos. Nuestra amistad virtual será única, diferente, y podrá durar para siempre, aunque te vayas lejos y yo, desde aquí, te extrañe horrores. ¿Cómo me puse tan romántica? No quiero que te burles de mí sin que me entere.
     Dejo para el final tu sensacional ofrecimiento: ¡claro que quiero tener un perro! Me encantaría que fueras vos el que me lo regalara, adelantado, para mi cumpleaños. Podría vivir en casa de mis abuelos, que tienen patio y jardín, y siempre se están lamentando por el ovejero que perdieron. Paco era un perro cariñoso y muy guardián, al que habían criado desde cachorro, pero un día se escapó detrás de la perra de enfrente, que estaba en celo, y lo atropelló una camioneta. A los abuelos les costó un año recuperarse y no quisieron saber nada más con perros. Aunque, hace una semana, justamente estaban hablando del tema: que ahora hay mucha inseguridad, que vivir en una casa sin un guardián es un peligro... ¡Todo por no confesar que se mueren de ganas de tener otro perro! Les voy a preguntar si aceptan el cachorro de Pancha que vos querés regalarme. No creo que les importe que no sea de raza pura; siempre están diciendo que los mestizos son los más nobles. ¿Le podría poner Xavier? Para tener un recuerdo. Total, así se llama tu tío norteamericano (¿no es increíble que ni siquiera conozcamos nuestros verdaderos nombres?). En cuanto me den el sí, arreglamos la entrevista secreta para la entrega del cachorro. Pensándolo bien: ¿y si mando a mi hermano a buscarlo? No tiene por qué saber lo nuestro..., digo, de nuestra amistad virtual. Rafa está completamente en otra, no piensa más que en patear la pelota y últimamente se le da por la música rapera a todo volumen y me vuelve loca con sus CD a cualquier hora, pero los perros le encantan y seguro que va a aceptar ir a buscarlo. ¿Qué te parece?
     Te escribo apenas tenga el sí de los abuelos. Un hijo de Pancha, con orejas blancas y marrones, mezcla de pointer y dogo... Ya me lo estoy imaginando y sé que ¡me va a encantar!
     La noticia pesadilla de la semana: a la profesora de Biología se le ocurrió poner una clase adicional, de tres horas semanales (¡a partir de la una de la tarde!), para hacer investigación en el laboratorio. Sinceramente, no soporto ver todos esos animales en sus frascos de formol; el olor me hace arder los ojos, picar la garganta, y a esa hora, con el estómago vacío, estoy a punto de descomponerme. ¡Odio estudiar ranas disecadas en el laboratorio! Preferiría analizarlas vivas y saltando en su medio natural. Además, tengo que pedir ayuda urgente a alguien en Literatura porque vamos a leer La metamorfosis, de Kafka, y tendremos que interpretarlo con fundamentos. ¿Cómo voy a analizar un libro que trata sobre un hombre que se convierte en cucaracha? ¡Ni siquiera soporto encontrar una viva en la cocina! ¡Esta semana voy a morirme del asco! Extraño los libros que leíamos en séptimo grado: Sospechosos al acecho, Aventuras en alta mar, El investigador sin rostro; novelas de misterio, aventuras, magia o terror. Con Analía, nuestra maestra de Lengua, teníamos total libertad para expresarnos con un dibujo, una obra de teatro, una maqueta, y cada uno podía hacer su propia interpretación (que era válida siempre y cuando la fundamentara). ¡Se armaba cada discusión! En cambio, ahora tenemos que analizar a un hombre-cucaracha. ¡Con lo que odio a esos bichos asquerosos! ¿Vos leíste La metamorfosis? ¡No me digas que te gustó!
     Mi humor mejora al pensar en el cachorro de Pancha. No veo la hora de tener el sí de los abuelos. Si lo tengo, ¡nunca te voy a olvidar, XW!
     Un beso virtual.

                                      Secretísima


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