21| Carta desesperada

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De: Xavier Wagner
Fecha: Miércoles 29 de diciembre, 08:44 PM
Para: Secretísima Virtual
Asunto: Carta desesperada

Querida Secretísima:
Este no es un mensaje sino una carta desesperada. Por favor, leela hasta el final y tratá de perdonar lo que vos llamarías mi "traición". Dame una oportunidad. ¡Es de vida o muerte!
Te mentí; hace meses que te miento sin poder evitarlo, si te hubiera dicho la verdad antes, nunca habríamos llegado a...
Mejor empiezo desde el principio, y te cuento esta historia paso a paso, para que me comprendas y te pongas un poco en mi lugar.
Fue pura casualidad que yo haya entrado en el locutorio ese día; hace tiempo que había dejado de ir ahí dado que los precios subieron y el malhumorado de la mesa de entrada me tenía harto. Pero un compañero y yo necesitábamos terminar un trabajo sobre Chiapas para el colegio, mi computadora estaba rota y nos faltaba una información importante.
Me instalé en una máquina del fondo y empecé a chatear con el chico de México que nos iba a mandar un archivo con los datos que precisábamos. Te vi en seguida y ya no dejé de mirarte (no sos CC sino una linda no creída con aires de tenerla clara), aunque vos solo tenías ojos para mi compañero de colegio. También noté que espiabas su página apenas él se levantó para ir al baño. Como tardó en volver, se me prendió la lamparita; lo esperé a la salida y le pregunté si le faltaba mucho.
-Ya me voy. Hace horas que tengo puestos los lentes de contacto y me arden los ojos ¿Por qué?
-Para pasarme a tu computadora; la mía está lenta, tarda en entrar en la página... Creo que la tuya no tiene problemas.
Aceptó, intercambiamos las tarjetas del locutorio y él se fue a buscar su bolso a la silla para guardar unos papeles. Mientras tanto, yo te miraba a vos. Para bronca mía, apenas volvió mi compañero, te vi tocar una tecla, levantarte como resorte e ir a la mesa de entrada. Hubiera querido seguirte hasta la puerta, preguntarte cualquier estupidez, que me vieras, pero fuiste demasiado rápida. Cuando me quise dar cuenta, ya te habias ido y mi compañero me hacía señas desde su computadora.
-Acaba de entrar un mensaje- me dijo cuando me acerqué- Abrilo. Si es del chico de México, copiá la información que me manda. Ya estoy viendo todo nublado.
Y se fue cargando su mochila con las iniciales de XW. Yo me quedé en su computadora y el mensaje raro sin abrir. ¡Cuando lo que yo quería era un pretexto para tenerte al lado! Me senté resignado. ¿Qué podía hacer? Vos te habías ido y, después de todo, yo tenía que hacer el trabajo sobre Chiapas. Abrí el mensaje y lo leí. Casi pego un salto y grito "¡Bieeen!", de la emoción. Querías una amistad virtual sin llegar nunca a conocernos, que nuestras confesiones fueran sinceras, conunicarnos por mail. Lo único que pensé es lo que yo quería: tiempo para conocerte, para conquistarte, para convencerte de que cambiaras de opinión. Tomé la personalidad de XW y su vida. ¡No tenía otra opción! Él no se iba a enterar... y vos tampoco hasta que llegara el momento de la verdad. ¡Y para eso faltaban todavía tres meses! Pensé que el viaje de XW (que era cierto) le daría ese toque de imposible que tanto les gusta a las chicas, y le agregaría un condimento extra a la relación. ¡Lo tenía todo tan bien planeado! Si la cosa no resultaba, siempre podía suspender nuestra amistad virtual de acuerdo con lo convenido, y los dos en paz. Lo primero que tenía que hacer era contestarte y cambiar mi dirección de e-mail. Lo hice sin pensarlo más.
Te mentí y empezamos a escribirnos, SV; un mes después estaba completamente perdido. Me gustabas, me gustás, como nunca, jamás, me interesó nadie (aunque tu madre diga que no hay que usar esas palabras). Ni siquiera como esa novia barilochense que tuve, porque en eso no te mentí sino que usé mi propia historia, que me venía como anillo al dedo.
En la kermés esperé impaciente durante horas hasta que llegaste al puesto de panchos. Decidí que, si no te acercabas, iría yo mismo a ofrecerlos con una canasta por todo el patio del colegio, con tal de conocerte y charlar un rato con vos. También pensé que a lo mejor no me gustabas tanto personalmente (después de todo te había visto una sola vez). Y no fue así. Me apuntaste con tus ojos de tenerla clara, y diste justo en el blanco; aunque fuera XW el encargado del puesto de tiro y el verdadero blanco de tus miradas detras del largavista de tu abuela. Durante el rato que estuvimos juntos, creo que hablé como loco sin dejar de vender panchos, rociando con la mostaza todo, y a todos, diciendo pavadas. Por lo menos te hice reír, aunque después tuve miedo de haberte parecido medio nabo.
Te seguí de lejos cuando fuiste al jardín a conocer a Pancha, y pensé en acercarme... No me animé. Aunque lo disimulo hablando sin parar, soy bastante tímido. Preferí esperar.
Al día siguiente, temblando de los nervios, abrí tu e-mail. Hablabas todo el tiempo de XW pero al menos yo figuraba y te había parecido simpático. ¡Ya era algo!
Nuestras citas a ciegas fueron un suplicio para mí. Cuando Beatrice te fue a entregar el cachorro, me confirmó todo lo que yo sabía: eras simpática, linda y divertida. Ella no es celosa porque ahora solo somos buenos amigos. En el recital estuve a punto de tracionarme y sudé la gota gorda cuando vi que te habías sentado al lado de la abuela de XW. Tuve miedo de que descubrieras el engaño; no sabés que mal la pasé. En la fiesta de las egresadas de tu colegio también viví momentos de gran tensión. ¿Dónde estabas? ¿Por qué no te veía? Creí que no habías ido, que era otra de tus formas de probarme. ¡Qué se yo todas las cosas que pensé! Hasta que te vi jugando al pool, vestida de negro y rosa, linda como un ángel. Más tarde, cuando me atreví a acercarme y hablarte, hubiera querido tomarte del brazo y confesártelo todo. No pude; tenia el corazón en la boca y, por los nervios, las manos transpiradas. No pude. Y me dolió que te fueras temprano, seguramente con ganas de ver a ese alguien que era y no era yo. En ese momento, mi único consuelo fue pensar que te vería en tu fiesta de quince y, entonces sí, no dejaría pasar mi última oportunidad. ¡Te iba a conquistar! A pesar de todo, me tenía fe.
Nos flechamos, y no te perdí de vista en toda la noche; así estuviéramos juntos o separados. Cuando nos despedimos en la terraza, y te confesé que quería darte un beso, supe que vos sentías lo mismo. Hubiera bastado un momento mío para tenerte entre mis brazos. Nos interrumpieron, y no pudo ser.
Pero podría ser. Porque, a pesar de mi gran mentira, todo lo demás que te conté en estos tres meses de escribirnos fue la pura verdad. Las dudas, los problemas y los sentimientos son auténticamente míos. ¿Qué importa que las circunstancias del viaje, una abuela que no tengo (y me gustaría tener) y una apariencia física que te atrajo menos que esas letras extrañas en una mochila fueran falsas? Si, cuando tuvimos la oportunidad de estar juntos, me elegiste a mí y no a él. XW es un fantasma que existió solo en tu imaginación y que ahora vive lejos. Yo soy un CC real y vivo cerca, pensando en vos. Yo estoy enamorado, SV, y te regalé a Xavier.
¿Podrás perdonarme por romper todos los pactos y las promesas que me obligaste a hacer? ¿Querrás encontrarte conmigo en el locutorio donde nos conocimos? Voy a esperarte en la puerta, todas las horas que sean necesarias, a partir de las seis de la tarde de mañana. Por favor, decime que vas a venir, que pronto serás mi novia. ¡Decime que sí!
Te abraza y te besa,
tu Xavier

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