Capítulo 1: Soy una perdedora, estoy de acuerdo con eso

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Actualidad.

—Bienvenidos jóvenes, es un placer estar una vez mas con ustedes —allá va con su rollo de siempre — como sabrán estamos en su último año de bachillerato — si, otra vez con eso—  Espero que de verdad mejoren sus calificaciones, de lo contrario repetirán el año.

La maestra de Cálculo integral que aparte es nuestra orientadora este año, habla con el mismo tono cansado y serio de siempre, lento, aburridísimo, con la misma expresión, con la misma postura.

—Me refiero a los jóvenes que aprobaron de milagro el año pasado — ay no, no me mire de esa manera — si señorita Alexandra, me refiero a usted — diablos — Así que se aplican o se aplican, hablo MUY enserio.

Si bueno, no soy la mejor para el estudio, nunca lo he sido, de milagro he llegado a este punto, los profesores no pueden conmigo y el sentimiento de fastidio es mutuo, no entiendo por qué pero los saco de sus casillas.

—Disculpe, profesora —me acerqué al final de la clase — ¿que me recomienda hacer para subir mis calificaciones? —esto me esta constando mas trabajo de lo que parece.

—Le recomiendo que estudie, se discipline y se tome las cosas en serio por primera vez —dijo con sorpresa pero sin dejar su tono estricto.

—¿No hay otra cosa? quiero decir, cómo logro disciplinarme. Me conoce, soy un desastre.

—Bueno en eso tiene razón — ¿¿qué??le  recomiendo que busque apoyo en sus compañeros que tienen las cosas claras.

—Ah, no entiendo.

—Júntese con alguien que le ayude a cumplir con tareas y trabajos, le recomiendo la buena influencia de la señorita Leticia

—¿Ella? No se si se ha dado cuenta, pero ella me odia

—No la odia, no dramatice, de todas maneras hablaré con ella para que sea algo así como su tutora, así podrá salvar el año, y la preparatoria completa.

—Oh ¡Muchas gracias! de verdad, no esperaba esto de usted — dije con alegría espontánea

—Bueno Alex, fue por su iniciativa, al parecer se esforzará— dijo la mujer de treinta y tantos –

—Le prometo que no la defraudaré —si claro como no.

Doña cerebrito ayudándome, nunca lo hubiera pensado, estoy segura de que me detesta. Todas me detestan. ¿Por qué? Es muy simple  ¿Qué es lo que piensas cuando vez a una chica rodeada de chicos? Que es una fácil o una marimacho. Pero no. No soy ni una fácil ni una marimacho. Sencillamente no es mi culpa que los chicos me busquen y prefieran estar conmigo, a diferencia de lo que todos piensan, ellos me ven como otro chico, un amigo en quien confiar, y divertirse; no como una chica con la que jugar de la manera en que ya sabemos. Desde que tengo memoria, he estada rodeada de hombres: mi hermano mayor, mi padre, una madre sin prejuicios que por aquel entonces pensaba que era adorable ver a sus hijos jugar juntos.

Me podías ver trepada en los árboles, jugando carritos, viendo caricaturas de acción, jugando futbol, corriendo detrás de todos los niños, con las rodillas raspadas, llena de mugre,  prefiriendo a Batman antes que a Barbie. Jugaba a todo lo que jugaban mi hermano y sus amigos, era feliz, sin complicaciones, a mi madre siempre le causó gracia; recuerdo  una vez que intento ponerme un vestido, regresando sucio y roto.

Mi vida fue cambiando, en las clases, las niñas me excluían, los niños me hacían caso, tuve muchos problemas con los profesores por mi mal comportamiento y travesuras, cosa que no era novedad. Hasta que mis padres se divorciaron, mi madre se fue a vivir a otro país, mi padre no dejaba de trabajar, el que me cuidó fue mi hermano dos años mayor que yo.  Cuando el pasó a la secundaria me dejo sola, cosa que solucioné 'buscando amigos. No era tan difícil, solo les seguía el juego, me ganaba su confianza, luego era la que decía que hacer, ellos me obedecían.

Con la llegada de la adolescencia, mis amigos se desarrollaron, dando pie a mas idioteces, cosas nuevas, yo ya no era la única chica, entonces, me convertí en su confidente, su consejera de amor, su paño de lágrimas.

Yo también crecí, perfecta según dicen las demás, con un cuerpo bonito, con unos ojos envidiables que cambian con la luz, con un cabello largo y de seda, aunque nunca le he dado importancia a esas cosas. Sigo siendo amiga de los chicos, algo más como un compañerismo real.

 Actualmente vivo con mi hermano y sus amigos (a quienes conozco) en un departamento no muy grande, él cursa la universidad.
Ahora me toca socializar con una chica, y no cualquier chica.

—Hola —dije despreocupada

—Eh —se asombró mucho-- ¿Hola? ¿Qué quieres?

—No sé si la profesora Bonilla ya habló contigo... acerca de una tutoría... necesito tu ayuda — dije nerviosa

—Si, ya hablo conmigo, pero ni creas que voy a hacer tu trabajo por ti— dijo a la defensiva

—¿Por qué lo creería?  Solo necesito de tu cerebro y buena influencia

—¿Por qué no le pides ayuda a tus amigos?

—Porque ellos están mucho peor que yo —dije— mira, no soy como piensas, si me esfuerzo, tu y yo nos podemos llevar bien.

—Lo dudo, pero como quieras, yo también necesito ayudarte, es como un servicio social — su tono era de desconfianza

—¿Servicio social?— eso suena muy feoBueno gracias, supongo —se dió la vuelta, dándome la espalda.

—Me tengo que ir — comenzó a caminar

—¡Espera! ¿Cuándo empezamos?—dije con cautela

—Cuando nos dejen tarea— lo dijo en un tono tan obvio que me hiso sentir estúpida, pero no importaba, tenía que hacerlo por mi padre, no le puedo seguir decepcionando.

La chica de los chicosWhere stories live. Discover now