"Inconsciente" #27

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¡Basta de llorar Annie!

¡No has parado de hacerlo desde que saliste de la pizzería!

Mis ojos han conspirado contra mí. Se han confabulado contra mi fortaleza y mi hostil carácter. Ahora... ahora estoy en la fría habitación que renté; sola, con el rostro humedecido y recostada en mi cama. ¿Y por qué lloro? Pues por muchas cosas en realidad, una de ellas es porque mi madre llamó hace dos horas preguntando dónde estaba y aunque tuve inmensas ganas de regresar a casa, porque evidentemente este lugar apestaba, no lo hice. Me limité a decir que necesitaba un tiempo sola. Y la otra, es por un tipo de cabello castaño, ojos avellana y tatuajes en el brazo derecho (ahora con un "look renovado") llamado Landon Cooper. ¿Cómo pude creer que cambiaría por mí? Las personas nunca cambian, solo tratan de mejorar por el bien de los demás; pero Landon ni siquiera hace el intento, él solo espera que trate de ver cosas que son invisibles para mí. Las palabras por ejemplo, esas no me sirven yo necesito hechos y él no me los da.

Carly, Megan y la estúpida rubia de la pizzería solo eran una muestra de todas las chicas que conformaban su lista. No estaba dispuesta a seguir aguantando más desilusiones, quizás mi orgullo era una barrera inmensa como él decía pero... me ayudaba a cuidar mi corazón y por ese simple hecho mi defecto-virtud ya era algo bueno.

Al menos yo lo consideraba así.

Abracé mi vientre sintiendo algo de compañía, mi bebé en cierta manera significaba una fortaleza. Irónico, porque parte de él (o ella) son de la persona que más detesto en estos momentos.

Me preguntaba qué pensaría Landon si se enterara de que tendríamos un hijo. No pude evitar que mi corazón se acelerara ante esa idea. Quizás, solo quizás, él cambiaría y dejaría esa arrogancia de lado.

Dijimos que íbamos a dejar las ilusiones de lado Annie.

Bien, debo dormir. Y aunque suene loco, porque son las dos de la mañana, debo ir a la universidad en cuatro horas como la responsable chica que soy.

El deber me llama pero el sueño me domina, el peor dilema estudiantil. Iugh.

...

Las clases en la universidad me habían pasado desapercibidas. Mi poder concentación estaba debilitado. Lo único que rondaba en mi mente cuando veía a los profesores mover la boca, era número uno comida, porque casi siempre moría de hambre; y número dos, Landon besando a la rubia. 

Primera nota mental: Debo parar de pensar en Landon.

Me encontraba haciendo la fila para pedir un emparedado de queso. No era pizza pero al menos significaba una simulación de esta y con eso me bastaba.

Divisé a Mark en el inicio de la fila, al instante captó mi mirada. Sonreí sin ganas, porque él se estaba comportando demasiado atento conmigo y yo simplemente no podía tratarlo de la misma manera. Es decir, algunas veces pensaba que si era muy amable con él confundiría nuestra amistad con algo más.

 —¡Hey Ann!  —me llamó, alzando una mano para que caminara hacia él.

—Perderé mi turno  —hable sobre la gente.

Mark siguió insistiendo.

No tenía otra opción, así que avancé hacia él, notando como su sonrisa se ampliaba en cada paso que daba.

 —¿Qué deseas comer? Yo invito —habló.

Negué con la cabeza  —No te preocupes. Solo comeré algo ligero, tengo clase en veinte minutos.

 —Veinte minutos son suficientes para mí. Vamos, yo invito  —inclino la cabeza hacia un lado— Di que sí, por favor.

Lo pensé por unos segundos.

WHEN SHE WAS A VIRGINWhere stories live. Discover now