Capitulo 14.

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El tiempo pasaba, la fiesta de presentación en sociedad de Viviana estaba ya cercana y la vibrante atmósfera de los preparativos se sentía en el ambiente.

Viviana había recuperado su confianza habitual y volvía a ser el huracán de la casa. Estaba encantada de que James volviera a seguirla a todos lados encantado y sobre todo, de la "buena" relación que había logrado con Townshend. Aún a pesar de que fuera correcto con el resto de la casa, hasta el punto de resultar ridículo, con ella seguía siendo prepotente y egocéntrico.

La duquesa viuda era feliz, completamente eufórica con la buena racha que estaban atravesando, pensando que ya era hora de un respiro muy merecido después de todo lo que les había pasado tras la muerte del duque de Sutherland.

Anna y Anthony iban a su ritmo. Tras tantos acontecimientos de dudosa calificación, estaban más centrados en resolver el problema de Louisa que en su recién estrenada relación. Seguían paseando solos por el jardín, hablando de cualquier cosa, pero el miedo a que algo malo pasara de verdad se seguía cerniendo sobre las cabezas de todos.

Aquella tarde, ambos paseaban tranquilos del brazo. Anthony acababa de regresar de una sesión extraordinaria del parlamento y nada más llegar había buscado a su prometida.

Era la primera vez en un tiempo que disfrutaban de una perfecta tarde de finales de verano con tranquilidad y en silencio.

No necesitaban palabras para comunicarse.

Como él hacía poco, aunque pareciese una eternidad, le había prometido, demostraba su cariño día a día. Annabela se sentía extraña, de una manera que ella nunca hubiera imaginado. Romántica como era, y con el maravilloso ejemplo del amor que se profesaron sus padres, esperaba algún día inspirar en su esposo la devoción que había visto durante toda su vida.

Pero en los últimos días, solo se dirigían la palabra para hablar de dos cosas: la fiesta de Viviana y el problemilla de Lady Louisa.

Por lo menos no peleaban, cosa que era del todo anormal, teniendo en cuenta el carácter de los dos, tan explosivo el de ella y tan impredecible el de él.

Anna no quería pensar que las cosas habían cambiado, pero era una realidad. Si, cuando se comprometieron llegó a pensar que serían capaces de amarse, ahora solo sentía una preocupación constante en la tripa, como si algo no encajara y no fuera a hacerlo nunca.

Pararon en uno de los bancos más alejados de la fuente; aunque fuera verano ya empezaba a refrescar y no apetecía coger un enfriamiento por estar cerca de las aguas cristalinas.

Ambos se sentaron en la pieza tallada de mármol y miraron al vacío, en silencio y con las manos entrelazadas.

-¿Qué estamos haciendo?- preguntó ella de repente.

-¿Por qué me siento así? - preguntó el a la vez.

Se miraron a los ojos y se dieron cuenta que pensaban en lo mismo. Tantos acontecimientos los habían distraído y ninguno se acordaba ya de la última vez que sus labios se juntaron.

Si Anthony se iba de viaje, se levantaba antes del alba y ella no podía despedirlo, aunque quisiera. Si volvía a casa, lo hacía tan agotado que no lo veían hasta el almuerzo del día siguiente. Y eso los hacía sentirse extraños.

-Perdón, habla tu primero- la invitó él.

- No, tú- declinó ella.

-Hace tiempo que no pasamos algo de nuestro día juntos. Quería decirte que nos fuéramos de viaje, pero mi madre me mataría, no sería apropiado- le contó.

-No pasa nada.

-Hace tiempo quería decirte una cosa. Pero no sé cómo empezar...- con el ceño fruncido, mesó su cabello, dejándolo tan desordenado como siempre lo tenía-. Voy a hacer como el día que nos prometimos, lo diré todo de golpe, como venga a mi cabeza... Aunque antes quiero saber qué es lo que tú ibas a decir.

Lord and Lady DevonshireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora