Es tu culpa, Castiel (Parte 1)

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Había pasado ya dos días desde aquel encuentro. En el instituto todo iba medianamente normal, no hubo ningún encuentro importante entre Castiel y Nathaniel ya que ambos estaban ocupados en sus asuntos, Castiel simplemente estaba aprendiendo nuevas canciones para tocar en su guitarra y el delegado últimamente tenía más trabajo de lo normal ya que estaba ayudando a varios alumnos nuevos a inscribirse y preparar algunos papeles para el viaje de fin de curso. Eran ya las nueve y ya había anochecido, al fin, Nathaniel pudo terminar su trabajo y disponerse a volver a casa, la cual estaba sola, ya que sus padres tuvieron que irse de viaje por trabajo y Ámber supuestamente iba a dormir a casa de alguna de sus amigas.

Comenzó a caminar deprisa bajo la luz tenue de alguna farola que se encontraba en la calle, estaba ya muy cerca de su casa cuando de repente escuchó a alguien caer trás él. Se giró inmediatamente encontrándose a un hombre pelirrojo con una botella de whisky en la mano y con la otra apoyada en el suelo.

-¿Castiel?-preguntó desconcertado. Un hombre mayor que ambos salió de la penumbra de la noche.

-¡Hey! Castiel-dijo con dificultad, era obvio que estaba ebrio-¿Es esa la rubia de la que hablabas?

Nathaniel le miró levantando una ceja.

-¿No has visto que soy un chico, gilipollas?-contesto molesto.

-Ay, no te enfades, rubita-se acercó, echándole el aliento apestoso a alcohol. Nathaniel le dio un empujón para que se apartara. Este se cayó hacia atrás, quedando en el suelo al lado de Castiel, que se encontraba casi dormido debido a todo el alcohol que había tomado.

-Castiel, ¿entonces nos ligamos a la rubia o no?-le pregunta haciendo que el delegado se enfadara aun más.

-¡Gilipollas! ¡Que soy un chico!-le dijo apretando los puños y a punto de proporcionarle uno.

-¡Tú, cállate, rubia!-contesta acercándose más al pelirrojo que estaba cabizbajo, el hombre gruñó- Castiel, la rubia no me quiere, ¿me quieres tú, verdad? ¿A que me das un besito?

El delegado incrédulo se acercó, y le dio una patada lo suficientemente fuerte como para que se alejara de Castiel, luego lo agarró del brazo, obligándolo a levantarse.

-Suficiente-dijo antes de salir arrastrando al pelirrojo por el brazo.

-¿Nath? ¿A-a dónde me llevas?-murmuró débilmente.

-Cállate-le ordena mientras sigue tirando de él unas dos manzanas más allá del lugar donde se habían encontrado. Finalmente llegaron a la casa de Nathaniel, quien soltó al fin el brazo de Castiel que tanteaba con las manos para poder mantenerse en pie. El rubio sacó un juego de llaves y metió la correcta en la cerradura, seguidamente abrió la puerta. Entró el primero.

-Pasa-Nathaniel entró por el pasillo a continuación escuchó un fuerte golpe contra el suelo, se giró para ver que ocurría. Allí vio a Castiel, que se la había pegado con el escalón de la entrada. Soltó un bufido y acudió en su ayuda.

-Encima de que tengo que traerte hasta aquí, ni siquiera puedes hacer nada solo-se quejó levantándolo y dejándolo en una silla del comedor, a continuación cerró la puerta y entró a la cocina para preparar un café bien cargado para el pelirrojo. Mientras estaba en ello escuchaba los bufidos, soplidos, suspiros que emitía Castiel. Realmente se veía rídiculo así, soltó una sonrisa.

Le entregó una taza de café humeante al pelirrojo, este simplemente la tomó dificultosamente, tardó bastante en terminarla y en cuanto la terminó Nathaniel también había acabado de cenar.

Una NO historia de amor [Corazón de melón]Where stories live. Discover now