Dulces

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 —Castiel, no creo que sea una buena idea.

—Cállate, no se van a dar cuenta, puedes decir que tenías trabajo en el instituto—dijo mientras seguían andando en la ciudad.

—Pero...—el pelirrojo lo interrumpió.

—Ya no puedes arrepentirte—llegaron al fin a la casa de Castiel, ambos entraron. Nathaniel lo siguió hasta llegar al salón. El pelirrojo entró en su habitación mientras que el delegado se quedó allí. Poco después lo vio salir.

—¿Quieres comer algo?

—No, no tengo hambre.

—Ni yo—contestó.

—Entonces vamos a estudiar—dijo dejando un par de libretas sobre la mesa del comedor—¿Y tus padres?

—¿No es obvio? Están de viaje.

—Ah, es cierto—el rubio se sentó en la mesa.

—¿Qué crees que estás haciendo?

—Me dijiste que íbamos a estudiar...—contestó Nathaniel confundido.

—¿Eso dije?—el pelirrojo bufó y se sentó al lado del rubio.

—De la página 46 a la 83 hay que...—y ahí fue el momento en el que Castiel dejó de prestar atención, miraba al delegado señalar cosas en un libro enorme, hablando con tono serio y mordiéndose el labio de vez en cuando. Oh, mierda.

—¿¡Castiel!?—el pelirrojo despertó de su ensimismamiento.

—¿Qué?

—Me da la impresión de que no me estás escuchando...

—Es que no te estaba escuchando—Nathaniel soltó un gruñido.

—¡Pon atención por una vez en tu vida!

—Mi atención está en otras cosas—sonrió con arrogancia.

—¡Deberías intentar centrarte! ¡Así no irás a ningún lado!—cuando giró la cabeza vio que la cara de Castiel estaba mas cerca de él de lo que esperaba, intentó separarse pero el pelirrojo no se lo permitió, ya que colocó ambas manos detrás del cuello del rubio. El delegado se sonrojó y bajó la mirada, sabía lo que iba a ocurrir, un par de segundos después se armó de valor para mirarle a los ojos y se percató de que la mirada de Castiel estaba dirigida a sus labios, ante tal escena una parte de él quería que le besase, pero la otra decía que aquello no estaba bien. Nathaniel se mordió el labio nervioso, luego el pelirrojo lo soltó y se separó de él riendo casi a carcajadas.

—¿¡Q-qué diablos haces!?—le gritó el delegado.

—¿Por qué? ¿Querías que te besara? Pensaba que no te gustaba que lo hiciera—Nathaniel desvió la mirada al suelo.

—Nunca dije eso—respondió para la sorpresa del pelirrojo.

—¿Ah, no?—preguntó sarcásticamente—Vale, explícame eso—señaló un ejercicio del libro

El rubio lo miró perplejo, no se esperaba esa reacción. Pensaba que iba a lanzarse encima de él o algo parecido.

—En el año 1492...—esta vez Castiel comenzaba a poner atención a las explicaciones del rubio por muy increíble que parezca. Ponía atención e incluso intervenía de vez en cuando para preguntarle lo que no comprendía.

—¿En qué siglo se descubrió América?—señaló la pregunta en el libro.

—En el quince—contestó.

Una NO historia de amor [Corazón de melón]Where stories live. Discover now