Imprevisible (Especial)

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Después de miles de años... XD Lo siento, prefiero no poner excusas... 

Ignoren la letra en cursiva. 

Lysandro apretujaba a aquel chico entre sus brazos tratando de que se despertara pero era imposible. Armin no quería abrir los ojos. Entonces hizo lo mismo que la anterior noche, le dio un beso en la mejilla, luego la nuca y finalmente cerca de la comisura de los labios.

Él comenzó a reaccionar, abrió los ojos y vio al chico victoriano a menos de dos centímetros de su cara, sobresaltado se levantó, soltándose del agarre.

—¡Lysandro!—se quejó pero antes de que volviera a hablar el otro chico lo interrumpió.

—Estaba intentando despertarte.

—¡Pero para eso hay otras formas!—replicó algo sonrojado.

—Ya, pero creí que era mejor opción darte besos que tirarte de la cama—contestó encogiéndose de hombros. Él bajó la mirada, tenía razón, eran mejores los besos a darse una ostia contra el suelo, sí.

—Vo-voy a la cocina, puedes cambiarte ahora—dijo huyendo del lugar y cerrando un poco la puerta. El chico victoriano se quitó la camisa, dejando su torso al aire cuando de repente Armin volvió a entrar. Él abrió la boca varias veces antes de hablar, joder, se sentía nervioso al tener a Lysandro tan cerca y con tan poca ropa.

—¿Qué?—rió.

—Que...quería preguntarte si prefieres leche o café.

—Café, por favor—dijo vistiéndose nuevamente.

—De acuerdo—Armin se giró y rezó porque no hubiera visto su sonrojo. Salió en dirección a la cocina para continuar preparando el desayuno. No se percató cuando Lysandro entró, puso un par de croasanes en un plato y cuando se giró nuevamente fue cuando lo vio. El chico victoriano sonrió al ver la cara del muchacho.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí?

—Un rato...—respondió.

—Me has asustado—contestó colocando el plato de croasanes sobre la mesa y entregándole una taza de café al otro y otra para él.

Ambos se sentaron en la mesa para comenzar a desayunar. Armin comía tranquilo, hasta que se dio cuenta de que Lysandro no le quitaba el ojo de encima.

—¿Por qué no dejas de mirarme? Me das miedo—dice con una sonrisa.

—Estás especialmente adorable por la mañana—responde. El chico de ojos azules se atragantó con el café—ah, y también cuando duermes.

—Eres muy cursi—dijo fijando su mirada en el croasan.

—Es la verdad, mírate: tienes el cabello despeinado, los ojos adormilados y tus gestos son... adorables.

—Deja de decir cosas como esas...—musitó ruborizado.

Lysandro sonrió y dio un mordisco a su croasan mientras que el muchacho seguía sin dirigirle la mirada. Continuaron desayunando hasta que finalmente acabaron, Armin recogió las tazas y el plato que usaron y con la ayuda del chico victoriano los lavó y colocó en su lugar.

—¿Puedo quedarme un poco más? No tengo ganas de ir ahora a la tienda para que Rosa me acompañe a abrir la puerta de la casa.

—Claro que puedes, pero... ¿por qué tiene que acompañarte Rosa?—contestó.

Una NO historia de amor [Corazón de melón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora