01. Primer día

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Su risita me sacaba de quicio.

—¿Qué es tan gracioso? —murmuré ligeramente irritado, sobándome la cabeza luego de haberme golpeado contra la reforzada luna de nuestro vehículo.

Ferid Bathory me entregó un café bien cargado sin despegarle de vista al semáforo que teníamos al frente. Un poco somnoliento, lo acepté al igual que la hamburguesa con queso. El delicioso aroma hizo que mi estómago rugiese de inmediato y él no perdió ni un segundo en mofarse del embarazoso ruido.

—¿No dormiste bien? —inquirió y giró el timón para dar con una curva cerrada que nos llevaría a nuestro destino.

El movimiento hizo que parte del líquido caiga sobre mis muslos. No pude contener mi grito de sorpresa e irritación ante la repentina mancha sobre mi uniforme.

—Asumo que eso es un no.

—¡Ferid! ¿Sería mucho pedir que conduzcas como una persona civilizada? —gruñí. Cogí un puñado de servilletas y limpié la tela. Ferid tiene suerte de no haberme quemado o le hubiese dado un puñetazo en la ingle.

—Querrás decir como un vampiro civilizado, mi querido subordinado —corrigió Ferid.

Mi compañero volvió a soltar esa traviesa risa y me ofreció un pañuelo de tela con sus iniciales bordadas. Podía notar sus blanquecinos colmillos cuando sonreía. Lo acepté extrañado y dije:

—¿Siempre traes esto contigo?

—Es parte del traje de un caballero, Mikaela.

Volví a bufar.

—¿Qué te ha tenido despierto por tantas horas? Y ni te atrevas a negarlo. Tus ojeras hablan por sí solas.

—No es que no haya dormido bien —admití. Utilicé su pañuelo para secar mi pantalón lo mejor que pude—. Últimamente he tenido unos sueños muy extraños...

—Con esa cabellera rubia tan larga como la tuya, no me sorprendería si se enredase en tu propio cerebro. Deberías darte un corte. No sé... ¡Una nueva imagen! Con esa trenza parece que vivieses en los montes de la vieja Europa y fueses a ordeñar una maldita vaca.

Sus comparaciones siempre se volvían creativas cuando me pedía a gritos que eligiese un peinado tan corto como el suyo. Ferid tenía la tendencia de ponerse exquisito al momento de hablar sobre la moda.

—¡Qué chistoso! Mi cabello no tiene ninguna relación con mis sueños...

—¿Entonces...?

—No sabría cómo explicarlo sin sonar como un demente. Al pasar la medianoche, al intentar conciliar sueño, siempre veo cosas inexplicables. Recuerdo que caminaba por unas ruinas y, al adentrarme a la ciudadela, me encuentro con un muchacho aplastado por una enorme pared. Caigo en un descorazonado llanto a su lado, pero al ver su sangre por el suelo, tengo la necesidad de lamerla. Tenía mucha, mucha sed. Era como si yo fuese un vampiro. ¿Puedes creerlo?

—¿Puede que sea tu deseo interno de querer convertirte en uno? Aunque sabes que está prohibido. —Ferid pisó el acelerando en toda la amplia avenida—. Desde que se crearon esas leyes en el 2046, tienes que hacer un montón de papeleos para que el Gobierno te dé permiso.

No tenía la menor idea. Me sumergí en mis pensamientos y nos mantuvimos en un silencio prolongado. Mucho después de considerar el significado de aquel sueño, giré hacia él y murmuré:

—¿Crees que es como una reencarnación o...?

Mi cuerpo fue impulsado hacia adelante y mi cuello se lastimó con el borde del cinturón de seguridad. Ferid frenó de golpe en medio de dos patrullas, quemando el caucho de las llantas.

¿Quién asesinó a Guren Ichinose?Where stories live. Discover now