11. Tres son multitud

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René Simm se colocó sus gafas, retirándose los molestos mechones de su alborotada cabellera negra y los acomodó detrás de sus orejas. Él continuó pasando varias páginas de su libro, revisando el índice de vez en cuando. Al momento en que examinó el capítulo correcto, mi amigo aplaudió con alegría, pero fue callado de porrazo de un manotazo.

—Basta —murmuró un joven vampiro de pelo morado con el torso desnudo—. Intento dormir, René —Él le piñizcó una de sus tetillas, dejando que su enamorado gima de dolor.

—¡Lacus! —ladró el pelinegro, ruborizándose y dándole una ligera patada bajo las sábanas.

Como era de costumbre, Lacus lo ignoró y se volteó para el lado contrario, dándonos la espalda para continuar durmiendo. No lo culpo; en mi desesperación, había llamado a René para que me ayudase con el enfermo mental que me tenía acorralado a mitad de la noche. He estado arrinconado desde el almuerzo y mi estómago no ha parado de rugir. En mi locura, casi ofrezco mi trasero a cambio de un plato de comida. Cualquiera pensaría que estaría actuando como una prostituta muy barata.

—Disculpa, ya sabes cómo es Lacus cuando se trata de descansar. Desde la explosión, le han encomendado buscar muchos archivos en línea. El pobre no ha parado desde entonces —me explicó, acariciando su espalda—. Al menos no ha demandado que cuelgue la llamada.

—No, no me molesta para nada —le aseguré, acomodándome sobre la incómoda silla de madera. A la próxima vez, instalaré una cama—. En fin, ¿qué te tuvo aplaudiendo como foca de circo?

—La condición de Yuuichiro es preocupante como me has contado —replicó con seriedad, releyendo parte del texto que ha encontrado en uno de sus libros de medicina—. Desde que se conocieron hace como una semana atrás, tú siempre notaste que él era una persona infantil, enervantemente feliz, demasiado hablador. Y de repente, él da un cambio radical de 360 grados, ¿verdad?

—Sí, por más que Yuuichiro me haya causado problemas, no es tan malo como el psicópata pervertido, vulgar y degenerado que tengo en mi sala —afirmé, dejando que un horrible escalofrió recorra todo mi cuerpo de tan solo recordar sus asquerosas palabras.

—Lo más alarmante de lo que me relatas, es que él mismo se ha denominado Yuichiro Hyakuya. No Yuuichiro, sino Yuichiro —repitió como si me tratase de un retrasado mental—. Yuichiro Hyakuya; un joven calculador, depravado y altamente agresivo.

Asentí una y otra vez, y lo seguiría haciendo cuantas veces sean necesarias para que mi compañero me dé las noticias de una maldita vez. Tengo una curiosidad insaciable para aprender cómo combatir a ese engendro de dos patas que podría incendiar mi vivienda si no le entrego la virginidad de mi trasero.

—Al parecer, la persona que salvaste padece de una condición fuera de lo común —prosiguió, alzando el libro para ver su contenido. Él amplió la cámara sobre el titulo—. Doble personalidad.

—¡Qué! ¿Estás seguro que no es posesión demoniaca? ¿El espíritu de un violador de cabras? —insistí sin poder creer lo que acababa de escuchar de sus labios.

René me sonrió a medias, destellando un brillo de burla en sus ojos y meneó su cabeza de manera negativa. Él se cubrió la boca con ambas manos e intentó contenerse la risa.

—Mikaela —hizo una pausa, retirándose los lentes para colocarlos sobre su velador—. Los vampiros no pueden ser poseídos por demonios. Tú muy bien lo sabes. Solo los humanos que desean blandir armas demoniacas pueden. Y claro, los demonios de clase A como nuestra querida Cäcilie.

—¿Entonces? ¿Qué puedo hacer? —cuestioné, sudando como un cerdo.

Cada vez más, me estaba metiendo en un hoyo negro. No solo tenía el caso de Ichinose sin resolver, las cuentas por pagar del auto de Ferid, la sangre de la virgen que le prometí, conversión ilegal de un vampiro, amenaza contra la vida de un detective superior; sino también, a un demente bajo el mismo techo.

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⏰ Last updated: May 28, 2022 ⏰

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¿Quién asesinó a Guren Ichinose?Where stories live. Discover now