Capítulo 17

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Entre millones de cuestionamientos internos, logré conciliar el sueño. 

A la mañana siguiente, desperté con un dolor de cabeza infernal, me sentía mareada, por lo que decidí tranquilizarme y quedarme en cama todo el día, aunque no pude volver a dormir.

Tantas cosas pasaban por mi mente, que me era imposible concentrarme en una. Me sentía dentro de una tormenta que no cesaba. 

Escuché a mi hermano hablar en un tono más elevado de lo normal, y minutos después, alguien tocaba mi puerta. Como pude, me levanté, tambaleándome, llegué a la puerta y abrí, me encontré con mi hermano de ceño fruncido —tan sarcásticamente raro en él—. 

—¿Qué? —gruñí. 

—Un chico te busca, dice que te conoce, le dije que estabas durmiendo, pero es insistente.

—¿Mencionó su nombre? 

—Sí, se llama Travis. 

—Dile que suba. —le ordené.

—¿Estás loca? —vociferó— Mamá y papá podrían regresar en cualquier momento, ¿qué les diré si te encuentran con un chico en la habitación? 

—Si llegan, yo lo arreglaré. 

Morrison no respondió, y bajó de mala gana. 

No me molesté en mi apariencia, me senté en la cama, y esperé a que subiera.

Travis abrió la puerta, sin más, su cara ilustraba preocupación.

—Necesito que hablemos. 

—¿Qué sucede? —abrí los ojos más de lo normal, a lo que Travis se acomodó a mi lado.

—Siento llegar así, Ad. Sé que no te incumbe, pero no encuentro a quién más acudir... —suspiró, más no terminó la frase.

—Dime qué pasa. —levanté un poco la voz, intentando no escucharme grosera. 

—Hoy me compré un móvil. —me mostró un teléfono que simulaba la edad de piedra, a duras penas parecía tener pantalla táctil— Y quise comunicarme con mi hermano. Cuando por fin lo logré, me encontré con muy malas noticias. 

—¿Le sucedió algo a tu hermano? —no podía creer lo que estaba viviendo, ¿los hermanos de Travis también habían salido del libro? 

En unos segundos logré recordar lo que Travis me había dicho días atrás, él mencionó que me llamaba igual a su hermano. 

—Mi hermano está en Argentina hace unos días por un campeonato de póker. Todo termina mañana, más él apostó también en carreras de caballos. Al parecer le debe 50.000 pesos argentinos a un prestamista. —apretó los puños, quizá con rabia— Es mi único hermano... —hizo una pausa y continuó— en realidad, es el único familiar que tengo. No quiero que le ocurra nada malo. Los prestamistas son jodidos, y le dijeron que le extendían el plazo para entregar el dinero hasta el primer día del siguiente mes.

¿El único familiar?... —pensé. 

—¿Y qué propones? 

—Gané bastante dinero en las peleas, pero no me alcanza para pagarle. —alegó— Tendré que buscar otro método. 




Maravilloso DeseoWhere stories live. Discover now