Ayudando a una abuela.

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Ross caminaba por la calle con una sonrisa de satisfacción, la verdad es que decidió conducir hasta el "trabajo" pero se bajó mucho antes para poder caminar con esa sonrisa. Al llegar al restaurante todos lo miraban con el ceño fruncido, uno de los trabajadores incluso se atrevió a bufar, mientras que todos empezaron a bufar de a poco, claramente había sorpresa en el ambiente, porque no era nada común ver a Ross en ese lugar.

Ross caminó hasta llegar al lado de Calum, el jefe y al mismo tiempo supervisor del lugar. Calum abrió los ojos con sorpresa, pero enseguida cambió esa expresión por una más relajada (o eso pensaba él).

—Pensé que no vendría más por aquí —dijo Calum cuando Ross estuvo lo suficientemente cerca.

—Yo también, pero decidí obedecer a mi abuela para no darle canas verdes —respondió Ross levantando los hombros.

—Entiendo, ¿significa que estás dispuesto a trabajar? —preguntó Calum enarcando una de sus cejas.

—Claro que sí —Ross sonrió de manera altiva.

—Entonces sígueme.

Calum empezó a caminar, aunque realmente Ross no se veía motivado, él tenía sus sospechas pero nunca las diría. Sólo sabía que no debería confiar en Ross, porque podría salir con cualquier locura. Además, estaba claro que tendría un día demasiado complicado, porque con Ross las cosas nunca son fáciles.

—...—

Laura estaba cantando y con eso miles de personas se acercaban a ella, y como había un cartel improvisado donde avisaba que vendía galletas, las personas dejaban el dinero en una caja y se llevaban su paquete de galletas. Mientras Laura sonreía, a ella siempre le gustó cantar, pero nunca se perfeccionó en ello. Después de estar dos horas en ese lugar, se sacó las orejas de gato (que se puso para llamar la atención, estaba vestida como el personaje de 'Hello Kitty', era una especie de juego. También toda su ropa era de color rosado). Empezó a contar las ganancias.

—Mm... de acuerdo, gané diez mil pesos, con setecientos cincuenta —Laura guardó el dinero en su bolsillo, y también el cartel. Ahora empezaba a caminar por una calle vacía del centro.

—¡Ah...! —sintió un grito de horror, de dolor, de terror. Entonces movió su cabeza en todas las direcciones posibles, mientras buscaba algo. Algo había pasado y estaba claro que era algo malo. Rápidamente siguió esa voz, empezó a correr, pero se encontró con una escalera, y bajo esa escalera... había una mujer de edad avanzada tirada en el suelo, sangrando.

—...—

—Ya te dije que no lo haré —respondió Ross cruzándose de brazos.

—Si vas a trabajar aquí, tendrás que ser un camarero y tomar las órdenes de los clientes —respondía Calum.

—No quiero, eso es un trabajo humillante —Ross se levantó de manera abrupta —¿Acaso crees que tienes derecho suficiente cómo para humillarme?

—Ross, ningún trabajo es humillante —respondió Calum levantándose también —Me estás haciendo perder el tiempo, si viniste a trabajar, deberás ser camarero.

—No quiero —respondió Ross cruzándose de brazos, como si fuese un niño.

—Eso significa que viniste hasta aquí sólo para perder el tiempo, porque no hay otra cosa que puedas hacer —explicó Calum, intentando salir de aquel armario donde guardaban los uniformes de los trabajadores y también había cajas con comida, para cocinar. Ross tomó el brazo de Calum —¿Qué me quieres decir ahora? —preguntó Calum cansado.

—Quiero cocinar —expresó Ross pasivo.

—¿Cómo? —Calum empezó a reír —Te conozco bien y sé que nunca en tú vida has cocinado, tal vez sonríes tanto porque piensas que tienes poderes sobre mí, pero no es así. Martina será tu abuela y todo eso, pero si fueses un buen nieto sabrías que la perjudicarías mucho al cocinar, porque los clientes se quejarían mucho —dijo Calum. Ross quería decir algo, pero Calum lo dejó sin palabras. Calum salió de esa oficina, mientras Ross sólo pateaba las cosas a su alrededor, por primera vez en su vida se sintió completamente humillado y más que nada por alguien inferior a él, eso era algo que nunca imaginó, algo terrible. Suspirando se sentó en una de las sillas cercanas y empezó a tocar su cabello con completa desesperación. Aunque recordó que su abuela iría a un lugar completamente lejano del que quizás jamás podría volver y así se sentiría mucho más tranquilo, sin tantas obligaciones, podría descansar.

—...—

Laura utilizó todas sus fuerzas para poner en su hombro a aquella anciana, la anciana dormía, obviamente había sufrido una fuerte caída. Antes de tomarla puso una servilleta en su cabeza con la cuál intentaba poder detener un poco la gran hemorragia de sangre, la verdad es que la anciana se veía delgada, pero pesaba un poco. Entonces mientras caminaba, divisó un consultario un poco cercano. Con sumo cuidado, entró.

—¿En qué puedo ayudarla? —preguntó la secretaria.

—Hola, yo iba caminando por la calle y vi como esta señora se caía de una escalera —explicaba Laura completamente asustada al ver que su cabeza sangraba un poco más —La verdad es que se encuentra en un pésimo estado, y estaba completamente sola.

—¿Es su familiar? —preguntó preocupada.

—No, por eso me urge que la revisen, quiero estar tranquila.

—La trasladaremos a un hospital, donde será internada para poder detener la hemorragia —la secretaria habló por teléfono con un hospital, apretó un botón de color rojo y rápidamente una camilla llegó, donde se llevaban a esa señora de inmediato. Para la mala suerte de todos la señora estaba sin ningún documento, entonces no se sabía quién podía ser.

—¿Adónde se la llevarán? —preguntó Laura al ver que la subían a un camión de hospital.

—A nuestro hospital afiliado —respondió la secretaria —¿Ya te tienes que ir? —preguntó mirándola.

—Sí, pero quisiera tener más datos del hospital para saber de esa señora, como no hay documentación, quisiera ayudarla a encontrar a su familia —Laura se veía muy mal —Hubiera ido con ella, pero tengo que ir a ver a mi hermano.

—¿Por qué no dejas tú celular, y yo te llamaré cuándo tenga datos? —Laura se sintió un poco confundida, ya que aquella secretaria no tenía mucho que ver con el otro hospital —La chica que se llevó a la anciana es mi hermana, la llamaré en unas horas —explicó para tranquilizar a Laura.

—Oh, claro —Laura suspiro completamente aliviada —Me encantaría poder saber de ella.

—Yo te ayudaré con gusto.

Laura le dio su número de celular a la secretaria, después se despidieron ambas con sonrisas y un abrazo (que Laura necesitaba para poder sentirse completamente tranquila). Después de un rato, Laura suspiro y siguió con su camino. Tuvo que volver a pasar por esa escalera, donde la sangre de la anciana ya había sido limpiada, buscó algún indicio para saber más sobre ella, pero no encontró nada útil. Entonces siguió con su camino. Se dio cuenta de que el paradero de la micro estaba en un parque, se quedó parada en el pasto observando todo, el aire fresco la relajaba muchísimo, era algo muy rico, algo muy relajante y muy gratificante.

—¿Laura, eres tú? —sintió la voz de una chica y rápidamente se dio vuelta, al reconocer esa voz, aunque sonaba más madura que antes.

Gracias por el apoyo! Me sorprende recibir tanto apoyo sinceramente, gracias por siempre leer y votar! Nos leemos pronto!


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