Ayudando al trabajo.

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Ross de pronto se dio cuenta de que llevaban mucho tiempo abrazados y sin dar marcha atrás simplemente rompió aquél abrazo. Laura lo miró con extrañeza, ese comportamiento no era habitual en él.

-Iré a mí habitación... -comentó nervioso él rubio mientras rascaba su cabeza. Laura sólo asintió con la cabeza, porque no sabía qué decir. Ross vio eso y suspiró para aliviar un poco la tensión que él mismo había creado. Sonrió con un poco de incomodidad y subió las escaleras rápidamente.

Ya dentro de su habitación, se dejó caer en la cama sin dar marcha atrás. Pensó en Laura y en ese abrazo, la verdad es que fue algo que él sintió correcto.

Laura por su parte suspiró y negó con la cabeza. Había recibido una llamada en la que Calum le pidió que comprara otro karaoke, de repuesto y que lo llevase lo antes posible. Dijo que le devolvería el dinero, pero ella dijo que no era necesario. Claramente sabía de los problemas financieros por los que pasaba el Restaurante. Pero se alegraba de poder ayudar, aunque sea con un detalle mínimo.

Se sentó en el paradero a esperar una micro. Admiraba lo que había a su alrededor y sonreía. Pensó en todo lo que había hecho recientemente e inevitablemente, todo la llevaba a Ross. Y es que no podía negar que ese rubio engreído había cambiado bastante.

La micro llegó. Subió. Fue todo el camino eb silencio, sólo sumida en sus pensamientos. Después de unos veinte minutos, llegó a destino. Saludó a los guardias y entró. Sacó un karaoke negro, por lo que podía ver en la caja, era bastante lindo, llamativo. Sin más demoras, fue a la caja.

-Señorita, es un total de $22,000 -le dijo la cajera cuando finalmente llegó su turno. Laura miró a la cajera con preocupación, la vez pasada había pagado menos y justamente iba con la cantidad exacta.

-Bueno... -Laura no sabía cómo salir de una situación así. Era incómodo, lo peor de todo es que sólo le faltaban $2,000 pesos.

-¿Va a pagar o no? -preguntó impaciente la cajera -. Está retrasando la fila.

La castaña iba a responder, pero en eso sintió como alguien se situaba a su lado. Esa persona le arrebató su billete de veinte. Laura suspiró aliviada al ver que se trataba de Ellington, quién también le sonrió amablemente.

-Yo pagaré por ella. Lo siento, es que me estaba esperando -Ellington sacó su billetera del bolsillo de su pantalón y sacó el billete correspondiente. Pagó y recibió la bolsa donde habían metido la adquisición. Salieron de la fila.

-¡Muchas gracias por ayudarme! -Laura suspiró de alivio -. Iba a salir de la fila con tal de volver otro día, me hiciste un gran favor. Apenas pueda te devolveré el dinero.

-No tienes porque hacerlo. Somos amigos, los amigos se ayudan -respondió Ellington. Laura sonrió, era bueno contar con alguien -. ¿Quieres que te lleve a casa? -preguntó él amablemente.

-No te quiero molestar -respondió Laura -. Ya sé que somos amigos, pero yo puedo tomar una micro y listo. Gracias...

-Me sentiría mejor si vienes conmigo, así puedo llevar el karaoke -Ellington sonrió. Casi siempre sonreía o eso notó Laura -. ¿Qué dices?

-Claro -Laura frunció un momento el ceño, dándose cuenta de un detalle -. ¿No vas a comprar nada?

-Oh, no -ahora Ellington rascaba su cabeza -. Lo que pasa es que a veces vengo a los supermercados sólo por salir. Ya sabes, a veces la rutina aburre -explicó riendo levemente.

Luego de esa conversación ambos jóvenes subieron al auto del castaño.

-¿Por qué nunca usas autos de la mansión Lynch? -preguntó de pronto él castaño -. Martina te quiere mucho, estoy seguro de que no le molestaría.

The True.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora