Citación judicial, Advertencias y Trabajo.

547 58 9
                                    

Ross se separó del abrazo y yo me sentí bastante incómoda. Aún era de noche y los dos seguíamos abrazados, me sentía bastante incómoda.

—¿Por qué me abrazas si te caigo tan mal? —pregunté mirándolo fijamente y secando mis lágrimas, odiaba mostrarme débil frente a él —Ross, no necesito de tu lástima.

—Escucha, ya no sé que pensar de ti —dijo dando un suspiro, yo abrí los ojos como platos ya que no esperaba esa respuesta —. Podría decirte que te consideró una amiga, pero mentiría. Aún eres una conocida, agradable —rodé los ojos. ¿En serio debía ser tan complicado? —. Tampoco te pongas tan feliz, porque las cosas no serán fáciles para ti, ya que voy a pelear por lo que me corresponde. La herencia es mía.

—Yo no quiero esa herencia —respondí enseguida.

—No te creo, ¿Qué clase de persona no quiere dinero gratis? —preguntó cruzándose de brazos y riendo amargamente. Hice mis manos puños, odiaba que se rían en mi cara.

—No te mentiré, estoy segura de que el dinero sirve de mucho —dije levantandome del suelo, mis piernas ya estaban empezando a doler —. El dinero te abre muchas puertas y te deja comprar todo lo que quieres, el dinero te ayuda bastante. Porque cuando tienes dinero, las personas se muestran más amables. Durante éstos días que no he tenido dinero, me he dado cuenta de lo crudo que puede ser el mundo. Pero también me he dado cuenta de que prefiero ser pobre y tener familia y amigos sinceros, ha ser millonaria y tener amigos que sólo me buscan por el dinero —respondí y pude ver cómo el ceño de Ross se fruncía de un modo notable —. Piensa cuántos amigos te quieren por tú personalidad, porque tienes un carácter muy difícil. Pero quienes te quieren, te quieren por lo que eres. Y luego piensa cuántas personas te quieren debido a tú dinero, verás que es una gran diferencia.

Después de decir todo eso, Ross se quedó mudo. Miraba a la nada, se veía confundido. Yo sonreí con suficiencia, me sentí bien al poder dejarlo sin habla. Y así es como me retiré, silenciosamente.

—...—

Había despertado temprano, como de costumbre. Al terminar la rutina diaria de tomar un baño y vestirme, baje al comedor en donde me encontré con Mark.

—Buen día —le saludé amablemente, con una sonrisa.

—Buenos días, Martina —respondió de modo educado, como siempre —. ¿Cómo amaneció?

—No tienes que ser tan formal, llevas tanto tiempo en está casa que ya eres parte de la familia —dije codeando un poco su hombre, él sonrió y asintió —. Estoy bien, me siento bien. ¿Cómo estás tú?

—Bien, gracias por preguntar. ¿Qué quiere de desayunar?

—Pan con palta y una taza de café estaría bien, gracias. Nos vemos luego.

Me despedí y caminé hasta el comedor. Aún no bajaba nadie. Seguramente seguían durmiendo o recién se arreglaban para ir a sus trabajos, sinceramente no me interesaba tanto en éstos momentos.

Vi en el suelo una carta que inmediatamente recogí. Al tenerla entre mis manos, vi que venía dirigida a mí. Me impaciente un poco, fui con el sobre a mi oficina. Me senté en mi escritorio y sin dar tiempo a más dudas, la abrí.

Después de leer aquella carta me puse histérica al darme cuenta de que era una citación judicial.

"Estimada Martina:

Hemos recibido una notificación donde nos cuentan que usted tiene una enfermedad que es delicada, sumando a eso su edad que ya es avanzada, nos vemos obligados a enviarle está carta.

Tendrá que venir a una cita judicial está misma tarde, para ver cuál será el destino de su Restaurante".

En ese momento escondí la carta en el cajón bajo el escritorio, nadie podía verla. Me dolió hasta el alma, pero lo que más me inquietó es que alguien sabía que estaba enferma. ¿Quién pudo haber notificado de mi enfermedad a todo el mundo? ¡Ahora sí que estoy arruinada!

The True.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora