CAPÍTULO DIECINUEVE

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[ THE FIRST WOMAN ]

CAPÍTULO DIECINUEVE

❛estaba viva y así era como quería verla❜

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❛estaba viva y así era como quería verla❜

    CUANDO VOLVÍ A ABRIR LOS OJOS, después de una negrura total, podía describir cómo me encontraba en tan sólo tres palabras.

Me pesaba todo.

Me pesaba el cuerpo como si fuese un simple saco de cemento. Me pesaban los brazos, las piernas, me pesaba la cabeza como si tuviese encima una roca obstruyéndome. Era tener el mismo infierno en los huesos.

Me incorporé sobre la espalda con dificultad y observé la habitación dónde estaba. Por un segundo no recordaba cómo había llegado hasta aquí, pues mi mente estaba llena de lagunas hasta unos momentos antes de caer inconsciente por el calmante de Zola.

Pero entonces lo recordé todo.

Recordé cómo el cuerpo se me dormía mientras conducía hacia la base y cómo empezaron a disparar el vehículo haciéndome perder el control de éste. Recordé ver a Steve y caer en sus brazos y éste recogerme en ellos sin dejar de pronunciar mi nombre. Recordé a Peggy a mi lado y a Steve llevándome en volandas hasta aquí.

Steve.

Por un momento, mientras conducía hacia el campamento, mi lado pesimista salió a la luz y creí que Steve no habría sobrevivido a la explosión.

Pero estaba aquí y había estado sosteniendo mi mano hasta que no pude permanecer más tiempo despierta.

La cabeza me palpitaba como si estuviesen golpeando dos platillos contra mis sienes y por suerte vi un vaso de agua y una pastilla en la mesita de al lado. Mientras tomaba la medicación me percaté que había a mi al rededor varios ramos de flores, pero el más cercano y el que más llamó mi atención fue uno de margaritas y girasoles.

─Ese lo trajo Steve esta mañana -oí la voz de Peggy decir mientras entraba a la habitación. La miré y sonreí mientras olía las flores- ¿Cómo te encuentras?

─Bueno, me siento como si hubiese dormido por días.

─De hecho, has estado en la cama durante un día y medio.

─Vaya -murmuré sorprendida- ¿Tanto he dormido?

─En realidad para tu situación es poco tiempo, el calmante que te inyectó Zola era una dosis muy fuerte y además te habría costado recuperarte por el largo trayecto. Pero supongo que...

─Sí, el suero ayudó -asentí interrumpiéndola- De no ser por ello habría muerto.

─No, harían falta treinta como Zola y Schmidt juntos para que acabasen contigo.

THE FIRST WOMAN | CAPTAIN AMERICA 1 ✔ Where stories live. Discover now