Capítulo 13 "Historia"

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Catherine estaba un poco nerviosa y asustada por la decisión que había tomado. Temía que los guardias despertaran antes de que ella llegara. Pero, también se preocupaba por lo que el hombre quería mostrarle. No lo conocía, apenas lo había visto una vez y ya confiaba en él. Su aspecto no era "peligroso", pero tampoco parecía estar mucho en sus cabales.

-¿Es lejos de aquí?

-No, mas bien, es difícil de llegar.

Y él tenía razón. Se estaban metiendo muy en el bosque y entre la cantidad de arboles, parecía ser un laberinto. Arthur caminaba ágilmente, para ser un hombre de edad avanzada. Levantaba sus delgadas piernas, para evitar los obstáculos.

Habrán tardado, aproximadamente, media hora en llegar. La casa, era pequeña, y se situaba frente a un pantano verde y asqueroso. El ambiente era húmedo, mosquitos le zumbaban en los oídos. El viejo abrió la puerta y entró, dejándosela abierta para que ella pasara.

Cat miró a su alrededor y frunció el ceño. El sujeto estaba loco de remate. Había mapas colgados en las paredes, más cuernos parecidos al que Cat tenía, dibujos de lobos blancos y pardos, así como extraños objetos y collares de estos animales.

-¿Es un coleccionista o algo parecido?-preguntó la chica.

-Los lobos no son una diversión, son vida-le respondió tajante.

Su respuesta, la dejó un poco sorprendida. No se imaginó que una persona podía "adorar" a sus amigos de esta forma. Había leído en muchos libros de historia, antiguas civilizaciones que tenían dioses de ellos, pero no creía que aún existía gente así.

-Me has dicho que los lobos no huyen, no temen ni atacan, ¿no es así?-Arthur tomó asiento en una silla frente a una vieja mesa de madera pequeña.

-Si...

-¿Puedes probarlo?-cuestionó.

La joven rió ante esa pregunta. ¿Cómo le iba a probar eso a él? No había ningún miembro de la manada.

-Claro, pero ellos no están aquí-volvió a reír.

-Bueno, según mis cálculos, la manada de lobos pardos, de este territorio, tendría que estar a...-paseó su mirada por mapas y una brújula que estaba adherida a la pared-Sólo cincuenta metros de esta casa.

El viejo, no creía que ella se decidiría a hacerlo. Más se sorprendió, cuando caminó hasta la puerta, y junto con él , se dirigieron a donde estaban los animales. No le preocupaba que pudiera ser peligroso para una supuesta simple chica, sólo quería ver con sus propios ojos, que eso era cierto.

-Te esperaré aquí-dijo Arthur escondiendose atrás de un árbol, a cierta distancia de donde la manada descansaba.

Cat, como si fuera lo mas normal del mundo, caminó hasta ellos, y sonrió al ver que Todd corría a su encuentro. La habían extrañado, y se alegraron al verla de nuevo. Eran muy similares a perros que se emocionaban con la llegada de su amo.

Catherine, tomó al cachorro en brazos, y se sentó en medio de ellos, mezclándose. Todos seguían durmiendo y jugueteando. Faltaban algunos machos, que seguramente, se hallaban cazando.

El viejo no lo podía creer. Su boca casi se desencaja al ver como acariciaba sus cabezas, como sostenía a los cachorros. ¡Ellos no le hacían nada! ¿Cómo era eso posible? Se desesperó por que la chica volviera y poder examinarla como salía ilesa de tal locura.

Cat, salió sonriente y se acercó al viejo. Arthur palpó su rostro como si estuviera ciego y apretujó sus cachetes. Se apresuró a tomarla del brazo, y arrastrarla hasta donde estaba su casa.

Bailando con lobos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora