La tortuga.

Queriendo empezar, otra vez.

En estos dos meses de feriado literario me han sucedido ciertas cosas que han llenado de tensiones mi cuello. Estoy estresadisimo, quizás por eso fue que volví a escribir.

Cuando empecé a escribir hace un par de meses atrás, me hallaba en una situación complicada, ya había errado anteriormente eligiendo una carrera que se adapte a mis gustos, la frustración me hizo tomarme un año sabático y trabajar; y la experiencia no ha sido tan mala, tampoco ha sido satisfactoria. Estoy totalmente consciente de que no puedo dedicarme a este trabajo toda mi vida, ganando un sueldo básico.
Tengo sueños que me atormentan a diario, que se niegan a ser olvidados.

Quisiera volver a los años anteriores, esos años donde era sencillo soñar. Soñaba con grandes triunfos. A esta edad yo ya me visualizaba haciendo algo realmente importante y placentero; ya sea ser un gran jugador de fútbol, debutar en River en algún clásico y con gol además, o también ser algún músico famosos, grabar discos llenos de éxitos y que los Beatles no me lleguen ni a los talones. Sueños y más sueños. Volar. Amar. Reir. No había límite, soñar es imaginar, no había ningún temor. El futuro me parecía totalmente brillante, perfecto, sin baches ni errores. Era el futuro de mis sueños.

El tiempo pasa y los sueños se acomodan a las circunstancias. Ya no soy el niño de ayer.

"La cabeza centrada Pablo, ya no sos un pibe, ya no sos Pablito".

Hace dos meses  estaban por empezar las clases otra vez, un nuevo semestre creado para pubertos recién salidos del colegio,  chicos con la cabeza en funcionamiento. "Ahí viene el futuro de la patria, abrán paso".

No eran clases creadas para mí, no era el semestre para los indecisos e inconstantes.
Han pasado dos años desde que termine el colegio. Definitivamente no eran las clases creadas para las tortugas. Mi oportunidad ya había pasado pero ahí estaba yo, de nuevo, queriendo empezar.