Día dos: Dulce

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A la mañana siguiente, Sebastian fue a despertar a Ciel, quién aún estaba cansado debido a que ambos habían pasado casi toda la noche frente al acantilado. Sebastian se sintió mal por tener que despertarlo, se le notaba que dormía cómodamente, pero no podía dejarlo ahí. Debía estar listo antes de que la familia Midford bajara a desayunar. Debía ser puntual.

-¿Cómo supiste qué ese sería un buen obsequio?- Preguntó Ciel dentro de la tina mientras Sebastian lavaba su cabello.

En verdad le sorprendía un poco que Sebastian lo hubiera llevado a ver el atardecer frente al mar y hubiera adivinado que le gustaría verlo. A veces le daba la impresión de que el mayor lo conocía más que él mismo. 

-Se lo dije. Quería mostrarle algo que los humanos consideraban impresionante y debido a que el Joven Amo es un humano supuse que compartiría el sentimiento. - Dijo Sebastian sonriendo.

-Mentiroso...

Era verdad que Sebastian lo había mencionado antes, pero Ciel sabía que esa no era la verdadera razón.

-El día que fui a dejar a Lady Elizabeth a su casa luego de que lo visitara, ella iba hablando conmigo y mencionó que cuando el Joven Amo era pequeño había dicho que deseaba ir a ver el atardecer con su familia, pero eso nunca sucedió y por esa razón ella estaba emocionada con la idea de venir a la playa con usted.

-¿Ella dijo eso?

Realmente Ciel no recordaba haberle mencionado algo parecido, pero si Elizabeth lo recordaba seguramente era verdad.

-Luego de escuchar esa anécdota de su pasado por alguna razón sentí la necesidad de cumplir el deseo del Joven Amo, pero siendo su mayordomo usted lo hubiera visto como algo que era parte de mi trabajo. Pero por suerte para mí ambos caímos al barranco y las cosas cambiaron.

-Entonces se te ocurrió la idea de olvidar nuestros roles para que a mi vista fuera un obsequio.

-Precisamente...

Ciel se sorprendió. Jamás esperó que su mayordomo se tomara tan en serio lo del juego. Lo más impresionante era la manera en que había planeado todo con cuidado. Era irónico que a pesar de todo el mayor siguiera dudando de sus propios sentimientos, pero Ciel lo comprendía de alguna forma. Seguramente nunca había experimentado sentimientos parecidos como para poder ponerles nombre y decir que estaba enamorado. Después de todo, él tampoco se sentía seguro de poder decir lo mismo. 

-En ese caso no tenías por qué haber propuesto eso de dar y recibir.

-Por supuesto que sí. Todavía tengo dos ideas más... pero no era justo que él Joven Amo recibiera sin dar algo a cambio ¿Verdad? Además, ayer también recibí algo de parte suyo al final. - Dijo Sebastian con una sonrisa maliciosa refiriéndose al beso que Ciel había permitido.

Ciel se sonrojó y se molestó un poco al escuchar eso. Nuevamente se había dejado llevar por la mirada carmesí de su mayordomo y había caído en su pequeño juego, pero su orgullo no lo dejaría retractarse de su decisión así que continuaría con todo hasta el séptimo día.

-Parece que tu solo estás obsesionado por mis labios...demonio. - Dijo Ciel con una sonrisa en forma de broma mientras se daba la vuelta para ver de frente a Sebastian. Quería retarlo y provocarlo. 

-Puede que sea cierto... pero eso es culpa del Joven Amo por ser adorable a su manera. - Contestó Sebastian acercándose más al rostro de Ciel.

Ciel sabía que Sebastian no lo besaría en esa situación por haberlo retado. Era como ver quién cedía primero y esa clase de juegos le divertían. Esa era una de las muchas cosas que le gustaban de estar con Sebastian. 

Do you love me...?Where stories live. Discover now