La carta

3.5K 303 102
                                    

-¡¿Qué es esto?!-Eran las palabras de asombro de Ciel luego de leer el extraño contenido de la carta sin remitente ni destinatario. El parar de leer esas únicas once palabras que estaban plasmadas en el papel le era inevitable, pues se le dificultaba mucho el creer que lo que estaba escrito ahí era verdad.

-"¿A caso será una broma?"-Pensaba el jovencito con intriga tratando de encontrar una respuesta lógica a la situación.

-¡Listo! Aquí te traigo tú leche ¿Quieres un poco de miel?-Decía el galante Mayordomo mientras irrumpía en la habitación trayendo consigo una bandeja de plata junto con la leche caliente.

Al escuchar la voz de Sebastian inmediatamente Ciel ocultó la carta que tenía en sus manos en una de las gavetas de su ropero para evitar que su querido demonio la viera.

-¿Qué sucede?-Preguntó Sebastian ante el silencio de su pequeño.

-Nada, no es nada. Gracias por la leche, déjala por ahí mientras termino de vestirme...-Dijo Ciel tratando de disimular que todo estaba en orden.

El Joven Conde se acercó a su cama para terminar de vestirse, aún se encontraba mojado y no sería de su agrado el enfermarse por lo que decidió apresurarse en hacerlo, pero entonces su querido demonio lo interrumpió abrazándolo por detrás.

-¿Qué haces?-Preguntó Ciel un poco asustado por el imprevisto abrazo.

-¿Seguro que estás bien?-Cuestionó Sebastian a su amo ignorando completamente la pregunta que él le había hecho primero. Por alguna razón sabía que a su pequeño le sucedía algo y quería saber la razón.

-Si claro que estoy bien. Solo tengo un poco de frío, eso es todo.-Se excusó Ciel para evitar tener que tocar el tema de la carta con Sebastian.

-¿Quieres que te ayude a entrar en calor con mi cuerpo?-Preguntó divertido y de manera coqueta el travieso demonio a su amo.

-¡Pervertido!-Exclamó Ciel sonrojado ante tal insinuación mientras intentaba zafarse de ese abrazo pero Sebastian se lo impedía. Al final solo consiguió darse la vuelta para quedar frente a frente con su demonio, oportunidad que el galante mayordomo aprovecho para acostar a su pequeño en la cama y quedar sobre él.

-Oh querido, nunca podrás ganarme cuando se trate de fuerza.-Se burlaba Sebastian ante el fallido esfuerzo de Ciel por escapar de él.

-Eso es porque eres demasiado grande.-Se justificaba Ciel con molestia. No le gustaba perder y menos ante él.

-Por esa razón tú eres mi pequeño.-Hablaba Sebastian con ternura mientras proseguía a darle un pequeño beso a su amo en la frente, acción que ocasiono que el menor se sonrojara.

-Deberías ver tu cara.-Hablaba divertido Sebastian al ver ese encantador rostro sonrojado debido a que le causaba un poco de gracia ver de esa manera a ese pequeño tan orgulloso.

-¡Cállate! Tú lo provocas...-Decía el jovencito con vergüenza de solo imaginarse que tan sonrojado estaría su rostro.

-Así es... solo yo lo provoco.-Dijo Sebastian mientras acariciaba el cabello un poco mojado de su pequeño.

Sebastian mantuvo su mirada fija sobre Ciel sin dejar de acariciar su cabello, eso solo provocaba que el joven conde se sintiera más nervioso puesto a que sentía como si esa mirada carmesí lo devoraba.

-¿Y ahora qué? ¿Piensas tenerme aquí toda la noche?-Habló el jovencito al ver que Sebastian no tenía intención alguna de moverse.

-Eso podría ser una opción... ¿O prefieres que haga algo más?-Decía Sebastian con una sonrisa coqueta prosiguiendo a desabotonar la camisa de su pequeño.

Do you love me...?Where stories live. Discover now