Capítulo 16: El motivo de Kadal

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— Pe... Pero... —balbuceé. Estaba incómoda y este sujeto no planeaba alejarse de mí. Su aleta rozaba mis rodillas con cada onda debajo del agua. El frío me había atacado de pronto, así que temblaba como hoja—. ¿Cómo sabes de mí?

— Escuché a Katharia hablar con Cassian sobre ti. La reina le ha dicho que debe hacerte olvidar lo que viste en la isla... O donde sea que haya sido ese suceso del que habla toda la comunidad.

— ¿Lo saben todos? —pregunté con el corazón en la boca. Por algún motivo, me daba miedo lo que fueran a pensar.

— Oh, sí. Puedes estar segura de que la irresponsabilidad de Cassian ha sido castigada. A Katharia no le pueden hacer nada porque es una princesa...

— ¿Una princesa? —lo interrumpí.

— Es mi hermana. La reina es nuestra madre.

— ¿Han castigado a Cassian? —Sentí que mi herida empezaba a arder de nuevo, así que miré para los costados, buscando un escape fácil y rápido.

— Sí, lo han castigado por haberse expuesto a ti voluntariamente y negarse a nublarte esos recuerdos.

— ¿Qué le hicieron? —inquirí, temiendo la respuesta. ¿Qué serían capaces de hacer estas criaturas?

— Estará atado en el centro de la comunidad, enfrentándose a la humillación de que todos sepan que nos traicionó. No puede moverse hasta que se haya cumplido la condena. Creo que mi madre exageró con lo de no darle comida... —Hizo una mueca.

— ¿Sin comida? —De repente, la culpa me inundó. No debí pedirle que me dejara recordarlo. No debí siquiera relacionarme con él...

— Sin comida ni contacto con nadie. Sólo está allí, quieto y expuesto a todas las miradas... —Quitó el brazo de la roca que estaba a mis espaldas y nadó hacia atrás, poniendo sus manos en su cabeza y moviendo esa aleta del demonio. Aún en la oscuridad, la luz reflejaba el planeado de sus escamas. Era rubio, como Katharia, y sus aletas eran similares. Aunque la de él era más grande e imponente. Hablaba con total soltura, como si recluir a alguien y privarlo de la comida fuese algo normal... ¿Lo sería para ellos?

— ¿Desde cuándo está así? —Nadé hasta él. No pararía hasta sacarle las respuestas que quería— ¿Qué haces aquí, contándome todo esto?

— Está así desde hace una semana, cuando mi madre se enteró de lo que hizo. Al parecer, alguien le informó. Y te lo cuento porque tú me lo estás preguntando. —Dejó de nadar con tranquilidad, sacó sus brazos de su nuca y me miró con la cabeza ladeada— ¿Es cierto que lo liberaste aquella noche de luna llena? —preguntó. Yo me aferré a la roca en la que había estado sentado él cuando me sorprendió y me subí. El agua estaba muy fría. Al parecer, el cambio de clima la había puesto así. El agua me chorreaba de todos lados, y aún tenía miedo. Él era un desconocido, y estaba hablándome de cosas realmente crueles como si fueran lo más simple del mundo.

— Sí. —Me senté y me abracé las piernas. Tiritaba del frío.

— ¿Por qué? —volvió a indagar.

— Realmente no tengo idea. No quería dejarlo ahí atrapado.

— ¿Por qué?

— ¿Estás en la infantil edad de los porqués o qué? —contesté con hostilidad. Él se encogió de hombros—. Lo liberé porque me nació hacerlo. No quería dejarlo en esa red. No sabía desde cuándo estaba así y supuse que tendría hambre, frío... Que estaría asustado...

EscamasWhere stories live. Discover now