Capítulo 20: Una vieja historia de amor

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— ¡Quítenlo! —chillé horrorizada. La escena previa había sido espantosa. El odio en sus ojos, su despectivo y agresivo tono de voz. Él no me reconoció. La dulzura de nuestro beso había desaparecido.

Sentí que el peso de Cassian desaparecía de mí. Dean lo estaba levantando como si nada, como si estuviera alzando a Theodore. Billy lo miró impresionado, Theodore estaba detrás de Melinda en el umbral de la puerta. Ella me vio y corrió a su velocidad hasta mí para ayudar a que me pusiera de pie. Me preguntó cosas que no escuché, estaba ocupada viendo cómo Cassian convulsionaba en la cama mientras Dean lo sostenía. Nuevamente, lloré.

— ¡¿Qué le sucede?! —pregunté aterrorizada. Quise acercarme, pero Billy me sostuvo—. ¡Dean!

— Él estará bien, Fran. —Escuché la suave voz de Melinda. Vi total sinceridad en sus ojos, así que confié. Tragué saliva, acción que hizo resaltar el dolor del corte en mi cuello. Me llevé la mano allí y sentí su humedad— Ven, hay que limpiarte esa herida. —Puso su mano en mi espalda y me guio al baño que estaba a sólo dos pasos de nosotras. Theo seguía en la puerta, mirando con los ojos bien abiertos a Dean y a Cassian. Este último ya no tenía esos violentos espasmos, pero temblaba igual que antes de despertar.

— Déjeme a mí, señora... —Billy se acercó a mí y le sonrió a Melinda. Ella se hizo para atrás y dejó que Billy entrara al baño conmigo. Fui hasta el lavamanos y me observé en el espejo que tenía en frente. Estaba pálida, con los ojos rojos y con la sangre manchándome la ropa. Por el movimiento, tenía sangre hasta en la nuca. Billy abrió el grifo del agua y mojó una toalla— Límpiate la sangre, voy a traer mis cosas. —Me dio la toalla y salió del baño. Yo empecé a sacar la sangre con lentitud. No quería acercarla mucho al corte, ya que me dolía. Me acerqué al espejo para verla bien.

— Ay, Cassian... —susurré con pena. Me había hecho daño, pero no era consciente. Yo seguía sin saber bien qué había pasado, pero era obvio que no me había reconocido. Me había llamado "humana", me preguntó cómo sabía su nombre...

— Déjame ver, Franchesca. —Billy volvió a entrar en el baño y retiró mi mano, que sostenía la toalla que tapaba mi herida— Creo que no necesitará puntos. La desinfectaré y te pondré una bandita.

— ¿No es tan grave? ¡Me salió una cascada de sangre! —Volví a mirarme al espejo. En realidad no era tan grande...

— Es normal. Date la vuelta —dijo. Acercó un algodón con un líquido amarillento y lo presionó con delicadeza en mi cuello. Me ardió un poco, pero no me quejé—. Creo que será mejor que tengas cuidado con él, Fran...

— Él no... —Desvié la mirada— Sé que parezco de esas mujeres que son golpeadas por sus maridos y que así y todo lo defienden, pero no es así. Cassian no estaba consciente de lo que hacía. No me recordaba...

— Es peligroso, Fran. Te golpeó y te cortó el cuello. Pudo ser muchísimo peor si no llegaba ese señor... —Terminó de desinfectarme y tiró el algodón en un cesto de basura que había al lado del inodoro— Todavía no entiendo cómo es que pudo alzarlo con tanta facilidad. Cassian es demasiado pesado y él lo levantó como si nada. Una persona de esa edad ya no puede esforzarse tanto. Además, ¿qué hizo cuando tocó su cabeza? ¡Cayó desmayado al instante!

— Si es lo que creo que es, en realidad puede. Y aparenta una edad mucho menor de la que tiene... —contesté. Billy sacó una bandita del bolso y la sacó de su envoltorio. Se acercó a mí y la puso allí.

— ¿Ah, sí? ¿Y qué edad crees que tiene? ¿Cien?

— Si es como Cassian, podrían ser muchos más.

— ¿Cómo lo sabes? —cuestionó.

— ¿Recuerdas a Gianluca? —Billy asintió con la cabeza y se cruzó de brazos. Ya era tarde para guardarle secretos a él. Lo había visto todo— Tiene quinientos cuarenta y siete años.

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