.Un trágico destino.

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-¡Ya me voy ma~!
-¡Cuídate y no olvides las compras cuando regreses!
-¡No, ttebayo! -se subió a su bicicleta y empezó a pedalear.

Naruto Uzumaki tenía recién cumplidos sus doce años, vivía en una colonia nueva por lo que pocas personas habitaban en ella además de la carencia de servicios como la luz o las tuberías. Las personas las tomaban de manera ilegal hasta que la colonia apareciera en los datos del gobierno.
A Naruto no le gustaba vivir ahí pero se aguantaba, su padre en verdad se esforzaba todos los dias y había ganado su casa con el trabajo de años, lo malo es que había sido en esa colonia tan fea. Ya que...

Su nueva escuela no era la gran cosa pero le llegó a tomar cariño, em especial a esa niña bonita de ojos verdes. Había una cancha de futbol y varios compañeros sabían jugar muy bien, estaba decidido a ganarles a todos.

Su bicicleta era buena para esos terrenos sin pavimentar, las llantas no se atascaban en el fango ni se pochaban facilmente; lo peor era pasar por esos terrenos abandonados o en los que apenas estaba construyendo, olían mal y tiraban basura como si se tratatara de un almacén para eso.
-Rápido, rápido... -quiso darse prisa, hoy en particula el olor era insoportable.
Naruto tuvo que pedalear con fuerza pues cayó en un hoyo lleno de lodo, cuando salió de él quiso avanzar pero un movimiento llamó su atención.
-¿Ah? -bajó un pie para detenerse sin perder el equilibrio. -¿Una rata? -era muy común en esos lugares. -¡Tonterías! -quiso seguir con su camino pero escuchó un maullido agónico.
Naruto se detuvo en seco y se bajó de la bicicleta, pisó la hierba con fuerza para que ningún bicho escalara hasta sus piernas.
-...¿gatito? -sus ojos se movían entre la maleza mientras intentaba aguantar el horrible olor a... -¿muerto?
Entonces lo vió, el cuerpo de alguien, pensó... estaba hecho carbón, había muerto por fuego quizá... Naruto dio un paso hacia atras asustado, luego perdió el equilibrio y se cayó.
-¡Dios! -se arrastró como pudo y llegó a su bicicleta pero entonces lo escuchó de nuevo. Miró hacia atras, justo donde estaba el cadaver...

-No te asustes, es un neko muerto. -le dijo un hombre con sombrero que pasaba por esa calle. -Parecen personas pero no.
-Pero... esta muerto...
-Si, ayer lo quemaron o algo asi.
-¡¿Qué cosa?! -palideció.
-Ya, no andes de llorón. Ya se murió, ya no hay nada que hacer.
-Es que... -no estaba acostumbrado a eso, sus padres lo habían educado respetando cada parte de la tierra, cada animal, cada gota de agua.
El hombre siguió su camino y desapareció a lo lejos dejándolo a solas.

Naruto reprimió su tristeza y decidió seguir con su camino pero un tercer maullido lo obligó a regresar hasta el cadaver.
-Dios... -tuvo que hacer uso de toda su sangre fría para ver entre la carne oscurecida de aquella pobre criatura y entonces...

... ahí estaba él.

Naruto se arrodilló sintiendo que algo se clavaba en su pecho. Era un neko bebé, ni siquiera arrebasaba el tamaño de sus manos, estaba desnúdo y cubierto por sangre y una plasta blanca.
-... no... -Naruto sintió que las lágrimas resbalaban por sus mejillas cuando lo tomó entre sus manos y notó que aun tenía el cordón umbilical. -No... maldita sea... -no podía comprender como es que les parecía normal ver eso, matar a los animales y a los nekos sin cargo en su conciencia.
El bebé se movió levemente y emitió un maullido ahogado.
-¡Estas vivo! -lo cubrió con su camisa y se levantó rápidamente para subirse a su bicicleta, debía ser muy rápido.

La veterinaria que él conocía estaba a varios kilometros de su colonia pero no le importó y continuó pedaleando hasta que llegó. Sus piernas estaba cansadas pero no le tomó importancia.

-¡Neji! ¡Neji!
-Ya voy. -apareció un hombre de cabello castaño y caracter frío, traía una bata y las manos mojadas. -Naruto ¿no deberías estar en la escuela?
-¡Rapido! -le gritó llevando al neko hasta el fondo de su consultorio donde tenía una camilla.
-¡¿Qué sucede?! ¡Dios! -pronto pudo ver al pequeño neko que luchaba por su vida. -¡Quítate! ¡Quitate Naruto!
-Ah, pero...
-Naruto... -la mano de una niña lo distrajo y lo obligó a obedecer.

Viviendo con mi nekoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora