Final.

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Narra Jos:

—No puedo creer que Marley se haya ido así como así. —Dijo Alan.

—Sin decir nada y dejando todo, sin despedirse. —Freddy prosiguió.

Esa carta, esa carta me había roto el corazón por completo. Ayer sabía que Marley estaba tan cerca de mí y ahora ya no está, ir a buscarla sería más sencillo que cualquier otra cosa pero ella ya no quiere que luche por ella, se cansó de verme y de sentir amor por mí, ¿yo podré cansarme alguna vez?

Cometimos muchas estupideces y tal vez no supimos arreglar esas circunstancias que nos hicieron alejarnos, ninguno de los dos estuvo dispuesto a darnos una oportunidad más.

—Jos, ¿estás bien?

Miré a los chicos, estaban igual de desconcertados que yo, pero puedo asegurar que no tan rotos como yo.

Sabía que querían apoyarme pero no quería ningún consuelo en estos momentos, no quería ver las miradas de lástima que sé que se formarían.

—No, Alonso. —suspiré —Necesito salir a pensar.

Sin más salí de ahí con las llaves de mi camioneta en la mano, no sabía a donde ir, sólo quería sostener el volante y manejar a toda velocidad hacía donde pudiera olvidarme de todo esto aunque sea un instante.

Los chicos intentaron ir conmigo pero no los dejé, quería estar solo.

No encuentro excusas para dejarla ir, ella quería que siguiera mi vida, que me olvidara de ella porque ella lo haría pero no sé puede olvidar tan fácilmente, ¿o si? No, claro que no.

¿Cómo estará ella? ¿Pensará en mí? ¿Habrá imaginado mi reacción al ver la carta?

Dios, mi mente no quiere dejar de pensar en ella pero algo es seguro, no la voy a buscar, tengo que dejar que sea feliz aunque a mí me cueste mi propia alegría.

Mis pensamientos se esfumaron bruscamente al sentir un fuerte zangoloteo. Mis cinco sentidos se conectaron al mismo tiempo al volver a la realidad. Estuve a punto de atropellar a alguien.

—¡Maldita sea! ¿Acaso estás ciego? —Gritó una voz femenina que se encontraba sentada en la acera pasmada delante de mí -¡Tienes el alto!

Bajé a toda velocidad para ayudarla o disculparme o lo que sea que fuera a hacer, yo también seguía pasmado, no lograba tener pensamientos concretos.

—Como lo siento, ¿estás bien?

Tomé su mano para ayudarla a pararse, ella la tomó y una vez bien colocada me soltó y se sacudió el polvo del suelo.

—Sí, solo fue el susto. —suspiró, me observó y sonrió de lado —deberías manejar mejor si eres famoso. Si matas a alguien de esta forma tu rostro aparecerá en todos los diarios y jodería la reputación de tus demás compañeros.

Solté una carcajada y ella rió.

—Es verdad, en serio lo siento, iba muy distraído.

—Ya lo noté. Seguro que es por una chica.

—¿En qué te basas?

—En las revistas de chismes que hay en Samborns. —Rió.

—Estaba empezando a pensar que eras bruja.

—Puedo sorprenderte -me miró a los ojos y sonrió -lo siento, no me he presentado, me llamo Marina. —sé quitó sus lentes y me tendió su mano.

—José pero me puedes decir Jos —Tomé su mano.

—Bien, Jos, debo irme. Fue un gusto haber coincidido contigo, aunque de una manera peligrosa.

La chica pelirroja soltó mi mano y se dio la vuelta pero la detuve, de cierta forma no quería que se fuera.

—Perdón, ¿crees en el amor a primera vista?

Marina me miró confundida y con el ceño fruncido. Recuerdo habeme enamorado de Marley a primera vista pero, ¿yo creo en eso? Creo que ya no.

—Mmm, no.

—Yo tampoco. —sonreí —¿Qué te parece ir a tomar algo?

—¿Ahora?

—¿Por qué no? ¿Tienes toque de queda?

—Una chica de 19 años y viviendo con una roomie no tiene toque de queda. Vamos.

La acompañé hasta el asiento del copiloto y le abrí la puerta. Me dirigí hacía mi asiento y comencé a andar.

—Lamento haberme interpuesto en tu camino y sacarte de tus pensamientos.

La miré de reojo y sonreí. Es muy bella, sobre todo cuando sonríe y arruga la nariz, me pregunto si el destino la mandó a mi vida o solo es pura casualidad.

—Era lo que necesitaba.

Aparqué en un pequeño establecimiento donde vendían café.

Salimos de la camioneta y nos adentramos al local. El clima de una noche de diciembre me hizo erizar la piel.

El lugar estaba casi vacío, solo había una pareja y un trio de amigas muy a gusto en una charla.

Una vez que hicimos nuestro pedido fuimos a sentarnos a una mesa justo a lado de la ventana.

—¿Tú en que pesabas antes de encontrarnos? —Pregunté.

—Pensaba en las casualidades, seguro que todo pasa por algo.

—Empiezo a creer en esa teoría.

Una joven mesera se acercó a nosotros con nuestros pedidos y se alejó casi al instante una vez que agradecimos.

—¿Y tú? ¿En qué pensabas antes de casi matarme?

—Tú lo adivinaste, en una chica.

—Ya sé pero, ¿qué era?

—Pensaba en olvidar, si algún día dejará de ser la única para mí.

—Te aseguro que sucederá, es cuestión de tiempo y encontrar a otra persona.

Marina tenía razón, el tiempo lo cura todo, son procesos largos y difíciles pero no imposibles y existen personas destinadas a estar con ciertas personas, tal vez Marley fue parte de mi destino pero no era la que estaría ahí para siempre, la amo y sé que la amaré por un largo rato más pero en algún momento solo la recordaré sin dolor.

FIN.

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Enamorado de una fan. ||Jos Canela||Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum