Prólogo

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Escalofríos recorrían su cuerpo, frío, sentía mucho frío. Se encontraba con el deseo fulgurante de abrir los ojos. Las gotas caían en su cara, obligándole a cerrar los ojos para evitar ser cegado.

Tormenta. La tormenta lo rodeaba, podía saberlo por el viento que contra su cuerpo chocaba. Al fin abrio sus ojos para ver la inefable tormenta que lo rodeaba. Era imposible calcular su ubicación. Estaba confundido y asustado, sus piernas se encontraban entumecidas, pero con algo de esfuerzo logró moverlas.

Ya de pie observó el indescriptible paisaje que lo rodeaba. Estaba en el centro de la tormenta, en el ojo de un tornado. La calma sólo así se mantenía por encontrarse encarcelada en aquel violento y dinámico cilindro que lo envolvía. Árboles, tierra y todo tipo de cosas giraban en aquel monstruo veloz incontrolable, hijo de la naturaleza.

No estaba sólo. A su lado estaban los cuerpos de sus compañeros, tumbados de cara al cielo. El pánico lo invadió al llegar a su mente la idea de que yacían inertes.

Dando valor a sus piernas, corrió en dirección del más próximo, pero antes de poder corroborar sus sospechas, una rama voló como un misil dirigido hacia su rostro, logrando que pierda el conocimiento.

INCANDESCENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora