Capítulo 5: Karasuno

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-Ya estamos caminando desde hace un buen rato ¿Qué hora es?-Preguntó Iwaizumi.

-¿Hora? Es la hora rosada-Contestó Hinata, señalando al atardecer con una sonrisa en el rostro.

-¿El atardecer? ¿Hora rosa? ¿Lo dices por el color de las nubes?-Preguntó algo desorientado Bokuto.

-No no, la hora rosa es la hora de los felinos y no tardaran mucho, así que mejor caminemos más rápido!-Contestó el cuervo, echando a correr.

El grupo se guardó las preguntas para después y corrió detrás de él lo más rápido que pudo, aun así Hinata les llevaba bastante distancia. El recorrido fue detenido por el propio Hinata, que se compadeció de los pobres humanos y propuso un descanso corto para no perder demasiado tiempo y que no se vean envueltos por el oscuro manto de la noche en pleno trayecto.

Se sentaron frente a un conjunto de árboles similares a abedules secos y pelados-con un aspecto algo lúgubre-Que crecían en una línea a lo largo que se perdía en el horizonte. Detrás de aquella línea de oscuros árboles parecía no haber final, la tierra se veia muy humeda, hasta el punto de parecer lodo y la extrema cercanía de la vegetación opacaba la luz del sol. Se veía a simple vista que no era fácil cruzar por un sitio como ese.

Asahi se quedo observando el deprimente paisaje con una expresión perturbada. Dirigió su mirada a Hinata sin modificar el gesto y como si el pequeño cuervo tuviera el don de husmear entre sus pensamientos, asintió lentamente, logrando intranquilizar aún más al pelilargo.

-Bien, es hora de continuar!!-Anunció Hinata a viva voz, llevándose como respuesta un par de quejidos molestos y el SI! De Lev, quien rebosaba de felicidad a pesar de hablar de lo cansado que estaba.

El cuervo se adentró en el oscuro bosque, indicandoles con señas que lo sigan. Uno a uno, (algunos más reacios que otros), avanzaban por entre los árboles con Hinata a la cabeza. Las quejas no tardaron en aparecer en cuanto Kageyama cayó en un charco de lodo y Aone comenzó a ir más lento por el barro que se había secado en sus piernas, Hinata, quien no estaba acostumbrado a tanto revuelo, comenzó a correr una vez más, obligando a el resto a dejar las disputas de lado y concentrarse en ver por donde pasaba el enano si no querían perderse.

Al fin lograron salir, para encontrarse con una pradera con los mismos tonos cálidos que los terrenos que anteriormente habían visto, lo único que los diferenciaba era que estos parecían emanar luz, o quizás eran los mismos que se iluminaban al caer la noche.

-Estamos dentro!, que suerte que llegamos justo para el anochecer y hoy no nos toca!-Celebró alegremente Hinata, relajando un poco el paso pero sin detenerse.

-¿Eh? ¿De que hablas?-Preguntó Kuroo observando los pastizales mas de cerca.

-Lo sabrán después, ahora vayamos al centro-Contestó dándose aires misteriosos y señalando un altísimo y enorme árbol con una especie de castillo en la parte superior que parecía estar incrustado en la madera.

-Heyy enano, ¿Qué es ese ruido?-Preguntó Bokuto mirando exaltadamente hacia todas las direcciones.

-Compañeros!-Exclamó escandalosamente, como ya era costumbre.

El ruido que se escuchaba entre el espesor de la noche, similar a un par de hojas de papel chocando, no fue nada comparado al agudo sonido que cada vez se acercaba más y a toda velocidad hacia su posición. El grupo se desesperaba en cuanto más agudo se volvía, hasta que se detuvo en seco y una segunda figura se dibujó a un lado de Hinata.

Allí, plegando sus alas se encontraba otro individuo de negras plumas, que incluso podría decirse que media menos que el mismo Hinata. Se giró dejando al descubierto su rostro de ojos avellanas y un mechón rubio que caía por su frente contrario a el negro de el resto de su cabello.

INCANDESCENCIANơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ