Un parpadeo (tercera parte)

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Por un problema con la clasificación por edades, he tenido que eliminar el fragmento y volver a subirlo. Espero que no os haya ocasionado muchos problemas.

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Todas las señales de la Valkiria se habían activado de repente. Julio corrió por la cubierta de carga y subió las escaleras de dos en dos hasta llegar al puente. Oma ya estaba allí.

—¿Qué es lo que sucede ahora? —preguntó a su esposa.

—¡No lo sé! Los sensores se han vuelto locos. ¿Dónde están Riordan y la chica?

—En la cubierta solar, no te preocupes por ellos ahora —dijo el capitán ocupando su puesto con presteza—. Guille y Marcos vienen hacia aquí. ¡Val! ¿Qué está pasando?

—Se detectan fallos en la integridad de la cubierta y una disrupción en el campo antimagnético. También se registran alteraciones en los estabilizadores de estribor.

—¿Hemos chocado con algo?

—Negativo. No se ha detectado ningún objeto en trayectoria de colisión.

—¿Otro visitante inesperado?

—Si se refiere a la presencia del sujeto identificado como Tesla, negativo: no se detectan nuevas radiaciones Tardis.

—¿Hola? ¿Hoooolaaaa? ¿Hay alguien ahí? —dijo una voz desconocida por los comunicadores de la Valkiria.

—¡Mierda! —musitó Julio—. Tenemos compañía.

—¿Compañía? ¿A qué te refieres con compañía? —preguntó Oma con un leve temblor en su voz.

Julio miró fijamente a los hermosos ojos de su esposa, meditó con cuidado sus palabras antes de preocuparla aún más.

—Oma, escóndete, enciérrate en una de las habitaciones y no aparezcas hasta que yo te diga que puedes salir.

—Vaya, Gwynver, parece que hemos asustado a las florecitas. —Se carcajeó una voz gutural—. No se preocupen, somos del servicio de mensajería, venimos a recoger su valok.

—¡Piratas! ¡No hay piratas en el espacio controlado! —exclamó Oma.

—Discútelo con ellos. ¡Diles que se han equivocado de sistema! —dijo Julio mientras notaba como la tensión se acumulaba en las sienes y dando paso a un incipiente dolor de cabeza—. Había oído rumores de que como ahora no les dejaban trabajar en el espacio spartano se habían abierto nuevas rutas al saqueo. ¡Pero nunca pensé que atacarían tan cerca del espacio verdano!

—Entonces, ¿son leónidas? —preguntó su esposa sumando nuevas inquietudes a la ya de por sí peliaguda situación.

—Mierda —masculló—. Val, cierra la cubierta solar, que no salgan ni Tesla ni Riordan, y manda una baliza de socorro a ver si tenemos suerte y hay patrulleras cerca.

—Afirmativo. Procediendo al sellado de la cubierta solar. Mensaje de socorro enviado.

Toc-toc, ¿quién es?

—Lárgate —increpó a su esposa—. Avisa a Guille y a Marcos, que se queden en la cubierta de carga. Intentaremos arreglar esto pacíficamente.

Esperó a que Oma abandonara el puente antes de abrir un canal de comunicaciones.

—Aquí Julio Santacana, capitán de la Valkiria. Su irrupción incumple las normativas de encuentros espaciales según las vigentes leyes de Seguridad Interorbital, debemos pedirles amablemente que se retiren. —«¡Anda ya!», pensó Julio lamentando la insistencia de su esposa en que no hubiera armas a bordo.

Las Crónicas de Eos: ValkiriaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt