01; ❝El moco de Ashton Cooper❞

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Capítulo uno.

"El moco de Ashton Cooper"


—365 pares. Uno para cada día del año.

Ruedo los ojos mientras garabateo en un cuaderno de hojas color ocre. Todo huele a café con una mezcla extraña de algunos restos de té de manzana, el aroma dulzón ya comienza a ser remplazado por una densa capa de humo que sale desde la vieja impresora que nos ofrece el instituto.

Inmediatamente soy capaz de percibir como comienzan a moverse, utilizando un viejo ventilador de mano para lograr el enfriamiento total de la máquina antes de que se sobre-caliente por vigésima vez en el año.

Hemos estado teniendo problemas como estos desde el comienzo, pero sinceramente, los ingresos que ganamos los dividimos y nos lo llevamos a casa, después de entregarle el porcentaje que requiere la institución, claro está.

De cualquier forma a ninguno nos sobra el dinero como para donarlo, mas debería ser el instituto quién las repare, nosotros hacemos suficiente comprando el papel, tinta y escribiendo.

—Ew, Jayden, a nadie le interesa eso. Mejor el embarazo no deseado de Emma Duff que estratégicamente es de Ashton Cooper y no de Hans Taylor, su novio.

—¿Quién querría un hijo de Cooper? Puede ser asquerosamente rico, pero cariño, ver como tiene un moco colgando de su nariz cada día me hace querer vomitar con sólo sentir su presencia —dice mientras niega con la cabeza ferozmente. —No quiero ni imaginármelo más,mi mente siempre altera la realidad.

—Una sección sobre el moco de Ashton —les digo entrando en la conversación— Si bien no es algo realmente nuevo, creo que todos tendrán curiosidad de leer ese informe.

—Me alegra que sigas con tu papel de Maléfica, pero eso es demasiado cruel, incluso para ti.

Cruzo los brazos y la miro fijamente, intentando averiguar si está bromeando o si lo que escuché salió de su boca realmente.

—¿Quieres saber algo cruel? —Pregunto, mientras juntos los papeles y los apilo. — Que tengas una sustancia pegajosa y amarilla en la nariz desde que entras hasta que sales de clase, y que nadie se digne de decirte para que te limpies, si no eres capaz de verlo por ti mismo. Algo aún más cruel que eso, es que teniendo en cuenta toda la cantidad de chicas que hay en este lugar, embaraces a la novia de tu mejor amigo. Y, oh, espera, algo no sólo cruel sino también hipócrita es que defiendas a una persona cuando minutos antes declaraste cuanto asco y desprecio te daba, por no mencionar las veces que te he visto evitándolo cuando intentaba hablarte.

La veo sentarse de nuevo en su lugar y fingir que nunca hubo ese intercambio de palabras. Por eso ella era parte de mi grupo, sabía cual era el limite al que podía llegar conmigo.

—Sino estuviese acostumbrado, diría que estoy sorprendido.

Dibujo caligrafía a mano alzada para escanearlo y que quede con la precisión exacta con la que quiero el encabezado.

También anoto en mi lista mental enseñarle la idea de cambiar el aburrido y frágil periódico por una revista colorida y con hojas de una calidad mejor al director. En las últimas semanas la sección en la que estamos trabajando ha tenido un primer indicio de fama y tiendas cercanas la han estado comprando para revenderlas. Si la gente de fuera del instituto también comienza a interesarse en lo que hacemos nos puede asegurar un buen futuro.

—Por cierto, Jayden me gusta la idea de los zapatos. A las chicas le encanta comprar y los chicos aman leer sobre chicas siendo avergonzadas por sus manías.

—¿De verdad?— Pregunta meneando la cabeza hacia mí.

—No.

A nadie le importa saber sobre la típica chica con el nombre más común de país hablando sobre sus zapatos para cada ocasión que se le presente. No quiero decir que no lo publico porque me parezca una estupidez gastar tanto dinero en calzado que ni siquiera sabes si usarás (Que también es el caso) sino porque ya tengo el tema perfecto.

Me distraigo cuando veo pasar a la chica de los 365 zapatos delante de mí para luego mirar mis convers, están limpias, muy limpias, pero desgastadas y ni siquiera son originales, y no puedo evitar sentirme decepcionada cuando no noto ni un destello de vergüenza. A veces quisiera sentirme como una adolescente de las que acostumbro a ver, como las que chillan al ver un vestido, o las que llevan un neceser su cartera con maquillaje necesario como para abastecer a toda una ciudad.

Pero aquí estoy, comprándome zapatillas únicamente cuando las que tengo ya no dan para más.

Una sombra cubre mi campo de visión, abrumada por la reciente interrupción levanto la vista violentamente y me encuentro con un par de ojos negros tan oscuros que tuve que mirarlos dos veces para adaptarme a la extraña pero interesante mirada. Nunca había visto ojos tan oscuros.

Su brazo sostiene mi muñeca,  pidiendo mi atención sin parecer un depravado, como si su intensa mirada no hubiese captado mi atención a la primera. No me privo de escanearlo con la mirada. En sus brazos se marcan venas al estar flexionado y me hacen querer tocarlas,  su piel bronceada se ve lo suficiente suave como para no ver ninguna imperfección.

—Disculpa —Murmura despacio, como si se sintiera torpe. — ¿Me puedes decir dónde queda la oficina del director? —rodeé los ojos al volver a la realidad y darme cuenta que sólo era un chico como todos los demás.

Su voz grave raspó su garganta.

Me vi a mí misma sorprendida al darme cuanta que le estaba respondiendo sin sonar como si me molestara,  de hecho ya había olvidado lo que iba a hacer antes de encontrarme con él.

—Justo,detrás de tu cabeza, genio. — No pude evitar soltar un sobrenombre burlón, mi personalidad sarcástica me impedía ser amable incluso con calientes desconocidos.

Él entrecerró los ojos, me miró un par de segundos, como si quisiera averiguar que era lo que pensaba, ¿Quién se creía que era? Sin más preámbulos me giro dispuesta a seguir con mis asuntos.

—¿Cómo te llamas?

—No me llamo, de hecho fueron mis padres lo que decidieron llamarme Annie Jane sin preguntarme si me gustaba el nombre con el que cargaría por el resto de mi vida. Así que no, no me llamo a mí misma, a menos que tenga una conversación conmigo frente a un espejo.

Se veía como si acabara de abofetearle la cara con palabras, su rostro se descompuso y casi pude ver el signo de interrogación volando en circuitos por sus ojos.

Pude darme cuando que era un chico nuevo. De acuerdo, si me está preguntando donde está la oficina es bastante obvio que es nuevo, pero lo supe desde el momento en el que me habló. La mayoría de los estudiantes me tachan como grosera y chismosa. Y tal vez así sea, pero yo prefiero definirme como sincera. Si no quieres que lo sepan,  no lo hagas.

—De acuerdo Annie Jane, muchas gracias —ríe—. ¿Te han dicho que eres muy impulsiva?

Maldición, sí. No han parado de decírmelo desde he reducido ese filtro que suelen tener las personas para decir lo que piensan. Pero aprecio el hecho de que sea lo suficiente inteligente como para reconocer la diferencia entre impulsiva y grosera.

—¿No buscabas la oficina del director?

Observo un destello de curiosidad en su mirada cuando me mira, y no me gusta nada.

Es cuando lo veo atravesar la puerta de madera cuando la realidad me golpea por segunda vez en el día, pero esta vez es más como un huracán desenfrenado.

No puede ser, le he dicho mi nombre.











Li:fe A.MHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin