11; ❝Olvida el papel reciclado❞

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Capítulo once.

"Olvida el papel reciclado"

Aferro el agarre a la baranda metálica de la azotea del bar. El viento corre fuerte y frío, y mis brazos apenas están cubiertos por un fino suéter de algodón.

La jornada del bar pasó bastante rápido. No hubo peleas o encuentros que recurrieran ambulancias o policías. El tío de Nath estuvo todo el tiempo siendo empujado hacia la silla por el susodicho y Erica estuvo bastante cortante, al menos conmigo. No me importó, en primer lugar no era mi amiga como para tener la obligación de hablarme —no significa que una amiga tenga la obligación, pero creo que me doy a entender— y en segundo lugar, toda mi atención estaba en Ingrid con su nuevo título, Holly con su sonrisa de auténtica victoria en el rostro y el paradero indefinido de Jayden.

—Adivino —Salté ligeramente como la tonta que soy por el susto— Otra vez tu padre piensa que pasas la noche con un chico, ¿O me equivoco?

Miro su rostro aún magullado.

—De hecho, esta noche me estoy quedando en la casa de Ingrid.

Su ceño de frunce y toma asiento en el desgastado y sucio suelo.

—¿La que te robó el puesto?

—De hecho, estaba bacante cuando se lo otorgaron —murmuro—. ¿Necesitas que cure esas heridas nuevamente? —Él niega, restándole importancia al rascarse el pómulo, con un movimiento de cabeza intenta disimular la mueca de dolor que se formó en su rostro al tocar la zona enrojecida.

Un bostezo se escapa de mi boca, y es cuando me doy cuenta de que tengo sueño, la noche anterior no dormí. Para ser sincera desde que comencé con el trabajo y los problemas del periódico mi sueño no ha sido mayor a las cuatro horas —cuatro y media con suerte—. Déjenme recordarles que en la calle no puedo dormir, y el suelo de la azotea no se ve lo suficiente cómodo para que me atreva a acostarme ahí, por no mencionar, que si cierro los ojos y pierdo la conciencia, podría amanecer secuestrada por maleantes en otra ciudad, esta no es una zona muy segura que se diga. Y no hay nadie dispuesto a pagar más de dos dólares a cambio de mi vida.

—¿Por qué no regresas a casa? Enfrentar a tu padre y decirle que tu novio ha tenido un problema de último momento en medio de la madrugada es mejor que esto.

—No puedo usar la misma excusa todos los días. Además no está entre mis intereses despertarlo, él trabaja y no... —Me interrumpe.

—Tú también trabajas, y estudias.

No digo nada, pero volteo mi cabeza hacia oro lado, cierro mis ojos levemente, pesan tanto que se me hace difícil mantenerlos abiertos, pero no quiero que sea consciente de ello. De vez en vez muevo mis brazos para que note que no me he dormido, y que no tengo planeado hacerlo.

(...)

Un destello de luz seguido por un sonido me despierta, aún estoy sonámbula cuando escucho risas masculinas un poco lejanas. Sonrío por inercia por lo contagiosas que me resultan. Me recompongo y las piezas se unen en mi cabeza, inmediatamente abro los ojos y el sol los inunda, perforando mi vista, quema.

Tres chicos ven una cámara fotográfica de época y sonríen.

—Se ven adorables —masculla uno de ellos—. No, no. Se ven idiotas.

Mi piel se eriza cuando siento una respiración lenta acomodarse entre la cavidad de mi cuello. Vuelvo mi cabeza hacia atrás y le grito "muévete" con los ojos. Nathaniel retira los brazos de mi alrededor y se recompone.

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⏰ Dernière mise à jour : Feb 21, 2016 ⏰

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