03; ❝Profesora piernas-de-pollo Reynolds❞

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Capítulo tres.

"Profesora piernas-de-pollo Reynolds"

Siento los segundos pasar mientras escucho mi corazón golpear mis costillas con fuerza. Sus ojos viajan desde un extremo del papel hacia el otro, y en lo único que puedo pensar es en que quiero decirle que no es lo que parece, salir corriendo y mudarme a una casa de Amsterdam, en donde tenga un gran sótano y no salir de él por los próximos cincuenta años.

-¿Qué es esto?

Pongo los ojos en blanco y retengo un impuso de pagarle. Fuerte, muy fuerte.

-Es un boleto para ir a China. Canjea tu llavero en el kiosco más cercano. -Digo imitando la voz de la chica asiática que me contesta cuando pido comida, sólo que no es lo mismo una Agencia de viajes y una sucursal de comida, pero ¿A quién diablos le importa?

-Estoy hablando en serio, Annie. No puedes publicar esto, él no puede saberlo. -enarco una ceja.- No de esta manera.

-Tienes hasta esta madrugada para decirle de otra forma.

Hago un intento fallido por quitarle el papel de las manos, pero es imposible, él es más alto y tiene buenos reflejos.

-No puedes hacer esto. Debes dejar de meterte en la vida de los demás. Este no es asunto tuyo. -Aprieta la mandíbula con fuerza.- No tienes amigos y por eso no sabes lo que significa perderlos, pero déjame decirte algo, no se siente nada bien.

-A ti no pareció importarte tu amigo cuando intercambiabas saliva con su novia. Y si no tengo amigos es porque no los quiero. No quiero amigos como tú, ni como Alexa, ni como Ashton. Mi mejor amiga soy yo, y si me decepciono aprendo a perdonarme.

>>Este no es mi asunto y tienes razón. Pero no puedes venir y hablarme de integridad, porque eres la persona menos correcta para hacerlo.

-¡Fue ella quién me beso!

-¡No me importa, Dylan! No es a mí a quien debes dar explicaciones, apuesto que Connor estará más feliz de escucharlas.

Lleva las manos a la cabeza y me doy cuenta que sus ojos comenzaban a aguarse. Casi llego a sentir pena.

Vi el papel en el suelo y me arrodillo para tomarlo, agradecía que no lo haya roto, obviamente él sabía que lo había escrito yo y que no tendría problema en hacerlo de nuevo. Pero no querría hacerlo, de igual forma.

-¿Podemos hablarlo con más tranquilidad? Puedo llevarte a casa, y conversamos en el camino.

Su voz ligeramente quebrada me convenció de asentir. O tal vez fue lo adorable y frágil que se veía a la vez que seguía siendo dolorosamente atractivo y masculino.

Podía hablar conmigo todo lo que quisiera pero no cambiaría nada. Ese reporte me lo había ganado yo y los hechos no cambiaban.

No le doy lecciones de vida a nadie, pero si esto le sirve a las personas para ser un poco más cuidadosos o valorar más lo que tienen, mejor. Si estás haciendo algo y sabes que está mal, ¿Por qué lo haces? Y si está mal, pero te hace feliz, entonces ¿Qué importa?

Esperaba que me intentase comprar. Él tiene el dinero suficiente -Oh bueno, sus padres.- como para que alguien como yo sepa el capital con el cual cuenta y querer aprovecharlo; pero lo único que escuché durante el camino fue una suave pero inconfundible melodía de Lana Del Rey.

De reojo veía como sus músculos se contraían y de vez en vez apretaba con fuerza el volante. Sabía que estaba conteniéndose.

Él tenía miedo. Miedo de perder, mas inevitablemente siempre nos vemos obligados a perder algo en el correr de nuestra vida. Esperaba que entendiera que no era mi error, era suyo.

Li:fe A.MWhere stories live. Discover now