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Esquivé un auto por no aguantarme y esperar el semáforo, caminé entre rápidos pasos hasta entrar y esquivar persona tras persona hasta llegar hacia el encargado. Se me había hecho tarde, y no vería nada, absolutamente nada.

—¿Su ticket? —me preguntó, explicándole apenada que ya había comenzado y no tenía mi ticket. —Entonces su nombre debe estar aquí, ¿Me permite su nombre? —preguntó con paciencia y amabilidad. Y felizmente mi nombre se encontraba ahí.

Busqué con prisa encontrando finalmente la sala número cinco, empujé suavemente la puerta roja para encontrarme con lo que no me gustaba; oscuridad total.

Me tenté en usar la linterna de mi teléfono, pero si lo hacía probablemente me arrojarían cosas e insultarían. Traté de que mis ojos se adaptaran a la oscuridad, y empecé a buscar.

Rizos, rizos, rizos, rizos.

¡Bingo!

Traté de caminar cuidadosamente para no molestar a nadie, mientras me deslizaba silenciosamente en el asiento junto a él.

—Llegas tarde. —susurró.

—Lo siento. —me disculpé susurrando de igual forma. Harry se deslizó inclinándose hacia mí depositando un fuerte beso en mi mejilla, esto no era nada común.

—¿Y eso? —me atreví a preguntar. Volteé a verlo y pude ver con la luz de la película reflejaba su rostro y sus hoyuelos en una grande sonrisa.

Se inclinó a mi oído esta vez. —Solo quería decir hola. —su cálido aliento me estremeció por completo.

¿Por qué se estaba comportando así? Decidí no encontrarle algún sentido a eso y volteé a ver la película que se reproducía en el cine.

Habían momentos en que mi atención se desviaba a su respiración, a sus gestos o simplemente cuando se reía por algún comentario que yo hacía de la película. Ahí me di cuenta que había extrañado esto; él y yo simplemente compartiendo, como amigos.

—Te has estado comportando algo extraño, ¿Tienes fiebre? —le pregunté sonriendo. Harry había estado muy sonriente y amable, además de abrazarme a la hora de salir de la película; a lo que el negó.

—No me has molestado en toda la tarde, eso es muy raro en ti. —solté.

—¿Quieres que te moleste? —preguntó. —No tengo ningún problema. —dijo a la vez que se inclinaba para para sujetarme y cargarme en su hombro, frente a toda la gente de alrededor.

—Bájame, o...—intenté pensar en algo.

—¿o qué? —se burló de mí, mientras me hacía saltar en su hombro. Él era más fuerte que yo, y más alto; así que hice lo que tenía que hacer.

Me quedé a esperar que se cansara de hacerlo.

—Pensé que pelearías porque te baje, así no es divertido. —dijo bufando y bajándome luego de diez minutos.

Caminamos hacía la pizzería, aún sentía todo muy agradable así que decidí preguntar.

—¿Ya me dirás porque estás tan amable? —pregunté mientras tomaba un bocado.

Él suspiró y me miró antes de responder: —Sólo quería recompensarte por ser un mal amigo, ¿bien? —vi que desvió la mirada avergonzado. Eso era tierno, aunque la palabra amigo no podía evitar quemarme.

—Que tierno eres, Harry. —dije con una voz melosa mientras le jalaba exageradamente las mejillas, solo por el placer de molestarlo.

—Ugh, ya suéltame. —dijo riéndose y alboroté sus rizos antes de dejarlo ir.

—Bueno, si pagas la pizza...todo esta olvidado. —lo miré divertida.

—Creo que lo pensaré. —soltó siguiéndome el juego.

***

Había dicho anteriormente que tendría que averiguar que sucedía entre mis padres, así que eso estaba dispuesta a hacer. Cuando llegué a casa mi madre se encontraba ordenando cosas en su habitación, entré y me eché sobre su cama mientras la veía caminar de un lado a otro.

Era ahora o nunca.

—Mamá, ¿puedo preguntarte algo? —traté de introducir el tema.

—Claro. —respondió.

—¿Tú y papá, están peleados? —pregunté mirándola.

—No lo estamos, sólo...—hizo una pausa.

—Sólo...—resalté.

—Nos estamos separando, o algo así. —dijo.

Eso no era lo que esperaba escuchar, por supuesto que no. Estaba suponiendo que diría "Oh, siempre deja su ropa desordenada y discutimos." Cosas simples, no tenía en mente una separación.

Este era el momento en que me arrepentía de haber preguntado.

—¿Se irá de la casa? —fue lo único que pude decir después de quedarme en un largo silencio.

—No he pensado en ello. —respondió. —La casa es tan suya como mía, sería injusta. —soltó y yo le agradecí mentalmente, ver a mi papá siendo echado de casa sería algo horrible de ver.

Pero aún seguía la pregunta: ¿Qué provocó esto?

—Mamá, ¿Qué pasó? —pregunté mientras cruzaba los dedos para que decida decirme que rayos ocurrió.

—Él simplemente cree que puede ir y venir de donde sea, como si no tuviera una familia. —fue lo único que respondió y no logré comprender del todo, pero intuía que mi papá no habría engañado a mi mamá y eso me hacía sentir un alivio inmenso.

Pero de todos modos, se estaban separando.




Nightingale » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora