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Cuando conocí a Connor estaba en mi segundo semestre de la carrera, llegué tarde y me senté a su lado. Siempre había odiado cada inicio de semestre, donde algún profesor te hace presentarte frente a todos los presentes y hablar incómodamente sobre ti.

Aquel día el profesor no fue la excepción, maldije en voz baja y no pasó desapercibido por lo que el profesor me pidió que repita en voz alta lo que había susurrado. Connor río en voz baja y no pestañeó en decirle que estábamos hablando entre nosotros, me había salvado.

Cuando la clase terminó le agradecí con timidez, ya que no dejaba de ser un desconocido; sin embargo, sin darme cuenta ya me encontraba haciendo trabajos y almorzando junto a él por el resto del semestre.

—¿Estarás aquí, verdad? —Connor me preguntó a través del teléfono.

—No te fallaré, no me perdería tu cumpleaños por nada. —sonreí aunque él no podía verme.

—Los veo a los dos entonces, no dudes en llamar si no encuentras el lugar. —dijo y tras despedirse finalmente colgó.

Al fin y al cabo, había quedado con Harry e ir juntos. La fiesta se daría cerca a la costa, ya no estábamos en días calurosos pero las noches heladas no perdían su encanto, sobre todo si está el mar a nuestra vista.

Me coloqué mi chaqueta negra y agarré lo suficiente para poder regresarme en la madrugada sin problemas. Decidí pintarme los labios esta vez, maquillaje desapercibido por mis escasos conocimientos sobre este.

Cuando crucé las puertas del metro lo encontré parado recostado contra la pared; recordé la primera vez que quedamos en la estación, habían pasado muchas cosas después de eso. Pero yo seguía en la misma situación, reí amargamente para mis adentros.

Pantalones negros, camiseta blanca, chaqueta marrón, hoyuelos e aroma increíble se encontraban frente a mí. Besé su mejilla, permitiéndome aspirar un poco más de su olor. Abrí los ojos al separarme de él, sonreímos.

—¿Lista? —preguntó caminando a mi lado, el viento cepillaba mi cabello y los risos de mi acompañante.

—Espero encontrar el lugar antes de que sea medianoche. —dije. No conocía el lugar donde se daría la fiesta, y Harry tampoco. —Podemos buscar en el GPS de mi teléfono. —dije abriendo mi bolso.

—Tonterías, —dijo bufando. —yo encontraré el lugar. Soy bueno en esto de las direcciones. —dijo muy autosuficiente.

Pasamos el mismo local dos veces, y no recordaba cuantos parques ya habíamos visto. Sin embargo sólo lo seguí, estaba esperado que él mismo lo diga. Sabía que lo diría, solo teníamos que dar vueltas un poco más.

Suspiró rendido. —Deberíamos ver el GPS. —antes de poder decir algo se apresuró. —Silencio, no digas nada. Ya lo sé. —me fulminó con la mirada, provocándome risas.

La herramienta nos facilitó las cosas, aunque estábamos un poco alejados del lugar por haber ido sin rumbo alejándonos del nuestro punto de partida. Finalmente dando con el lugar, después de un rato.

—Ahí están, ¿Qué les tomó tanto tiempo? —preguntó Connor mientras nos envolvía en un abrazo. Reí por la historia de nuestro retraso.

—Nos detuvimos a comer algo, pero ya estamos aquí. —Harry mintió, y no hice nada para desmentirlo.

Audrey no estaría esta noche, y eso había mejorado mi humor para la noche. Hoy era el aniversario de sus abuelos y organizarían una fiesta, impidiéndole venir.

Nightingale » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora