Capítulo 8

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-Abuela, ¿tienes alguna foto de ella? -le pregunte mientras ella empezaba a preparar el almuerzo.

- No. No le gustan las fotos...

- ¿Hoy la visitaste?

-Si, le fui a dar un poco de comida, como siempre. Ella está bien, no te preocupes.

- no es eso... aún no entiend-

- Si sigues pensando en "eso" te preocuparás. No viniste aquí para preocuparte.

- Pero...

- ¡Nada de peros!

Ya había pasado una semana entera. No salía de casa porque mi abuela me lo "prohibió", aunque me sentía encerrado, sabía que ella no lo hacía queriendo.

Mi abuelo no se oponía a nada, pero solo lo hacía por esas "cosas" que habían afuera, lo cual para él era peligroso. Pero no creía que algo que podía matar a un venado, podría llegar vivir sin que casi nadie lo haya visto antes.

Era imposible, a menos que esa criatura sea invisible, diminuta o increíblemente rápida. Estaba claro que eso solo era una tontería, y como decía la abuela, solo me preocuparía más. Pero, aunque sea así, había algo raro con el bosque, y estaba casi seguro que Lilith me podía responder a todas las preguntas que le daría.

- ¿hasta cuando voy a estar aquí?

Mi abuela suspiro agotada, se quedo callada durante un momento tocándose la cabeza y pensando en una respuesta apropiada -... realmente... no lo sé. Quizás...

- Abuela, no puedo permanecer encerrado -dije lo más calmado posible.

- si, lo sé. Es tu juventud y esas cosas pero... no puedo dejar que...

- Ya soy mayor, si algo malo me pasa no será tu culpa.

-Tienes razón... Bueno, puedes salir cuando quieras. Pero tendrás que convencer a tu abuelo. Yo ya no estoy para discutir contigo. Ya va a estar lista la cena, baja.- le sonreí y ella salió de la habitación.

Al poco rato fui al comedor. Allí estaba mi abuelo. Me senté cerca de él.

- ¿Cómo estás? - me preguntó.

- ¿encerrado?

- No es tan malo...

- Si lo es.

-Aquí estás seguro.

-Aunque sea así, no me siento bien. Es como si yo fuera un animal y me tuvieran enjaulado.

-No eres un animal. Y estás aquí por tu seguridad.

-¡Y que pasa si entran!

- Alex, no le alces la voz - dijo mi abuela mientras ponía los platos en la mesa.

- Está bien. Tu ganas... puedes hacer lo que quieras, pero no regreses erido.

-¿en serio? - pregunte sin creerlo.

-No preguntes o me harás cambiar de opinión. Sabes que no me gusta discutir contigo.

-Gracias.

Terminamos de cenar y nos fuimos a dormir.

En la mañana desperté por el sonido que hacía mi celular. No había puesto ninguna alarma. Me estaban llamando, era muy obvio. Pero... ¿quien me llamaría tan temprano por la mañana?

Cuando agarré mi celular la llamada ya se había cortado. Miré la hora y eran las 4:57am. En serio...¿quién me llamaría a esa hora?

Solo había una persona en mi mente. Pero no era posible que llegara tan lejos para encontrarme... ¿o si?

El celular volvió a sonar. Lo conteste quedándome casi sordo por los gritos de Camila.

- ¡¿Por qué no me contestabas?! ¡estuve preocupada!

-No grites... acabo de despertar... -dije somnoliento y sentándome en la cama.

- ¡Pero Alex! ¡no me dijiste que estabas en casa de tus abuelos! ¡¿Cómo crees que me siento?!

- Era que llames a mi madre o a Valeria para que te diga en donde... -me interrumpió.

-¡Tu madre se fue de viaje y sabes que tu hermana me odia, no quiso decirme nada!

- ¿Por qué no me llamaste?- me pare y me puse mi camisa.

- ¡Eso debería preguntar yo! Y sí te llamé... ¡más de mil veces! Pero la llamada no entraba.

- ¿Entonces como supiste que estaba que estaba aquí?

-Me ayudó Marcelo, él le preguntó a tu hermana. Ahora ven y abre la puerta que las maletas me pesan.

-¿Qué maletas? No te entiendo.

-Llamé a tus abuelos y los convencí, viviré unos meses contigo.

Miré por la ventana. Allí estaba Camila con sus maletas. Cuando me vio me sonrió y estiró su mano saludandome.

-No puedo creerlo...

-¡¿que dijiste?

-Nada...


La chica del bosqueWhere stories live. Discover now