Capítulo Uno

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Capítulo Uno.

06 de marzo, 2014.

La clase de silencio que reina mientras nos observamos y comemos, es lo que me recuerda a como todo cambió en esta familia y porqué mis visitas son tan escasas. Mastico lentamente mi comida, la abuela me da una mirada que parece pedir todo de mí.

— ¿Qué tal el trabajo, Grace?—pregunta la tía Olivia. Trago mi comida.

—Bastante bien, mi jefa es mi amiga. Fue una buena decisión dejar la antigua editorial, no importa que esta este empezando, ha sido una buena decisión.

—Me alegra escuchar eso—dice mamá. No respondo, mastico otro bocado de comida.

La abuela me observa y niega con la cabeza, me incomoda que me dé una de esas miradas tristes. No quiero esa mirada.

—Mamá—la llamo, ella me observa inmediatamente— ¿Qué tal todo?

Es una pregunta patética y tan poco cálida, pero es mi intento y la abuela sonríe. Mamá me mira con sorpresa antes de comenzar a responder lentamente, siempre ha sido una mujer con una voz rebozada de calma y lentitud como si el tiempo no corriera o no tuviera prisa en la vida.

Solía calmarme su voz, en el pasado yo haría cualquier cosa para que ella me hablara con ese tono de voz dulce, en el presente da la impresión de que la evito.

Continuamos comiendo forzando la conversación, me relajo un poco hablando. La tía Olivia es la más entusiasta en hablar y pronto me tiene con una sonrisa. La tensión de la mesa no desaparece, pero se hace menos pesada.

Venir acá me llena de tanta tristeza. Absorbe felicidad.



Observo la foto enmarcada en la pared, tengo mis brazos cruzados pero parece más como que me abrazo a mi misma. El nudo se instala en mi garganta y mis ojos pican. Estoy lista para irme, pero como siempre esa fotografía me llama.

La niña rubia tiene un abrazo asfixiante en el niño igual de rubio con mejillas regordetas y sonrojadas que sonríe. Lucen tan felices, eran tan felices. Éramos tan felices.

—Tienes que perdonarla Grace.

La voz de la abuela no me sobresalta, ella me abraza desde atrás y presiona su barbilla de mi hombro. Me siento cálida rodeada de esta fuerte mujer de sesenta y nueve años.

—Lo dices como si fuera mi deber, abuela— me escucho decir— yo la perdoné.

—Dijiste que la perdonaste, pero no lo sientes. Aquí— presiona su mano sobre donde descansa mi corazón— aun permanece el sentimiento de no perdonarla.

>>No esta mal sentirse así Grace, pero eso sólo te llena de más tristeza. Debes buscar el camino para dejar ir lo que te lastima. Seguir adelante.

—Sigo adelante, desde el día en el que salí de esa clínica y decidí vivir. He seguido adelante.

La abuela sólo me abraza más fuerte, mis palabras no siendo suficientes.

No miento. He hecho cada cosa para seguir adelante, incluso puedo decir que soy 75% feliz con la vida que llevo. Tengo buenas amigas, un buen trabajo y conozco a los cinco hombres que alguna vez sin darse cuenta contribuyeron a sacarme de la oscuridad, a darme fuerzas.

—Tienes que buscar el 100% de la felicidad cariño—deja de abrazarme y sonríe a la fotografía—debes saber Grace, que tu mamá te ama.

—Yo la amo a ella, lo hago.

Los Miedos de Ethan (BG.5 Libro #3) Disponible en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora