5. Mi Camino

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Hoy no puedo estar más feliz. Han pasado ya cuatro meses desde que me encontré con Will esa noche en Atlanta y mi vida ha dado un giro asombroso de ciento ochenta grados. Uno grandioso, puedo decir. Hace una semana me he mudado a mi nuevo apartamento. Arthur no estuvo muy feliz, ya que decidí mudarme a Londres y dice que soy mala hija por dejarlo solo con esos dos que se hacen llamar sus hijos. No me gustó la idea de dejarlos, pero debo seguir mi camino. Estos meses junto a ellos fueron los mejores que he tenido en mucho tiempo. Me sentí en familia, como si de verdad fueran mi padre y mis hermanos. Siempre se esmeran por hacerme sentir bien y yo hago lo mismo con ellos, para agradecerles lo mucho que hacen por mí.

Amo este lugar, es grande y, aparte de todo, es dúplex. Cuatro habitaciones grandes cada una con su baño, en el primer piso está la sala, el comedor, la cocina, otro baño, mi estudio, y lo que más me gusta, un gran balcón con vista al Hyde Park. Pero ese no es el único cambio que ha habido en mi vida. Hace un mes publicaron mi libro y estoy muy emocionada con ello. Sophie dice que ha tenido una muy buena aceptación y eso me complace gracias a toda la publicidad que le han dado y empezaremos en unos días con las giras y entrevistas. Esa parte me incomoda un poco, pero es parte del trabajo. Ya empecé a escribir mi segundo libro. Adoro despejar mi cabeza y distraerme escribiendo.

El timbre de mi apartamento suena y voy a abrirle la puerta a los hombres de mi corazón, según ellos, se van a quedar en la ciudad hasta que logre adaptarme a esta gran ciudad. No le veo motivo, pero con Arthur es imposible discutir. Me han hecho prometer que pasaré las fiestas navideñas junto a ellos. Ya me han amenazado con que vendrán a visitarme con frecuencia y deberé abrirles espacio. Como si este lugar no tuviera suficiente espacio.

—¡Hermanita Anita! —gritan los menores y me abrazan antes de pasar.

—Mi niña. —El mayor besa mi frente—. ¿Ya estás lista?

Asiento y sonríe. La cena de esta noche será tranquila, a diferencia de toda la atención que suelen recibir en New York, y no muy lejos de aquí, así que he optado por pantalón negro ceñido, blusa blanca con boleros al frente, zapatos de tacón negro. Tomo mi chaqueta de pequeños cuadros blanco y negro, y un pequeño bolso rojo. Por fortuna, ellos también van vestidos de manera informal, con sus jeans, camisas tipo polo y americanas, afortunadamente de diferentes colores. El que más me gusta es mi veijito hermoso, aunque debo reconocer que se ve muy guapo vestido así, y esas canas lo hacen ver muy sexy. Pantalón de lino, camisa blanca, corbata negra y americana gris. Salimos y caminamos rodeando el Kensington Gardens, hasta un lindo lugar muy acogedor llamado Côte Brasserie, un restaurante de comida francesa. Arthur nos cuenta que allí conoció a su esposa y madre de sus dos chicos. Ella solía ser mesera y estudiaba diseño. Los chicos ruedan los ojos cuando empieza la historia. Que insensibles.

Llega un mesero y nos sirve una entrada. Miro la bandeja con un sinsabor y mis pensamientos se pierden en ella.


Llegué al Escala emocionada. Había sido una semana dura, después de lo sucedido con Jack y su intento de acercarse a mí, todo había ido mejor. Por suerte, no volvió y no perdí mi trabajo. Avisaron que llegaría un nuevo jefe y muchos estaban felices por su inesperada partida. Me sorprendió mucho lo atento que estuvo Christian luego de ese incidente y lo mucho que me cuidó para que saliera del shock. Me aseguró que no debía preocuparme más por él, ya que estaba en la cárcel. Fue un gran alivio escuchar lo de Jack y prometió darme una sorpresa que me ayudaría a olvidar lo sucedido. A veces creía que me trataba como si fuera una muñeca de porcelana, bueno, cuando no estaba molesto o yo había quebrantado alguna norma arbitraria y terminaba desquitando su frustración con mi cuerpo. Me había enviado mensajes cada día y amé que cada uno de ellos. Me encantaban sus mensajes, de los pocos momentos en que podía ser yo misma con él, sé que le gustaban esos intercambios. Se quejaba de mi lengua viperina, pero nunca me castigó por ello. Las puertas del ascensor se abrieron y me recibió Taylor como siempre.

Destruida Entre SombrasNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ