Destruida Entre Sombras

9. Esa Suave Voz

POV Christian

Esta última semana he estado malditamente feliz, aunque no es para tanto, debo concentrarme. Sé que es estúpido, pero ese es el efecto que siempre ha tenido Anastasia en mí desde la primera vez que la vi cayendo de bruces en mi oficina hace dos años, siempre deseando verla, saber cómo y dónde está, preocupándome de más por ella. Por eso me había sentido desesperado todo este tiempo al no saber nada de ella cuando desapareció por mi culpa. Aunque no conteste mis mensajes, sé que los recibe. No la quiero presionar, me quiero acercar a ella poco a poco, quiero volver a ganarme su confianza y lograr que vuelva a mi lado, justo donde es su lugar.

Me levanto, como cada mañana, para hacer ejercicio y despejar un poco mi cabeza. Deseo que pase este tiempo rápido y podamos encontrarnos otra vez. Mis pesadillas han bajado los últimos días, sé que es gracias a ella, y he podido descansar algo. Haberla visto en Londres fue lo mejor que me ha pasado en estos dos últimos años. Ella es lo mejor de mi vida, siempre lo he sabido. Desde que salió esa primera foto, en esa revista que Mia me enseñó hace un año, le he seguido el paso a todo lo que hace, pero eso iba con mucha constancia a Inglaterra y me hospedaba en un hotel cerca de su apartamento, por donde pasa con frecuencia para ir a su cafetería favorita. Justo como sucedió ese día.

Si, fue cierto que no fui expresamente a buscarla, pero no perdía la esperanza de por fin verla y hablarle, eso, si mi nerviosismo me lo permitía. Es estúpido que me sienta así por ella, pero le hice daño y temía su odio. El cual nunca llegó.

O por lo menos, eso creo.

Está muy hermosa, a pesar de que iba vestida tan informal como la recuerdo, con su usual camiseta y jeans, aunque esta vez sí era ropa de marca. Fue mucho mejor haberla visto en persona que verla en la prensa donde sale con su idiota novio. Se nota que la hace feliz, pero soy tan jodidamente egoísta, como para permitirme estar lejos de ella. Debo hacer el intento. Aunque me dolió mucho ver como sonreía y le brillaban los ojos cuando ese idiota la llamó, interrumpiendo nuestro momento. Había tantas cosas que quería decirle.

Que me perdonara por lo que hice, que tenía una buena razón para haber hecho lo que hice, pero la quería cerca de mí, que la extraño cada día y cada noche, que deseaba y pensaba pedirle que viviera en el Escala permanentemente a mi lado, que...

Soy el imbécil más grande de todos.

Eso lo sé desde que crucé el ascensor del Escala para irme y dejarla sola, llorando confundida por mi actitud fría. Ese noche Taylor tuvo que sacarme de un maldito bar casi arrastrándome. No era capaz de volver a casa sabiendo que ella no estaría para mí.

Luego de dos horas corriendo y sacando toda la energía de mi cuerpo, vuelvo a mi ático.

Lo primero que hice al volver de Londres fue terminar contrato con la que fue mi sumisa por dos semanas. Lucía no entendía por qué quería deshacerme de ella si sólo llevaba un par de semanas conmigo, pero a mi Ana no hay quien la reemplace. Luego de ella, ninguna ha durado un mes, o se van o las echo. Elena está cansada de eso, pero me importa una mierda. Se la pasa hablando del mal que me ha hecho Ana y de cuanto me advirtió que no la tratara diferente. Pero no pude evitar hacerlo, la necesito, es lo único que sé.

Ana me ha vuelto a enloquecer y la deseo aún más que la primera vez. La necesito para tener paz en mi vida, esa paz que sólo sentía cuando la tenía a mi lado cada fin de semana. Esa paz que volví a experimentar cuando la vi en esa cafetería y levantó la vista, y aún más cuando pude volver a disfrutar de ese precioso azul en su mirada. Me sentía tan tenso y nervioso, al tener que enfrentarla, pero al final todo resultó mejor de lo que esperé, así se haya comportado algo seca conmigo, sé que merezco más que eso. Ella es demasiado dulce. Creí que me odiaría, que me echaría o me gritaría lo idiota que soy. Pero una vez más, me ha sorprendido mi deliciosa señorita Steele.