14. Culpas.

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Mi corazón...

El peor dolor de todos, ese al que no puedes hacer frente y que sólo te lleva a la más profunda y penosa resignación. Ese dolor que tratas de evitar por todos los medios posibles, pero es imposible rehuir a su presencia. Ese que siempre llega de la persona que más lugar ocupa en tu corazón. Pero vamos, si esa persona no fuera importante, no habría dolor.

El dolor del corazón que llega por la tristeza, la decepción y el desamor, es el que nos lleva a un mundo de sombras, que nos quiebra desde adentro haciendo añicos nuestro interior, provocando que nos perdamos en él. Maldito dolor, ese que sentí cuando me dejó y ahora siento cómo se intensifica. Como si lo anterior hubiera sido una pequeña probada de lo que me esperaba.

¿No sé qué pretendía que hiciera?

¿Acaso no se da cuenta de cómo me entierra poco a poco?

Sus sombras me consumen y no puedo soportarlo. Su desamor me duele más que cualquier cosa. Lo único que quería, era a él, cambié todo lo que yo era por él, pero nada de eso fue suficiente. No quiero que él cambie, lo amo tal cual es. Lo único que quiero es ser capaz de ser yo misma con a su lado, que me permita tocarlo y... ser suficiente para él. No estar atada a un maldito contrato que me limite y me arrastre a su oscuridad nuevamente. Yo quiero ser su luz, su todo. Así como lo es él para mí.

Esta mañana me he levantado con mi cabeza a reventar, con los ojos hinchados y ardiendo casi sin poder abrirlos y con mi cuerpo débil consumido por la tristeza. Sólo Sophie y Lauren pudieron ayudarme con las dos primeras, pero para la tercera, ya que ocupará el tiempo. Luego de haber dormido un par de horas más, por órdenes estrictas de mi Arthur, me levanto con un poco menos de dolor de cabeza. Ya es medio día y, se supone que, volveremos a casa en un par de horas más. Me miro en el espejo desconociendo al horrible ser que me observa a través de él. Tiene mis ojos, sólo eso conserva, pero sin el brillo que debería tener. Parezco un fantasma, una sombra de lo que era ayer. Que deprimente vista tengo de mí misma.

Me coloco unos jeans oscuros, una camiseta gris y mis converse negras. Es lo más cómodo para un largo viaje. Al salir, escucho voces en la sala y me dirijo hacia allí. No me gusta que se preocupen más de lo necesario. Ya he estado así antes, puedo levantarme, podré seguir adelante, de eso estoy segura. Me río de mi misma. Ya tengo practica en esto, un dolor más, un dolor menos... qué más da.

—No estoy de acuerdo —la voz molesta de Elias me preocupa.

—Si no le decimos será peor. Arthur, ella debe decidir por sí misma. No irán a encerrarla en una torre de marfil para que nadie la alcance.

Las palabras de Lauren me hacen sonreír con pesar. Christian tiene su propia torre de marfil.

—Ya la ha lastimado suficiente. Además, no quiero que se sienta culpable por lo que está pasando con él.

¿Qué está pasando?

—Ella lo ama. Deberíamos dejar que ella...

—¡No, Lauren!

Mierda. ¿Qué es lo que pasó para que Arthur se haya atrevido a gritar a su prometida?

—No me levantes la voz —lo reprende Lauren con voz calmada, pero dura y él parece obedecer—. Conozco a Ana y sé que no nos perdonará si no le decimos lo que le ha sucedido a ese muchacho.

Ahora estoy peor. Parece que es hora de intervenir. Lauren tiene razón, no me gusta que me oculten las cosas, mucho menos si es algo que tiene que ver directamente conmigo.

Destruida Entre SombrasUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum