Maraton 2/10

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  Puf, qué calor hace.

-¿Quieres una cerveza?

_______ le alargó una lata de cerveza, pero Lanz la cogió por la muñeca y la miró a los ojos.

-No quiero cerveza -dijo con voz suave-. Todavía no. A ti no te gusta la cerveza, ¿verdad?

________ negó con la cabeza, extrañamente turbada por su mirada insinuante.

Lanz arrojó el sombrero hacia atrás y se inclinó hacia ella, los ojos fijos en sus labios.

-Voy a besarte antes -susurró-. ¡Hace días que no pue­do pensar en otra cosa!

_______ alargó las manos y le acarició la nuca.

-Tenía miedo de que... estuvieras enfadado conmigo -su­surró con voz trémula.

-No digas nada. Bésame.

______ sintió aquel beso como una descarga de electrici­dad, como una sacudida que la hizo temblar de pies a cabeza.

-Dios mío, lo estabas deseando tanto como yo, tienes que reconocerlo -dijo él en un murmullo apenas audible.

Volvió a apoderarse de su boca y de su cuerpo con fuerza posesiva, hundiéndola más en el asiento. Sus manos, grandes y ásperas, se deslizaron por su cuello y trazaron el pronunciado es­cote de su vestido, tocando apenas sus pechos. Fuera de sí, _________ arqueó la espalda y lanzó un quejido que fue ahogado por la presión insistente de los labios de Lanz.

-No puedo acariciarte así delante de mis vaqueros. ¿Es eso lo que quieres, Satin, que meta las manos bajo tu vestido y te toque la piel desnuda?

-¡Javier!

________ escondió la cabeza en su pecho y deslizó las ma­nos bajo su camisa, sintiendo la fuerza de sus músculos.

Los brazos de Javier parecían devorarla. Él también lucha­ba por mantener sus impulsos bajo control. _______ sentía un dolor agudo que le procedía del alma, un dolor que no comprendía.

-No debería haber hecho esto -le susurró Javier al oído-. Estábamos demasiado hambrientos.

________ se echó un poco hacia atrás, y le contempló con los ojos llenos de lágrimas.

-Me siento extraña.

-Yo también. No había sentido una cosa así desde que te­nía quince años. No te has encendido tú sola.

-Te he echado de menos -susurró ella sin dejar de mirar­le a los ojos.

-Lo sé. Yo también te he echado de menos -dijo apartán­dole el pelo de la cara con ternura-. Creía que te había perdi­do para siempre, y no sabía qué hacer para remediarlo.

_______ le acarició los labios. Resultaba maravilloso poder tocarle sin miedo a ser rechazada.

-Si tú quieres, me afeito el bigote.- ________ sonrió.

-No, a mí me gusta. Me gusta tanto, que estoy pensando en dejármelo yo también.

-Ni se te ocurra, Satin. Ya sabes que ni siquiera me hace gracia que te pongas pantalones.

-Eres un asqueroso machista -dijo _______ en tono burlón.

Tienes unas piernas increíbles -dijo él buscándoselas con la mirada.

-Tú también.

-Ah, lo sabes porque ayudaste a Josito a bañarme cuando tenía tanta fiebre, ¿verdad?

-Sí, tienes unas piernas llenas de pelos, pero preciosas. La mayoría de los hombres tienen las piernas feas, llenas de pelos y blancuchas. Las tuyas son largas y morenas, muy masculinas.Lanz sonrió.

-Menudo comentario -murmuró con un guiño-. Yo creía que nunca te habías dado cuenta de que yo tengo un cuerpo.

-Es difícil dejar de darse cuenta.

Lanz cogió un mechón de su melena rojiza y lo retorció en­tre sus dedos. _____ tenía los ojos muy abiertos, y los labios húmedos.

-Bésame -murmuróLanz acercándose.

Ella le echó los brazos al cuello y se besaron dulcemente, sin prisa. Cuando se separaron,Javier sonreía.

-¿Te apetece ver un ballet esta noche? Tengo dos entradas para El lago de los cisnes.

-¡Me encantaría! -contestó ________ con entusiasmo. -Pasaré a buscarte a las seis. Luego podemos cenar en mi apartamento. Le encargaré a Josito que se ponga a cocinar un poco antes para que esté lista la cena en cuanto lleguemos.

-Estás distinto, Lanz.

Se miraron largamente a los ojos.

-Tú también, cariño. Eres tan dulce... _________bajó los ojos.

-Anda, bébete la cerveza envenenada y vete a hacer gavi­llas. Y si tienes un poco de sentido común, tira esa porquería de máquina a la chatarra y cómprate una nueva.

-No -contestóLanz -. La tiraré cuando ya no pueda dar más de sí. Yo nunca he sustituido una máquina que todavía funciona.

-¡Pero si tiene ya diez años!

-Yo tengo un caballo de diez años, y ahora corre mejor que nunca.

-Seguramente tiene miedo de que les encargues a tus ma­ravillosos mecánicos que lo arreglen si marcha mal.

Lanz se inclinó a besarla.

-Me voy. Hasta luego.

Salió con la caja de cervezas. _______ le vio alejarse y puso en marcha el coche. Se alegraba de haberlo llevado, porque le temblaban tanto las piernas que no hubiera podido andar.   


Amigos y AmantesWhere stories live. Discover now