Maraton 4/10

357 19 0
                                    


-Antes de casarme con Ellen, en mi casa entraban y salían muchas mujeres.


_________ se removió intranquila en el asiento.

-¿Y después?


-Voy a cumplir cuarenta años en Septiembre, ___________ -dijo Lanz con cierta solemnidad-. Los negocios me absorben todas las horas del día, y por las noches tengo que dormir. A eso me refiero cuando digo que añoro viejos tiempos. No tenía mu­cho dinero, pero disponía de mucho más tiempo.

-Lo dices como si fueras Matusalén. ¡Pero si tú les das cien vueltas a todos tus vicepresidentes! -añadió __________ mirán­dole significativamente.

-Te equivocas. La mayoría de ellos tienen hijos y se man­tienen en forma jugando con ellos.

A ________ no le pasó desapercibido su tono amargo.

-¿Es que te gustaría tener hijos? -preguntó un tanto sorprendida.

-¿A quién voy a dejarle Big Sabine y Petróleos Fitsher cuando me muera? ¿A mi primo? -añadió mirándola con el ra­billo del ojo.

Acababan de aparcar frente a los apartamentos de Lanz.

-Entonces lo que tienes que hacer es casarte.

A pesar de lo que acababa de decir, ________ no podía soportar la idea de ver a Lanz casado y con hijos.

-¡Qué idea tan original! Puedo arreglarlo con un contrato: doy tantos dólares por una mujer que me dé un hijo varón.

-¡No digas eso! Lo dices con una sangre fría increíble.

-Es que, tal y como me lo has planteado, sería así. Soy cí­nico porque la vida me ha hecho así. Cierta vez te dije que no me importaba pagar por lo que quería, y así es; pero dentro de ciertos límites. Por ejemplo, no estoy dispuesto a pagar a una mu­jer por tener un hijo. Los hijos son fruto del amor, no de los intereses.

-Eres un romántico empedernido -comentó ______ con una sonrisa.

-¿Es que tú no deseas tener hijos?

-A mí se me ha pasado la edad de tener hijos.

-¿A los veintisiete años? ¡Pero si las mujeres tienen niños hasta los cuarenta! Lo que a ti te asusta es comprometerte, ¿ver­dad? Tú te las podrías arreglar para tener una relación poco se­ria con un hombre, pero un hijo son ya palabras mayores para ti ...

_________ sonrió tímidamente.

-Me conoces bastante bien.

-No tanto como quisiera. Ni de la manera que quisiera.

-¿A qué te refieres? -preguntó ________ sin pensar. Lanz abrió la portezuela del coche y salió sin contestarle. Cuando llegaron al ascensor, hizo su pregunta:

-¿De verdad le tienes miedo al sexo?-
Aquello no se lo esperaba ________. Se quedó petrificada un momento, pero luego acertó a decir:

-¿Que si tengo miedo? No lo sé. Ya sabes que sólo he he­cho el amor una vez, y fue una primera experiencia bastante brutal.

-Él debió hacerte mucho daño.

____________ se arrebujó en su chal, dolorida por el recuerdo.

-Allen no sabía que yo era virgen, y no se enteró hasta que ya era demasiado tarde, cuando lo había hecho todo sin ningún cuidado. Yo estaba locamente enamorada por primera vez en mi vida, o eso creía. Lo único que tengo que agradecerle a Allen es que me enseñó a no volver a cometer nunca aquel mismo error.

-No tienes nada que agradecerle -afirmó Lanz tremenda­mente serio-. ¿Piensas seguir viviendo toda la vida como ahora?

-¿Cómo?

_______ abrió mucho sus ojos verdes.

-Sola.

-Tú también estás solo.

-Pero no siempre voy a estarlo -dijo él con evidente se­gunda intención.

________ le lanzó una mirada feroz.

-A mí no me gustan las aventuras pasajeras; además, nun­ca me entregaría a un hombre sólo por satisfacer mis instintos sexuales.

-¿Y si ese hombre te quisiera y tú le quisieras a él? Sus miradas se encontraron.

-Entonces no lo sé.

-¿Y si fuera yo? -preguntó él con voz dulce.

________ se le quedó mirando como si acabase de pronun­ciar el mayor disparate del mundo. Joe al verla tan confusa, apenas pudo disimular una sonrisa.

-¿Qué... vamos a cenar? -preguntó entonces _________, roja como una amapola.

Lanz rió por lo bajo.

-Espera y verás.

Josito les sirvió una cena deliciosa, consistente en carne asa­da, ensalada italiana, vino y flan de queso. Lanz comió con bas­tante apetito, mientras que ________ se limitó a escarbar en su plato contemplando distraída las ráfagas de luz de los relámpa­gos que recortaban en el horizonte los rascacielos de Houston. La asaltaba la idea de tener a  Lanzpor amante y le parecía im­posible; aún así, se lo imaginaba sin esfuerzo compartiendo su cama...

-¿No tenías hambre? -preguntó Lanz mientras se servía una segunda taza de café.

-No, la verdad es que no -dijo ella un tanto violenta.

-Te noto un poco incómoda.

Lanz inclinó la cabeza, mirándola inquisitivamente a los ojos y añadió:

-¿Es por lo que te he dicho de que si nunca habías pensa­do hacer el amor conmigo?

A _______ se le cayó la taza de las manos y el café se derra­mó por todo el mantel manchándolo todo y amenazando con es­currirse fuera de la mesa. Afortunadamente, _________ se levan­tó a tiempo de salvar su vestido.

-Bueno, eso contesta a mi pregunta... ¡Josito!

El muchacho acudió corriendo y tranquilizó a ________ di­ciéndole que la mancha del mantel desaparecería. Mientras él re­cogía todo, ellos se marcharon al salón. Joe todavía riendo, se quitó la corbata y la chaqueta.

-¡Dios mío! ¡Qué reacción la tuya!



Amigos y AmantesWhere stories live. Discover now